sábado, 28 de junio de 2008

Olorcito

Inspirado por Jor

Pasás, la mayoría de las veces con la guardia baja, y, quién sabe cuándo, te sorprende ese olorcito. Llega lejano al principio, te da tiempo a pensar que te lo estás imaginando, que es otro de esos recuerdos que te asaltan cuando menos lo esperás, pero no, después se empieza a sentir más cerca y buscás apresurada de dónde proviene.
Capaz te das cuenta de que sale del cuello del que va adelante, sin rumbo en particular, sin más apuro que vos.
No es olor a perfume, es el olor del abrazo, el olor rico de buena gente o, en el peor de los casos, de otro hombre.
Y girás la cabeza, procurás huir, sobrepasarlo, pero la masa informe de gente que tapia la avenida te lo impide y suspirás suspirás suspirás, mirás hacia arriba, más que siempre. Suspirás un suspiro que no pensabas que tenías.

"Mujeres que quizás / hoy no puedas pagar / cuestionan con sus labios la verdad / de que aún seguimos vivos"

Y no hay otra. El dueño del olor sin perfume se te borra de la cabeza pero el aroma queda prendido, como cuando le das ese abrazo al tipo que te arranca el sueño y él suspira frente a tu reloj de arena.

miércoles, 25 de junio de 2008

Estas tardes de frío.

Agujereo gritos que pintan llagas en mi boca. Porque el tiempo duele cuando pasa de una mano fría a otra, cuando se entrevera entre los pelos sucios de esas niñas en edad escolar que no van a la escuela.
Pero así y todo hay que seguir levantándose a una hora decorosa, hacer los mandados, ordenar lo ordenable, cumplir con exigencias domésticas e irse uno mismo domesticando, que de eso se trata la vida, cumplir horarios de clases y dejar tiempo para que luego no nos reclamen los amigos. Hay que hacer un par de llamados telefónicos al mes, revisar el gallito, evaluar las consecuencias de las peleas, las reconciliaciones y la lista de gente a quienes ignorar. Hay que escribr, escribir, tratar de anotar cada idea que viene porque así de frágil se va y se pierde y quién sabe si no la encuentra alguien por ahí y comete malapraxis. Hay que fotografiar cada viaje en ómnibus, cada clase monótona, cada caminata de punta a punta de dieciocho, cada viejito sentado en la plaza, cada paloma y cada bichicome.
Pero de todas formas el viento volará los cartones, despeinará lo indespeinable, matará de hambre y frío a los pobladores de debajo de los puentes.
Cada calle rumiará para sus adentros su mayor o menor desdicha, pero todas serán testigos de una vida encartonada y sola.
Pero así y todo hay que seguir escuchando absurdas propuestas en la tele, sabelotodos en las radios. A veces pienso que me salvan los balcones dentro de los que imagino mi vida a mi manera. Y a veces nada más me dan ganas de acompañarlas hasta la puerta de la escuela.

martes, 17 de junio de 2008

Manías

En clase las mesas son grandes y con una superficie blanca con tramas originalísimas de rayas, producto de los sucesivos cortes con trincheta que propician los alumnos sobre ellas.
Siempre me han parecido un lugar sumamente cómodo para trabajar y piezas codiciadas para mi inventario personal.
A través de estos tres años, he descubierto una manía que tengo con respecto a las mesas de clase. Siempre hago un despliegue excepcional de objetos, independientemente del uso que pueda darles para la asignatura concreta.
Hoy me detuve a pensarlo y contemplé a mi alrededor. En mi correspondiente "sector" de la mesa -en esa clase la compartíamos entre tres personas- estaban: mi pequeño bolso, abierto y un poco gastado, compañero y cómplice de idas y venidas, de glamour, lluvia y encuentros soñados; una enorme cartuchera, un tanto infantil, que quienes me conocen saben reconocer como mía; la agenda, objeto que alberga más manías (las listas de cosas pendientes, las crónicas de diversos sucesos); mi infaltable y casera libretita ovejanegra; dos revistas freeway, primero de estos objetos que tenía que ver con la clase; "Cartas a mi madre", de Sylvia Plath, libro que leo actualmente con estupor y entusiasmo; un gorrito de pana y unas cuantas impresiones de trabajos para otra clase.
Miro todos los objetos y sonrío. ¡Sufro tanto en las clases teóricas con bancos pequeñísimos!
Eso ahí en la mesa soy yo hoy, eso allí es mi estado de ánimo, mi pequeño mundo, mi historia, mi vida, de cierta forma.
Alguna persona observadora sería capaz de aprender y saber muchas cosas sobre mí estudiando esta maniática costumbre de desparramar mi ser en las mesas de la universidad. Imagino a alguno de los que me conoce sonriendo al figurarse que esto es fácilmente comprobable.

martes, 10 de junio de 2008

En la escuela

En la escuela
él era gordo
y yo fea.

Los piratas de la luz
esconden las alfombras
bajo las que uno siempre
barre
el polvo.

Los piratas de la luz
hacen un poco de ruido
por la mañana
a falta de gallo
y despertadores.

Esa costumbre de desván
me desolla los ojos.
Las fotos blanquísimas
las caras las túnicas los portones el camino los padres el kiosco.
Los barcos de los piratas
de la luz
me quieren lanzar por la borda.

Tengo una vida
tal vez no es mucho
no se parece
como debiera
a los dibujitos con crayola
pero aunque me falta
un perro fiel
y quisiera más horas
es mía.

Por las noches pongo trampas
para atrapar a los piratas
de la luz
a los fantasmas
de los roperos.
Los busco con ojos prestados
y propios
mientras los hombres saltan
de alma en alma.

Nunca consigo
atraparlos
(¡si supieran de mis buenas intenciones!)

En la escuela
él era gordo
y yo fea.

Mayo 2008

viernes, 6 de junio de 2008

sucesos y recuerdos

Cuando fui más grande, empecé a llegar tarde sola.
Un tarde que en realidad era temprano.
No había cosa más linda que caminar al amanecer por esa calle que de noche me aterraba tanto. No había cosa más linda que sentir el frío de la mañana recién consumada, sabiendo que pronto estaría en la cama, durmiendo al son de los primeros pajaritos.
Y los tacos, los ruidos de mis tacos retumbando en todo el barrio, reproduciendo el sonido de la libertad y el secreto de mi llegada.
Esas mañanas eran las más disfrutables. Eso de empezar la mañana sabiendo que esperaba el sueño me daba un placer irrevocable y de cuento.

"...tengo veinte años incumpliéndose en la esquina
la madrugada fría
acorralando el trote del desvelo..."

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Fue como la película 'Amelie'. De a ratos me partía de la risa, de a ratos lloraba como una tarada y al segundo siguiente volvía a descostillarme. Pero lloré, sí, como una tonta, con la intruducción a 'Recuerdo' y durante toda la canción. Me contuve en 'A las madres de mayo', 'Zamba del emigrante' y tantas otras, solo porque quería cantar.
Y lo tenía ahí, casi para tocarlo.
Es bueno saber que aún quedan quienes le canten a todas esas cosas que una quiere, con las que sueña o que tal vez le sucedieron. Es bueno saber que alguien desde detalles simples puede hacerte el día, hacer que te sientas la persona más afortunada del mundo.
La música me envuelve, lloro, río, amèlie, ismael, lloro, recuerdo, río, un muerto encierras, río más, javier bergia, reflejos perdidos, lloro un poco, caperucita, ismael que ríe, canta, sueña con nosotros, la cigarra, otra, otra, otra...
Y el vértigo que cierra la noche en que me es casi imposible pegar un ojo.

Gracias señores Ismael y Rodolfo Serrano, por creer que otro mundo es posible, por regalarle a esta insignificante muchacha un poco de vida en estas tardes muertas.

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Nuevo blog: La vida en un cassette.
Lado A y Lado B estarán hablando desde diferentes lados de la vida.

lunes, 2 de junio de 2008

Ya sé que no, pero...

Es raro cuando me emociona una canción o un poema sobre una pasión que nunca he sentido. Es un milagro que merece mi humilde reverencia, como dice 'C'.
Hoy escuché 'El tipo de la radio', de Tabaré Cardozo, hacía mil que no la escuchaba y me despertó las mismas sensaciones de la primera vez que la escuché. No me gusta el fútbol y sin embargo esta canción me eriza la piel.

"Estoy ahí
Ya se que no pero yo estoy ahí
Si el tipo de la radio me lo cuenta
Remonto en cada gol una cometa
Ya se que no pero yo estoy ahí..."
completa

Me pasó también hoy (no sé si será el día o qué) con 'La Niebla', el cuplé de Agarrate Catalina. Pero eso creo que le eriza la piel a cualquiera que tenga algún viejito querido cerca, así no sufra ninguna demencia senil, así goce de buena salud... simpre está latente el miedo al olvido y a perderlos en la niebla.