martes, 26 de abril de 2011

Viajes iniciáticos

Ulises, El Quijote, Bilbo Bolsón, Dune, Hyperión... y en una versión hiperreciente, el muchachito de Into the wild. Viajes iniciáticos que ilustran la idea de que el viaje no es simplemente la meta sino el trayecto.
Pero me quedo corta diciendo esto. Hoy Apolline y Marcelo hablaron de mucho más. Los llamo por el nombre, a pesar de ser importantes académicos, docentes de La Sorbona y de tener currículums envidiables, porque nos propusieron sus ideas acerca del Reencantamiento como una charla entre amigos, un vaivén de espiritualidad y optimismo que nos renovó la mente y el corazón.
Proponer el viaje iniciático como un primer paso hacia lo desconocido, aceptando la muerte a muchas cosas y valorando el aflorar del rizoma que se va entretejiendo mientras todo transcurre.
Transcurrir, no simplemente ocurrir, pero transcurrir también aquí y ahora, en el "instante eterno" que posibilita ese arquetipo que podemos construir si así queremos.
Animarse al viaje.
Y animarse también a entrechocarse alegremente con el otro, a tocarse, a sentirse, a palparse inmensamente otro pero parte de mi ser universal.
Algo anda entre nosotros y nos despierta. Como recién nacidos nos envuelve en un abrazo blando. El invierno viene con frazadas, viene con té de canela y miel.
Cualquier viaje puede empezar ahora. Cualquier tiempo es bueno para ajustarse los cinturones.

sábado, 23 de abril de 2011

todoasí



Una vaga costumbre de mirar para arriba así porque sí porque no hay que pagar solamente y el cielo nos tiene preparada la sorpresa del siglo todo nubes barriletes y sensaciones de ay! frío y viento algo de lluvia y no nos mojamos bajo el techo de lona que vaya si llueve luego el piso es todo nuestro es nuestro en este viernes tan sábado y lleno de planes que no sabemos cuándo cumplir pero debemos como la espera de los buzos de lana al invierno mirá una basurita ahí en el piso el piso el piso que nos devuelve la mirada abajo y nunca es tarde para volver arriba pero mientras tanto...

mientras tanto yo me como las nubes que nadie me ragaló.
ñam!

martes, 19 de abril de 2011

Ahora

me despeina un viento transfluvial
algo que mueve las hojas
algo que mueve la arena
imaginada
detrás de las olas.
recorrimos paisajes húmedos
húmedos de tan honda hora
de tan acabados camuflajes
de tan silabeadas noches.
sin poder dormir mano por mano
pie por pie, con pie, con mano
con dedos que se crucen y una caricia
nos absorbimos lentamente la espera
y en la lluvia también húmedos de miedo
de hasta pronto
ahora.

(save one for the morning, yeah. save a beautiful song for the morning, babe)




martes, 12 de abril de 2011

Infelices

"La felicidad se trata siempre de algo que pasó o que estará por venir"
Diálogos con un hombre de metal

- ¿Y qué es lo que estás buscando?
- No sé, creo que me gustan los infelices. La gente feliz me aburre o me parece poco interesante.
- Para salvarlos. Vos y tu manía... pero su felicidad no siempre tiene que ver con la tuya.
- Lo sé, creo que aprendí la lección.
- ¿Te acordás lo de las madres doctoras?
- Sí, señal de que no eran ellos quienes iban a salvarme.
- Exacto.
- Bueno, pero ya rompí esa racha.
- Quizás, pero no la de los infelices.


Y la noche suena así... (porque qué se hace cuando no se tienen pistas y lo único que se hace es absolutamente nada)


miércoles, 6 de abril de 2011

In Memoriam

Lo vi ahí, a unos cinco metros, despidiéndose, guiando cual maestro de ceremonia el silencio de la escasa concurrencia.
De frente al nicho cerrado, la cara levemente inclinada y los dedos de la mano derecha sobre los costados de la nariz, a la altura de los ojos. No sé bien si lloró. Mi cabeza estaba ocupada tratando de enviar absurdamente mensajes telepáticos, gritos de ánimo, caricias.
Se despidió de ella y sólo de ella. Cuando hubo acabado enderezó la cabeza y se apartó de la gente. Pasó a mi lado y como si estuviésemos sincronizados, salí calmadamente a su encuentro, le rodeé el torso con mis brazos y continuamos la caminata juntos, sin detenernos hasta el pie de una escalera.
Hace tanto que sabemos nuestro íntimo código de silencios que no hubo necesidad de nada más.
La gente se fue, quedaron los necesarios.
En mi memoria la imagen del hijo diciéndole adiós por última vez a su madre.
Quedó también la estela de esa despedida conmovedora, de esa suspensión en el tiempo y la pregunta gaseosa que flota sin que nadie se anime a formularla. No sabremos nunca quiénes la quisieron de verdad o si de verdad alguien la quiso.
De todas formas, esto va In Memoriam.

sábado, 2 de abril de 2011

Datos inútiles

Uno de los tantos juegos tácitos que tenía de niña con mi papá era el de coleccionar datos inútiles. El juego incluía diferentes categorías, desde inventos casuales hasta los segundos en lograr una hazaña, a quienes nadie recuerda, obnubilados por los primeros.
El gusto por coleccionar datos inútiles o que no cambian demasiado la percepción de sucesos o cosas, me ha perseguido siempre. Es así que en diversos tours improvisados por la ciudad, suelo contarle a los extranjeros cosas que sé sobre detalles ínfimos de calles, edificios o sitios.
Creo que en un tiempo debería hacer una especie de antología de datos inútiles que he coleccionado durante años.
Con todo esto iba a que el otro día pensé en mi día como una serie de sucesos que tenía ganas de contar pero que no representan nada especial o de interés para nadie. Simplezas que después de acabado el día aparecieron en mi mente como fotos nítidas de el día concluido. Pensé en mi juego y mi interés y tuve la esperanza de que exista más gente coleccionando por ahí datos inútiles.
Fue así que me decidí a contar que me fui temprano de la tarde a la playa, abrigada y de zapatos, a caminar mientras escuchaba la banda sonora del día, observando a las señoras de Pocitos pasear sus perros y mirando el mar para olvidar que allá atrás corrían los autos.
Pensé en qué tan lejos estaremos de crear algo que aporte, sentí el temor y a su vez el desafío de que todo pueda ya estar inventado.
Escribí dos mails que debía haber mandado hace siglos y aún tengo uno pendiente, a alguien que debe creer que soy una incumplidora irresponsable y no que he estado ocupada lejos de la computadora desde hace tiempo.
Me reencontré con gente que hacía mucho tiempo no veía. Disfruté de dos o tres casualidades. Caminé en la noche por ese barrio que hacía tiempo no pisaba, pensé en quedarme en suspenso mientras volvía a casa.
Me levanté temprano, me dormí en el ómnibus, pensé más de tres veces en la misma persona, leí sobre Gadamer, Lygia Clark y pensé en varios proyectos a futuro.
Tuve pereza y frío, sueño, hambre, miedo.
Me sentí insignificante y a la vez digna de un libro.