viernes, 29 de enero de 2010

Bienvenida, soledad

El mar como una brújula de tiempo y geografía, indicando el este y el oeste en cada caminata, pero inundándome de días, de horas, de minutos, una cuenta regresiva hermosa y asfixiante.
El mar saludándome entre las ganas de sol y el placer de caminar a su lado. Las olas de todos los colores que tocan mis pies, la certeza de una energía que asciende por mis piernas y desemboca en un lugar desconocido.
Una soledad tibia y llena de risas me invade y es bienvenida. Yo escucho, aprendo, intervengo a veces, pero escucho y miro, mientras a mi alrededor transcurren las cosas más mundanas de manera sublime. Soy una lenta espectadora del mundo, de las vacaciones con los de siempre, de las bromas entre hermanas y las risas infinitas.
Soy una simple espectadora refugiada entre libros y papeles, cuadernos, palabras propias que salen sin pedir permiso.
La soledad es bienvenida en ese pequeño infierno de paz y desconexión, en la lentitud de las horas con el sol bañándonos la cara, en la fatigosa necesidad de juegos y la adrenalina del descanso.
Una soledad que ha inmigrado a mi cuerpo vacío y se instala alegremente, mientras me busco con ojos y saliva, con esperanza y ruido, con motores de té y galletas.

jueves, 28 de enero de 2010

Viento


- ¿Tenés miedo? - le preguntó como si fuera lo más normal del mundo.
- Por supuesto - respondió, en un susurro pero con una amplia sonrisa que iluminaba su boca.
- De algo hay que morirse, ¿qué mejor que de un vértigo por el salto hacia lo desconocido?
- Es cierto, ¿qué mejor?
Entonces, cruzaron los dedos y caminaron sobre el césped, atravesando las sábanas blancas que colgaban en todos y todos los jardines vecinos, que ondeaban sus bordes próximos a las madreselvas, acariciándoles con el perfume del viento.
Caminaron sobre el césped, descalzos, hasta siempre.

viernes, 15 de enero de 2010

Despedidas


Diario de viaje XVI

♪"Podría disimular pero el olor de tu voz se acurrucó entre mis cosas"
Y en cierto momento creo que lo dije, todo tenía ese olor que había sentido tanto tiempo respirar tan cerca.
Luego se me vienen a la mente unos versos de Borges, casi al azar:

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Límites es el título del poema, y ahora se me hace tan justo... Límites, poner barreras y querer cruzarlas una y otra vez, con la boca, con las manos, con palabras, pero de nuevo barreras, voluntarias e involuntarias, ajenas y propias. Límites geográficos y personales, límites suicidas que invocan noches en que todo es confuso.
Pero de nuevo el olor... podría disimular pero no quiero, podría fingir que hay tantos límites que me impiden cantar bajito esa canción, pero no quiero. Entonces miro distraída a la gente en el bar, mientras hablan de cosas que ya no me incluyen y respiro el olor en mis brazos. Cierro los ojos. Y entiendo tanto...

9/1/10



Diario de viaje XVII

Todo lo que alguna vez quise estaba ahí.
Sonreí y apuré el paso. Todo fue perfecto, incluso el calor y los mosquitos.
Y si agrego detalles, sólo serán detalles, palabras, retratos de alguna escena aburrida en una ciudad, fragmentos de un viaje.
Lo importante es que por un rato todo lo que siempre quise estaba allí y me miraba.


9/1/10



Diario de viaje XVIII

Quería certezas y me empeñaba en buscarlas, en fabricarlas de alguna manera. No me di cuenta hasta entonces que eran otro tipo de certezas las que me esperaban y que tenía que aceptarlas, abrirles la puerta, dejarlas entrar y no preocuparme por buscar otras más trascendentes.
Las certezas del cariño, de los pequeños gestos que engrandecen, que quieran ir a verme un último ratito antes de que parta quién sabe por cuánto tiempo. La certeza de que siempre hay planes, de que las risas son más lindas de a muchos, de que puede haber paz en cualquier momento, aunque sea por poco rato, cuando alguien nos quiere. Que querer implica algo más allá de verse todo el tiempo o conocerse de toda la vida.
Certezas, montañas y montañas de certezas que se acumulan para iluminar el regreso a casa.

10/1/10

jueves, 14 de enero de 2010

Viernes

Diario de viaje XII

Tan a tiempo y tan inoportuna.
Escribo. Dejo el lápiz, miro lo que me rodea. Robé la frase entonces y la robo ahora. Sé que me quiere decir algo. Se me resbalan los días entre calores que no entiendo, el poco aire que corre en esta gran ciudad, entre toda la gente que quiere mimarme, acompañarme, verme y hacerme reír. Y sin embargo me siento inoportuna, difícil, fuera de lugar, forzando mi entrada en algo que no quiere dejarme entrar del todo.
Tantos planes vueltos espuma, torno a robar.
Aunque para mí todo sea tan, tan a tiempo...

8/1/10



Diario de viaje XIII

No confiaba en mí. Luego de tomar todos los medios de transportes correctos, estar en el lugar que creía correcto y reconocerme en él, me siento bien. Pero luego el desencuetro. Pero luego el sol entrando por la ventanilla del tren, con un poco de aire que nos despeja. Sonreímos y todo se convierte en esa parte linda del verano, cuando no importa la ropa transpirada, los mosquitos acosadores ni la pesadez de la humedad.
Recorremos lugares donde hubiésemos querido estar un siglo atrás, tanteando con los ojos de la imaginación esos rostros vistos sólo en fotografías. Escuchamos y yo anoto cosas en mi libreta; por algún margen creo escribir que la libreta parece una enorme ensalada llena de dibujos, notas, poemas y fragmentos como este.
Afuera hay un parque que nos envuelve en sombras frescas y una pérgola que invita a sentarse. El reposo y de nuevo la imaginación que se transporta a las posibilidades del lugar de hace un siglo.
La vuelta huele a despedida, pero también se carga de promesas. Existe ya una conexión que permite que los silencios sean sólo circunstancias y no esa cosa incómoda de hace unos días. Vuelven las risas y al fin un "hasta el domingo" que me tranquiliza.
De nuevo el corazón se llena de bancos en los que reposar por un rato de la cansada travesía de la vida.

8/1/10



Diario de viaje XIV

Los excesos se curan con té. Al menos eso creí balbucear mientras ponía la caldera en el fuego. No sé si funcionó, pero el té puso sus manos en mis hombros y me invitó a una danza en silencio, a oscuras, entregándome de a poco a su calidez y su aroma sanador.
Bailamos por minutos que parecieron horas, entrando y saliendo de una ingravidez precisa, el aroma a menta llenándome los huecos heridos por la cena. Sonreí mientras la música seguía y apenas quedaba una gota de té en la taza. La dejé de nuevo donde estaba y acaricié con mis dedos la cajita de madera...

8/1/10

miércoles, 13 de enero de 2010

Sin planes

Diario de viaje VIII

Me olvidé cómo se escribe cuando una está triste. Más si la tristeza viene de la audición de música clásica en una radio desconocida. Da una sensación extraña, como si cada nota pudiera entrar en mi cabeza y extirpar una de sus tantas locuras para transformarla en una nostalgia absurda.
Pero olvidé cómo hacer para escribir cuando estoy en este estado. Antes era lo perfecto, las palabras eran vomitadas con facilidad. Ahora solo aparecen lugares comunes, imágenes de cosas grises y colgantes, niebla, frío y ascensores que solo bajan.
Me asusta la terquedad de la dicha, la facilidad de la sonrisa, sentirme como una nena desamparada sin ella. Ser otra solo porque en algún momento creí ser bastante feliz.

4/1/10



Diario de viaje IX

Las caras me sorpresnden
en su antipatía deforme
como ensayada
despejada y tranquila
un coloquio de vacas insomnes.
Afuera se agota el mundo
el pinchazo del calor
que exhalan las pieles
repletas de día.
Afuera escuchan todo
lo que alguna vez quise decir.
Soy ajena y primitiva
en mi ostra de papel.
Y esta sangre perenne encamina
lo poco que guardo
hacia un hemisferio
demasiado igual al mío.

Subte de regreso a casa
6/1/10



Diario de viaje X

Hay tantas cosas que se llenan de nervios, expectativas a punto de ser rotas en mil pedazos, cumplidas o superadas. Todo un cúmulo de posibilidades. Pero siempre todo es mejor. Cada hojita de árbol, cada parque, cada interminable caminata es mejor de lo planeado.
Se hace simple tomar mate en un parque y reir a más no poder. Y eso ya es lo mejor que podría haber pasado en un día. Se vuelve simple compartir proyectos y planear cosas, mirar exposiciones en museos, contar anécdotas, viajar junto a quienes uno quiere sin demasiada explicación.
Y todo es mejor de lo pensado. Escribir sobre las pequeñeces se vuelve algo complicado y muy absurdo. Lo vivido en eso pequeño es lo que vuelve interesante cada minuto de calor y mosquitos, cada cansancio, cada desencuentro accidental.

7/1/10



Diario de viaje XI


8/1/10


martes, 12 de enero de 2010

Parques y plazas

Diario de viaje V

Un leve impacto
y desaparecen
los árboles, los pájaros
las sonrisas en las caras de los niños

el grave semblante de las madres.

Se pierde la tarde.
Un leve impacto

el chasquido de mis dedos,

mi solo deseo de conservar una foto
que no puedo sacar.

Algo arde en algún sitio
muy parecido a mis piernas

algo que reclama a Dios

se esconde del calor
y enfría sus pupilas.

La tarde es dueña
de mis cinco pestañas

las sonrisas en las caras de los niños

el grave semblante de las maddres.

Yo grito

con los labios cerrados

sin saber mi nombre.

4/1/10


Diario de viaje VI

Aparezco en un espejo
en medio de una plaza.
Ellos, como nosotros allá
cuando estábamos
cerca del mar, los locos y los viejos.
Lo demás está escrito en alguna parte
quizás en el doblez principiante
de mi pollera verde.

4/1/10


Diario de viaje VII



4/1/10

Observación

(en estos días estaré posteando casi cada día fragmentos de mi diario de viaje. frases escritas en libretas, pasajes, papeles sueltos, dibujos, rayas, etc)

Diario de viaje I


Me gusta mirar a la gente cuando maneja. Los hombres parecen más hombres. Las mujeres más mujeres.
Adquieren una especie de concentración extraña, el je ne sais quois que les otorga un semblante distinto y hermoso.

4/1/10



Diario de viaje II

Me gusta ser invisible en este lugar donde cada par de ojos ignora mi sangre, mi idioma de tero, mi sed de montañas y mi olor a mar.

4/1/10



Diario de viaje III

Me nombran
y de pronto nazco en otras bocas
con el verano inundándome de espectros.
Me nombran
o nombran a esa suerte de extraña
que compartió
suicidios conmigo.

4/1/10


Diario de viaje IV

La ciudad se desparrama, oscura, casi quieta en un domingo que puede ser cualquiera.
Yo enmudezco por horas, como si esta ciudad ambigua me quisiera así, con los labios juntos y la soledad atropellándose adentro.
Necesito un limbo (es todo lo que pienso mientras callo dentro de un auto, con mis adentros sonriendo, la felicidad que explota pero la cabeza malsana), no estar en ningún lugar, ni en un punto de partida ni en el de llegada, flotar sin rumbo, sin compañía, sin nada más que yo misma, bastarme en un universo paralelo en el que pueda sonreír o llorar sin preguntas y, sobre todo, sin tener que dar respuestas.

"Me busco para adentro
me asusto"

Me cito a mí misma, con un poema de hace dos años. Soy tan clichè al pensar "me busco y no me encuentro..." Pero peor que no hallarme es tener miedo, temerle a lo que pueda encontrar si me busco tanto.
Entonces me asusto. Me agradan todos a mi alrededor, me hacen sentir bien, me quieren. Soy feliz, de alguna forma. Me asusto.

4/1/10


domingo, 3 de enero de 2010

Cinco sentidos

No pensaba escribir otra cosa antes de irme de vacaciones. Pero resulta que sí. Que vinieron cinco mariposas a habitar mi cuello, casi sin pedir permiso y sin poder quedarse, revolotearon sus alas con la paz de un vientito de verano, con el aire tibio del comienzo de una nueva década.
Una se posó en mis ojos, en la soledad de mis escasas pestañas. Arrinconó su levedad en lo convexo de mis párpados y apenas discutió con las ojeras.
Otra besó con suavidad las pecas de mi nariz, la hizo sonreir por las casualidades, por los recuerdos, por lo extraño de un recuerdo de cosas que aún no sucedieron.
Una diferente zumbó con un aleteo desconocido en mis oídos, dejándolos en la plena incertidumbre, con la promesa de una larga jornada de melodías.
En la boca se acurrucó esa otra que venía de lejos, se paró a descansar de su larga jornada, consintiendo los antojos de sabores dulces.
Por último la que definitivamente anidó en las manos, en la superficie del tiempo de poros y blancura fosforescente, en las venas azules que le sirvieron de camino, en el temblor imperceptible de una risa.


[ahora sí, me voy por unos días y quién sabe cuánto traiga por estos lados]