lunes, 18 de junio de 2012

Cápsulas de tiempo

"Necesitaba salir, un cigarrillo, una canción que le devolviera ese calor en un lugar remoto del cuerpo, que no era precisamente el alma porque se sentía de manera muy física, pero no podía localizar en un punto certero. Sabía que apenas iba a mantener el entusiasmo de esas cavilaciones durante un par de días, a lo sumo una semana, pero el hecho de no poder bajarlas a tierra, encerrarlas en el papel, lo desconsolaba terriblemente. Se distrajo con el humo del cigarrillo y en la blancura efímera de ese humo que contrastaba con el cielo renegrido, la asociación libre lo sorprendió llevándolo nuevamente al sur. Entonces recordó las promesas de un par de años atrás, el sueño de otra persona a la que quizás amó o de la que introdujo su recuerdo en una cápsula de tiempo. Porque a veces sentía que amar era de vez en cuando eso, el estallido en la panza del enamoramiento, la idealización y de a poco la construcción de una imagen que guardábamos, por diversas razones, en una especie de cápsula de tiempo, ese experimento en que se entierran objetos de distinta índole para recuperarlos tiempo después. Y la cápsula del tiempo mantiene inmutable su contenido, creando una falsa noción de lo que se siente por ese "contenido", confundiendo la cristalización de esa imagen con la inmutabilidad de los sentimientos."

[fragmento de un escrito en proceso, desesperado, íntimo y casi automático. con miles de errores y necesidad de un mentor de ocasión. pero me decidí a compartir algo]

miércoles, 13 de junio de 2012

Enigma

«Me hace falta un poco de coraje para dejar de ignorar tu presencia a cientos de kilómetros, M.
No te conozco casi y es como si siempre te hubiera tenido al lado. Apenas me conocés y es como si pudieras leer mi mente.
Y así, tiempo después que dejé de buscarle un sentido a los malos tragos que tuvimos que pasar, de nuevo tu insomnio te impulsa a buscar mis ojos en estas mañanas que sabés no puedo hacer otra cosa más que estar de este lado. Porque ya se siente el calor pero las vacaciones aún no comienzan, porque tengo una especie de destino de oficina como vos decís que tenés destino de diván.
Sos un enigma.
No entiendo tus sufrimientos, tus vicios, tus jaulas.
Sin embargo doy señales de vida, para que no creas que tengo algún propósito demoníaco en tu contra. Cada momento de conexión invisible con tu insomnio me ha hecho feliz. A este pobre tipo que titubea siempre, que necesita pruebas todo el tiempo, a este ser que has visto desnudándose el alma durante meses a tu favor, lo has hecho feliz.
Pero ahora somos otros, amamos otras cosas, otros rituales han venido a salvarnos la vida y aunque cada tanto damos manotazos de ahogado a través de este océano Atlántico invisible, no somos más que fotografías sin rostro en el álbum de un año que se acabó hace rato.
Y aún así, querida M... aún así te nombro en esos términos, aún así me intrigan las formas de tu rostro tras la inicial de tu nombre, como quien descubre un perfume exquisito y quisiera seguir el rastro hasta su portadora.
Aún así...»

Miranda no tiene sueño y escribe cartas

lunes, 11 de junio de 2012

Nada que agregar

"Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección" 
Ernesto Sábato -  Sobre Héroes y Tumbas, 1961




Iba a escribir algo, pero me ganó el epígrafe.

Qué más elocuente. Quién que no haya sentido eso mismo, esa tendencia siniestra que a veces nos lleva, inconscientemente, a recorrer ciertos lugares cargados de recuerdos. Tendencia suicida, si se quiere, cuando esos recuerdos son de instantes de perfección que nunca jamás volverán.

Volverán otros, quizás camuflados de felicidad, pero esos no, y quizás por eso mismo queden los lugares impregnados de una estela mágica que nos retuerce el alma cuando osamos adentrarnos en su territorio.

Lo perfecto es eso inasequible que quedó en nuestra mente y salvaguardamos de cualquier mancha que acontecimientos posteriores puedan arrojar.

Nada que agregar...

viernes, 8 de junio de 2012

Pasa...

Cuando damos todo, aunque no lo hagamos esperando algo a cambio, se siente una punzada dolorosa en el estómago si el saldo de esas relaciones es la nada misma. O peor: el silencio.
Después de varios años de silencio, alguien te jura muchas cosas que hacen que cambies de opinión acerca de ese saldo nulo. Incluso que recuerda, sin parpadear, la fecha de tu cumpleaños.
Pero pasa el día, los días, las semanas y de nuevo el silencio lo abarca todo.
Vos pensás de nuevo en esa nada y le buscás explicación.
Pero es tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan absurda... que te quedás leyendo diarios viejos con una media sonrisa.

martes, 5 de junio de 2012

:)

Ya lo dije acá alguna vez: colecciono datos inútiles. Pero también recuerdos ínfimos, detalles mínimos que guardo en la memoria como si fuesen tesoros importantes.
Hace tres días que me despierto con uno de estos recuerdos.
Habíamos alborotado todo el aeropuerto de Miami con nuestras risas y comentarios adolescentes. Con el 11-9 las cosas se habían puesto complicadas en la tierra del Tío Sam y migraciones estaba más jodida que nunca.
Papeles y más papeles, cartas de recomendación, certificados, permisos, más papeles, cuatro adolescentes, mujeres, viajando con un adulto, hombre.
Nos hicieron pasar a una sala que pensé que sólo vería en las películas, donde nos interrogaron sobre absolutamente todo. No entendían nuestras explicaciones, nos advertían de los peligros, "¿qué les decimos a papi y mami si a la nena le pasa algo?"
Horas de incomprensión, de malos entendidos, de broncas e interrogatorios. Perdimos el vuelo.
Cuando se hubieron aclarado las cosas (o les ganamos por cansancio, nunca entendí bien), salimos a completar  el siguiente tramo de operaciones burocráticas para seguir viajando.
Al pie de una escalera mecánica que descendía hacia un nuevo piso lleno de empleados latinos que por locatarios creían tener el derecho de tratarnos despectivamente por ser extranjeros, había un hombre cumpliendo sus funciones.
No hablaba, simplemente sostenía un papel idéntico al que debíamos tener para ingresar al área, con una frase escrita a mano sobre el impreso: "show me this" y abajo, garabateada, una cara sonriente :)
Devolverle la sonrisa con una en nuestros rostros era inevitable.
El efecto causado por este hombre en nosotras, luego del tedio de la retención migratoria, fue casi balsámico.
Entre conversaciones nerviosas, apuros por encontrar el papel solicitado y pasos acelerados, sonreímos ampliamente al pasar por su lado.
Casi diez años después, el garabato de la sonrisa, el detalle mudo de aquel funcionario que con buen humor y disposición nos indicaba el camino entre tantas personas en tránsito, reaparece misteriosamente en forma de recuerdo.
Y decido tomarlo como una señal, igual de misteriosa y simple.

lunes, 4 de junio de 2012

Inmóvil

La taza con agua en una mano y la noche que se cae en bostezos.
El humo vibra al ritmo de una canción inventada, de esas que se dibujan en las noches de insomnio en tu cabeza, moviéndote imperceptiblemente los más íntimos rastros de conciencia.
La taza roja sigue sostenida por mero reflejo, con agua de la canilla, esperando que el cigarrillo se sumerja y se extinga el humo que le hace honor a la lluvia.
Tanta mirada ingenua viendo el agua correr y ahora, estancada, el agua tiene un destino de ceniza más gris que los pensamientos de estos últimos días.
Como despertando de un trance místico, la mano aparta la taza de su inmovilidad decidida y deja caer el agua que se pierde entre la rejilla brillante de la pileta.
Es tiempo de viajes oníricos, al fin, pero la canción inventada no se extingue, ni las ganas, ni la mirada puesta en un punto fijo, secretamente moldeado para ser destino.