viernes, 28 de diciembre de 2007

monstruos




Ah si, los niños a veces pueden ser los mejores maestros e incluso fuente de inspiración. He aquí un par de webs en las que toman dibujos de niños para crear monstruos. Si los viera Picasso!

Kid creatures
The monster engine

visto en Criterion

martes, 25 de diciembre de 2007

una Navidad distinta

Perdón a los que lleguen hasta este post (si es que alguien lo hace) esperando que tire papelitos, cante villancicos y reparta felicitaciones.
No me animaba a escribir un post por Navidad. No me animaba y aún ahora me cuesta.
Esta ha sido una Navidad especial, distinta. Puedo decir que rescato cosas positivas entre todo lo malo pero seguramente será una Navidad que mucha gente que me rodea no va a olvidar.
Pero en fin, más allá de lo que crea cada uno, Navidad es tiempo de transición, de cambios, de un "sentarse y pensar". Me ha costado desear una feliz Navidad, o más bien, me ha costado procurar que sea feliz del todo.
Aunque no lo exteriorice del todo, estoy profundamente acongojada por la muerte de Gonzalito, un niño de 5 años que después de lucharla por tres días se despidió esta Nochebuena.
De a ratos me ataca la culpa de mi egoísmo y mi rabia por mis propias complicaciones de salud, por pasar la Navidad con la pierna en alto, hielo y vendas, pensando en esa familia que quedó destrozada.
Pero este tiempo de Navidad tiene algo que va curando, o al menos a eso me aferro. No es que la Navidad no tenga sentido, quizás sea que a veces pretendemos que tenga uno que no es el verdadero.
De cualquier forma, tengo que agradecer haber podido compartir con mi familia y el aguante de algunos amigos, especialmente de Volney que desde Florida me bancó toda la noche con sms, a pesar de las malditas líneas congestionadas de Ancel.
Feliz Navidad. Que lo que sea que cada uno celebre, que el motivo que cada uno ponga a la hora de decir esas dos palabras, sea algo que le dé sentido a ese compartir con la gente cercana.
Perdón por no estar tan optimista.
Sinceramente, Feliz Navidad!

domingo, 9 de diciembre de 2007

algunos hombres

Te dije que no sabía hacer pizza. La última quedó cruda y la comimos igual porque no había otra cosa. Éramos tres en el medio de la nada. Todos confiando en mis habilidades culinarias. Y yo que no puedo con las pizzas.
¿Por qué no pedimos una? Si, mejor pedimos una pizza.
No sé para qué, para que luego te duermas en el sofá, como siempre, ahora que dan todos los capítulos repetidos de nuestras series favoritas, que Gilmore Girls ya terminó (y ella no se quedó con Chris, que era más lindo) que Prison Break recién vuelve en Enero, que a E.R. hace meses que no la veo y le perdí el hilo ( y ojo que ya se termina). Para qué, no sé. Pero igual. Pidamos la pizza. ¡Yo no llamo! ¡No, yo dije primera, siempre llamo yo!

No es por el baile, siempre me dan calambres en los pies. Jeje. Jiji. Jaja. Ah si. Ups, perdón, te pisé. Opaa, ahí fuiste vos. ¿Así que estoy bailando bien? Pensé que iba a ser más difícil. (...) (...) Es que tengo el vicio de la posición de clásico, viste, toda derechita, rígida, elegante. Jaja. Jeje (...) (¿ y cómo no querés que me mire los pies? obvio que prefiero el panorama de enfrente). Bueno, dale, andá (...) Chau, nos vemos (...)

Tengo pánico escénico. Bueno, sí, en realidad no tanto, me gustan las tablas, pero igual, estoy nerviosa. No me hagas caras, ¿ta? ... ¿Ves? ya empezaste, no sé para qué te dije. La última vez que estuve frente a tanto público fue... no sé cuándo fue, cuando era más chica, supongo, y más desfachatada. Nunca pensé que la vejez me atacaría por el lado de la timidez. Creí que las tipas como yo se degeneraban con el tiempo, no al revés. Si, ya sé que parezco una vete en muchas cosas. Bueno, che, tampoco la pavada. Nah, lo de los colores me atacó hace poco, es este germen de uruguayez crónica. Igual, te digo, con lo que hay para elegir en ropa, por ejemplo, prefiero sobria a masificada. Qué curioso, ahora esta masificación pasa más por esa extravagancia que por la sobriedad. Hay que ser demasiaaaado extravagante. Ya sé que no puedo generalizar, siempre con lo mismo. Bueno, hacé de cuenta que no dije nada. (...) Che, ¿viste esa? está peor que yo... ¡Andá a pasear! ¡no se te puede decir nada!

Uff si, hace más de un año, ya. Qué increíble. Y pensar cómo fue que empezó todo... qué curioso, ¿no? Sí, algunas cosas han cambiado. Ahí va, esa verborragia febril, esas demostraciones alocadas han ido menguando. No, yo preferiría llamarte "entrañable desconocido". Porque sí, porque al fin y al cabo somos eso. No, no es algo malo, es solo la realidad de distar en tiempo y espacio, en códigos, en pieles, en sonidos. Claro, aporta al misterio. (...) Bueno, mandame eso que te pedí, ¿ok? Sí, el libro de Rilke también.

Ya me voy a acostar. ¡Ya voy! Termino en un ratito. Sí, yo apago todo. Tranqui, yo la cierro. No, no te preocupes, es un ratito nomás. Sí, me queda bastante pero lo dejo para mañana. No, te prometo que me levanto temprano. Bueno, chau. Igualmente, que descanses. (suspiro)

Pah, voy a tener que cambiar la yerba. Sí, me está dejando eléctrica. Nah, viste que yo no soy una tipa nerviosa, ni allá. Pero es la de siempre, desde hace una semana que me viene dando así. Sí, puede ser la locura de estos días. Ta, pero viste que yo, para dormir... parada, igual. Si, antes me tomaba cinco termos y ni bien apoyaba la cabeza en la almohada, toc, dormida al toque. Ahora no. Sí, voy a tener que cambiar. ¿Unos matecitos en la rambla? Sabés que no es de cortamambo... ¿pero me entendés? (...) Lo dejamos para otro día. No, antes de Navidad, te prometo. Bueno, está bien, no te prometo nada. ¿por qué decís eso? Entonces ustedes también son todos iguales. Porque sí, porque lo digo yo. Sabía que ibas a decir eso. No te preocupes, es parte de mi encanto.

Y bueno, qué le vas a hacer... Y no, no queda otra. Claro, te entiendo. Sí, en realidad no sé por qué me lo decís a mí. Y bueno, supongo que cuando a uno le tienen confianza, lo menos que puede hacer es escuchar al otro. No, esa parte te la debo, quedará para otra ocasión, a mí me cuesta más confiar en la gente. Ni está bien ni está mal (...) Y sí, capaz que no me hace tan bien, pero no me importa. Vos porque no tenés problema. A ver, ¿y cuál se supone que es mi problema? (...) Ups, me descubriste...

¿Cómo llueve, no? Eso dijeron. Sep, yo odio la lluvia. Sí, de azúcar, justamente. (...) ¿Y eso que fue? ¿Me das otro?

Mnsbsnbsuenos dsías. (bostezo) Msí, lo ms bien.

viernes, 7 de diciembre de 2007

asombros cotidianos

- ¡Sabrina, dejá de jugar con el agua! ¿Terminaste de lavarte los dientes?- se oyen protestas desde el otro lado de la casa y alguien me dice:
-¿Podés ir a cerrarle la canilla?
Camino resignada, esperando algún grito en respuesta de mi futuro límite, aparte de los que ya estaban argumentando su demora en la tarea del aseo. Cierro la canilla con firmeza, sin siquiera mirarla, esperando lo peor.
- Gracias, hermana.
La vida nos sorprende. Me dejó una sonrisa imborrable y las ganas de escribir para contar una de esas pequeñas cosas que vuelven nuestros días si no más interesantes, al menos más recordables. Agradezco conservar esta capacidad del asombro. Quizás se tendría que haber ganado un buen beso de mi parte, así lo rechazara con sus manos pequeñitas.

japi berzdei tu iu

un año.
si.
el blog cumple
un
año.

gracias.
a todos los que se pasaron por acá.
a los que siguen pasando.
a los que apoyan.
a los que comentan.
y a los que no.
gracias por esa presencia silenciosa
que da el estar al otro lado
de la
pantalla.
gracias.
soy
con ustedes.

(esto no es un poema. solo quería escribir un agradecimiento de forma distinta)

jueves, 6 de diciembre de 2007

martes, meriendas y huidas

Como dije hace poco, por acá también, aquellos martes eran de meriendas y huidas, de dos o tres colores que aún soy capaz de recordar (una mancha verde, el rosadito de algunos poemas y el negro del misterio).
Aquellos martes quedaron grabados en nuestros corazones; cada tanto un día se repite, veo las pelusas de los plátanos entrar por las ventanas como entraban a aquel patio enorme de nuestros días de menos responsabilidades y nos veo... Mi año se acababa, mi vida parecía acabarse en aquel año... y a esta altura del partido, a esta edad que no dista tanto de aquella, pero que parece haberla dejado atrás hace demasiado, una recuerda todo aquello con la misma seriedad con que eran dichas las palabras que se llevaba el viento.
Ayer fue tu cumple, amiga. Alguien te preguntó si el Loco te había mandado un mensaje. Es claro, con esta perfecta excusa de la nueva tecnología ya no corremos el riesgo de las interminables horas de silencio a través del tubo.
Pero no.
Ya no probamos suerte. Vos te resignaste hace más tiempo, yo, en cambio (¿en cambio?) me aferro a la idea de un personaje, de una pseudoamistad, unilateral, por supuesto. No sé si será esta condición de idealista que llevo tatuada en el alma. No sé si será un algo de esperanza que se niega a abandonarme o una simple historia que me repito, noche tras noche, para poder dormir en paz. Una historia nos persigue.
Es una historia de martes, meriendas y huidas. De ganar el tiempo perdiéndolo, que es la mejor forma.
Hay nada más que un par de años escritos con tiza sobre mis ojos. Recuerdos de una mujer venida a menos, de una romanticona incurable, de un admirador de lo extranjero, de un Loco alimentando nuestro amor-odio, de dos causalidades que más tarde fueron, aparte de todo.
Perdón por tocar nuevamente el tema, amiga.
No prometo cerrar ese capítulo de nuestras vidas, no puedo hacerlo.
Al menos prometo que este título se escriba, ahora sí, con indeleble en nuestros ojos, que me persiga a sol y sombra por las calles de un mañana que voy procurando poquito a poco.
Y que nos encuentre un día más fuertes y más sabias.

Para siempre
(a vos, amiga)

Seguirán cumpliendo años las esquinas
y los vasos
recordando nuestras bocas
silenciosas y dispares.
Los sueños de los hombres
nos seguirán esquivando
y pudriéndose en el tiempo.
Y seguirán sabiendo tanto algunos,
mientras sufrimos horarios
y niños sucios,
ignorantes y bien sabias.
Alguna vez más
dormiremos en los bancos
de madera o en los pórticos
sin nombre.
Y escribiremos
“martes” con sangre
en nuestras puertas
y escupiremos múltiplos de cinco.
Abriremos por fin ese silencio
para siempre.
Y entonces,
solo entonces, moriremos.