viernes, 21 de diciembre de 2012

PAZ

No soy la persona más pacífica del mundo ni mucho menos.
Pero, y a pesar de que suena como palabra trillada de tarjeta navideña, quiero regalar paz en estos tiempos.
Paz para una amiga que la pide a gritos y quiero hacerle saber que estoy, aunque nos separe un río y varios kilómetros.
Paz para esa persona que sufre la enfermedad ajena y la culpa lo inquieta.
Paz para mi amiga que está viendo su mundo revolucionado, lleno de experiencias nuevas.
Paz para mi hermana que está en los últimos aprontes de su viaje como voluntaria y a la que no veré durante un año.
Paz para mi hermana Babilonia, sacudida por un 2012 turbulento.
Paz para mis abuelos que sienten cada vez más el peso de los años.
Paz para muchas personas que no conozco y sé que la necesitan.
Paz, tranquilidad llena de alegría y entendimiento, una fortaleza particular que nos llena el alma y nos hace más armónicos con lo que nos rodea.
Y paz para mí, para nuestra pareja, para encarar los tiempos que se vienen. Paz para sobrellevar los miedos y las contrariedades de un corazón que no se cansa nunca de sentir.

domingo, 25 de noviembre de 2012

El tipo que canta XI

"No se nombra a las sirenas por su nombre"
3Pecados

Todas las expectativas puestas en la noche, todas esas almas que nos dan la sensación de que la ciudad entera se arrinconó en esa esquina, que todo Montevideo fue al recital, que esperamos todo el año por la recuperación de Diego y por volver a escuchar la voz de Pau en esa banda que me vuela la cabeza.
Poco a poco me sumerjo en mí misma, encerrada entre otros cuerpos que tienen la mirada fija en algo que no alcanzo a ver. Maldigo mi corta estatura pero la música llega y alcanza y emociona y me recarga de una energía inusual.
Como punto de inflexión, centran en mí las conversaciones de amigos, ex de amigos, novios de amigos y todo es una constelación oblicua de relaciones humanas que me atrapa y entre la euforia musical me mantiene despierta la sonrisa.
Se nos va la cabeza en el ruido, las distorsiones y la voz de El tipo que canta, tan especial, malditamente encantadora y extraña, la antivoz, uno de los ejemplos por los que habría que ampliar el concepto de "cantar bien".
La noche es nuestra, como cada vez que nos sumergimos en estas fiestas espontáneas de música y amigos.
Caminamos hasta que nos duelen los pies, ponemos nuestras almas sobre la calle con delicadeza, intercambiando sorbo a sorbo esas cosas que compartimos en nuestra amistad de colores.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Expuestos



mi vestido y el museo, cómplices de esa sed del tacto...

martes, 13 de noviembre de 2012

Fosforecen II


miércoles, 7 de noviembre de 2012

nostalgia

nostalgia infinita. piruetas en la cuerda floja. las noches de abrazos bajo el calor y el aire de mentira que da un viejo aire acondicionado. nostalgia infinita. las ganas de ser otra cosa, pero tan así, pero tan esto repartido en más horas. más. insatisfacción infinita, sí. y nostalgia. de esa que hace doler el centro mismo del pecho. las curvas resbalosas de los días en que hay que volver a empezar. rutina. nostalgia. rutina. y todo otra vez. hasta que el río quede a mis espaldas. entonces de nuevo. la risa. solo para vos.
y aunque te lo digo siempre sé que es bueno repetirlo. cada tanto hacerlo público. pero así. tomando desde adentro de la nostalgia lo que la provoca. el recuerdo permanente de lo feliz que me siento contigo.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Fin

No te voy a cansar con más poemas.
Digamos que te dije
nubes, tijeras, barriletes, lápices,
y acaso alguna vez
te sonreíste.

Julio Cortázar.


Él le decía adiós a Cris. Y a veces hay que decirle adiós a los fantasmas chiquititos que nos quitan el sueño. Sonreír porque te vas a dormir en paz después de regurgitar una tormenta. Taparte hasta la cabeza con la sábana pensando en que mañana es Halloween y no te importa en lo más mínimo. Desear que llegue el verano con su música de grillos y esperar, agazapada, la aventura.

jueves, 25 de octubre de 2012

(en)Trance

"El viejo truco de andar por la sombra"
Charly García

Al cuerpo ya le duelen las despedidas, se va enfermando de ausencias mientras las noches asustadas piden tregua.
Vos me hablás de esos viajes que emprendemos, me describís como la pasajera en tránsito perpetuo y yo que sólo sé de cadenas en los pies, de estar demasiado atada a un cuerpo y a pocas fronteras. Pero sí, me decís, parecés uno más de los que están acá, de paso, esperando algo.
Y en esa oscuridad, mientras los que esperan se van a dormir, las voces cruzan de sillón a sillón y se enredan entre los ruidos propios de una casa durante la noche. Y las voces y las miradas se encuentran mientras los dos esperamos algo, mientras amamos a personas que están lejos, mientras te rompo la cabeza con esas preguntas inoportunas que te soplan el castillo de naipes, mientras sonrío al darme cuenta que cada palabra que sale de tu boca es poesía.
Repasamos aquella novela:
"Le daba rabia llamarse Traveler, él que nunca se había movido de la Argentina como no fuera para cruzar a Montevideo y una vez a Asunción del Paraguay, metrópolis recordadas con soberana indiferencia. A los cuarenta años seguía adherido a la calle Cachimayo (...)Una cosa había que reconocer y era que, a diferencia de casi todos sus amigos, Traveler no le echaba la culpa a la vida o a la suerte por no haber podido viajar a gusto. Simplemente se bebía una ginebra de un trago, y se trataba a sí mismo de cretinacho."
Y me contás sobre el Ulises de Joyce, sobre la pasividad de ese personaje y entonces si yo soy Traveler vos serás Leopold Bloom, decís, y en secreto yo me imagino cómo será un Bloomsday en Dublín. Y me río, pensando que quizás nunca conozca Dublín.
Nos encontraremos en otra sombra, decís al despedirte. Sonrío con toda la sombra del mundo transformada en lágrimas.

"Un amor real es como dormir y estar despierto"


viernes, 19 de octubre de 2012

Resurrecciones

"Algo tienen esos años que me hacen poner así"
F.P.

Montaña rusa, bebés a mi salud y me doy cuenta que después de la tormenta tuve esa certeza indescriptible.
Pasarán los meses, los años, quizás alguna década, hasta que llegue ese instante en que la profecía sutil se cumpla. Y durará lo que tenga que durar, pero no podremos evitar la sonrisa en que nos digamos sin hablar que supimos desde siempre que sucedería.

La cobardía nos ataca a destiempo, como todo lo demás. No coincidimos ni en el amor ni en el odio, ni en las sonrisas premeditadas, ni en los gestos de silencio, no coincidimos en los momentos de reflotar algún recuerdo, algún trozo apolillado de diario. La cobardía nos puebla las pestañas. Pero es la única forma de salvarnos de nosotros mismos.

Hartos del tiempo, del quehacer del tiempo, de los clichés sobre el tiempo, bostezamos también a destiempo nuestras agendas inventadas. Todo se trata de esquivarle a algo que creemos es destino. Quizás ni siquiera lo sea.

martes, 16 de octubre de 2012

Tres mujeres

I
Cambiamos los mates por cervezas y celebramos la llegada de la primavera entre risas. Su pelo largo resplandece en la tarde, su sonrisa entre los comentarios exaltados de siempre es una bendición entre tanto día gris cargado de humedad y el desgano.
Ese reencuentro esperado, los abrazos y la energía que nos hace bailar a la noche, siendo parte de la música, con los chismes, los amigos y la euforia de estar juntas.
El 117 tiene tu nombre, hacia el norte, con la brújula que inventamos para no perdernos nunca entre esferas imposibles.

II
No me importan los viajes de larga distancia. Menos cuando me llevan a la calidez de tu abrazo, a mirar tus ojos claros contándome las novedades. La tarde más sencilla del mundo, y sin embargo tan perfecta, tan cómoda entre nuestras pieles blancas que le huyen al sol. Nos rodea un arcoiris hecho de retazos de objetos, los colores de una multitud con aroma a nuevo. Y ahí sentadas las dos, compartiendo el mate y viendo a la gente pasar, siento que cada vez me hacen mejor los viajes, que la distancia es un invento para los cobardes.

III
Quererte es poco. Esa lluvia compartida, esas miradas y esos silencios que lo dicen todo, el cadáver exquisito que te leo en voz alta, los mensajes que dibujo en un papel cualquiera, las mil formas de sentirnos como en casa, una en el corazón de la otra...
La vida es eso: tocar timbre a cualquier hora buscando tu abrazo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Reencontrarse

Hay noches en que extraño demasiado cosas que quizás tuve fugazmente, supe aprovechar, pero sé que no volverán, o no de la misma manera.
Me dedico a añorar, cada tanto, a las personas que pasaron por mi vida, con quienes compartí muchos momentos alegres, charlas, salidas, emociones como de montaña rusa y que tuvieron que partir hacia sus lugares de origen o a otros destinos.
Estoy sola y me amargo por los buenos tiempos que quedaron en el pasado.
Estoy sola y las noticias internacionales y regionales me colocan el corazón en posiciones poco seguras, la noche que no se decide a ser primavera me desvela y en el insomnio pasan por mi cabeza cientos de rostros.
Ahora que vuelvo a abrazar a mi madre elegida para no soltarla más, para no despedirla más en ningún aeropuerto, pienso nuevamente en esas caras que ya se borronean.
De pronto encuentro consuelo en la esperanza de que los años nos llevan siempre de vuelta a los amigos. A ellos, los que nos dieron incansables momentos de risas y corazones llenos de gratitud y alegría.
Ha sido una semana de reencuentros. O más bien llena de promesas de reencuentros.
Más que nada espero reencontrarme con esa que fui algún día...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Fosforecen

Te inventé un nombre
bajo la lluvia
para que el olvido
no fuera suficiente
para enredarnos en hilos invisibles
que fosforecen
y nos guían en lo oscuro
de la duda.

viernes, 31 de agosto de 2012

Sobre la debilidad humana ante el contacto temporal

La humedad se asusta de la piel perfecta, se instala en mis pies que no han terminado de recorrer el camino a casa.
Y sin embargo hay un cuerpo que se despide del día, en otra oscuridad, cegando a las sábanas con su roce exquisito.
Hay un cuerpo traído del infinito, suave hasta las lágrimas, que abandona la caricia justo a tiempo.
Un sofismo luminoso se encarga de encerrarlo para siempre en la memoria.

jueves, 23 de agosto de 2012

Mudamente

me descubre en falta la libreta que me regalaste.
miro las hojas blancas, me miran, me preguntan cosas que no puedo responder.
porque para responderle tengo que decir piel, una piel tan suave como esas páginas vírgenes que esperan mis palabras.
y no puedo hablarle de piel al papel, como no se puede hablarle de lluvia al sol ni de amor a las piedras.
entonces debo callar, callar con la voz y con las letras, decirme mudamente a mí misma que no olvido las calles encharcadas, el cuadro del bar que habló de nosotros, la resaca de una mañana que podría haber sido distinta.
me hago un ovillo  y le rezo a santos sin nombre.

domingo, 19 de agosto de 2012

bailando bajo la lluvia

todo en el aire huele a tormenta
la noche se perfumó de lluvia

bailamos descalzos
en medio de la calle
girando entre las gotas heladas

como si tuviéramos hambre
devoramos con los ojos la madrugada
que entra a sacudirnos las tripas

luego nacemos desde el agua
mordemos la manzana
y el sueño agridulce pesa en los párpados
aunque resistamos con palabras
la caricia del viento.

viernes, 17 de agosto de 2012

Suelo

Quiero sentarme en la cama a comer chocolates. Poner algún estado inventado en Stereomood y ver qué me depara el azar.
Porque no temo engordar, ni tener más miedo, ni estar muy alegre, ni estar muy deprimida.
Hasta podría soportar la sobredosis de azúcar en mi paladar.

pero el suelo
las ganas de ser suelo
con la antena del mundo en la espalda
amigándome despacio
con los insectos.

jueves, 16 de agosto de 2012

Lo Terrible

lo terrible no es el abismo
sino descubrir
que la misma cuerda
puede servir para ahorcarnos
o para trepar y salvarnos.

y sólo tenemos un intento.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Tiempos difíciles

Home is where the heart is

Hace muchos años, escribía sobre los dos cielos separados por una cuerda donde cuelga la ropa. Ese cielo encuadrado con los palillos en medio, dividiendo las realidades que por ese entonces para mí era ser y ver dos cielos, "el vampiresco espejo de la tierra".

Hoy, bajo el mismo cielo, la misma luna, el corazón se ramifica, se parte y reparte y pareciera que pertenezco a todos lados y a ninguno a la vez.
Una parte de mi corazón se va en cada amigo que se despide, porque esta ciudad y yo estuvimos simplemente de paso en su vida. Una parte de mi corazón se queda en esa ciudad que desde hace años me da magia y amor.

Transitar las esperas con las uñas temblando, dar sorbos a la taza de café mientras el vapor empaña los lentes y se recrea en la boca, por un segundo, todos los cafés que alguna vez fueron probados.

Asustar de a poco el día, sin dejarle tiempo a que nos asuste primero. Y entrar en el círculo tan poco mágico de seguir pie detrás de pie detrás de pie todo el día evadiendo esquinas peligrosas, cruzando con el semáforo en verde o rojo, deseando que el invierno se vaya para siempre.

Y nunca reconciliarse con esa paz de saber que podíamos definir una fotografía con el título del poema, que los dos cielos eran eso dividido que unía palabras e imágenes.

viernes, 10 de agosto de 2012

proyecto de buenas energías para regalar

de cambios
de sustancias hechas energía
enraizadas en la cumbre del verbo
dando  savia alerta hacia abajo
dando de beber la luz de otros
en esos días buenos nuevas cosas hombre-mujer-yo-soy
y se da, se da en berrinche
de todo alegría todo 
en celo
espigas de sal
la sal que sala, vida
entre la guerra de transitar las calles
de cualquier ciudad.
de cambios
desde ahí donde el mundo fue otro
me doy, se da mi corazón-espiga.



martes, 17 de julio de 2012

Sobreentendidos

(texto de 2009, rescatado del olvido...)

Iván no va a explicarle, por enésima vez, que se tiene que dejar ayudar si realmente quiere mejorar en algo. No va a repetírselo y, aunque sea lo único que está dispuesto a decirle cuando al fin alcanza la puerta y toca el timbre, sabe que no lo hará. Abren. ¿Quién abre? alguien abre, saluda, lo conoce. Se conocen. Intercambian las palabras de siempre.
-Pasá, pasá.
Y traga, en silencio, pero con tristeza. En el trago se le van las fuerzas y las ganas de repetir las explicaciones.
Sube, está oscuro. ¿A quién busca? Fugazmente se le cruza esa pregunta y se ríe con amargura. No lo sabe. No lo sabés, Iván, es cierto, no sabés con quién te encontrarás hoy detrás de la puerta amarilla. Pero lo reciben con el pelo mojado cayendo en la cara y unos acordes de guitarra harto conocidos.
Está algo oscuro todavía, pero alguien detiene al otro antes que encienda el velador.
Está bien así, no importa.
Para qué luz, si no hay luz adentro.
- ¿Para qué luz, si no hay luz adentro?
Le leyó la mente. No importa. El silencio hace las veces de respuesta y cada uno parece gesticular o asentir, como si verdaderamente se tratara de una conversación telepática. Pero de telepatía no hay nada. Demasiado ruido.
Y ella está ahí, tarareando sin ganas las melodías de siempre. ¿Por qué no te aprendés una nueva? Y porque no tiene ganas, le dice, no sabe para qué lo llamó, que le hable de cualquier cosa, le dice, que no tiene ganas de pensar, le dice, que no le venga con la perorata de siempre, le dice. Le dice, le dice, le dice, casi como premiándolo con las palabras. Él quiere esas palabras en la lengua, en su lengua. Iván quiere que le pase las palabras como un caramelo o un beso, que le diga, le diga, pero en la oscuridad y sin sonidos.
Hace mucho tienen un juego. Nadie nunca explicitó las reglas, todo se maneja sobre un tablero tácito y en una nube de supuestos. Ambos saben que juegan, pero ninguno puede, en realidad, decir nada sobre el juego, porque en eso está su naturaleza. En algún momento ella va al baño. Él sabe que sobre su escritorio, siempre, siempre reposa una libreta marrón de hojas finas con márgenes rojos. Las primeras veces fueron tentación, aún no había comenzado el juego. Ella una vez lo notó, no lo sorprendió nunca leyéndola, pero se dio cuenta, de alguna forma, que Iván la leía. Y empezó el juego. Él también notó, en algún punto, que estaban jugando y que no era simplemente un descuido, se necesitaba su participación, tenía que leerla, tenía que enterarse, tenía que jugar para que ella aprendiera a callar, para que fuera más fácil decir sin decir. Las cosas mutaban según los caprichos de turno. A ella se le antojaba demorar menos en el baño un día, se le antojaba que Iván tuviera una producción descomunal de adrenalina para no ser descubierto, acaso hacía mucho ruido al salir, acaso demoraba uno o dos pasos más de lo esperado. Las reglas principales se mantenían pero había ciertas variantes.
Miradas con sobreentendidos, sonrisas a medias, labios mordidos por no poder poner en palabras lo que ambos sabían.
Era todo silencio, ritual de ir al baño, ritual de leer, tirarse en la cama, tomar algo y a las cuerdas les salía sangre de escuchar siempre los mismos temas, ¿pero para qué quiero más?. Y cómo te fue en clases, che, todo bien, todo tranquilo. Las cosas de siempre, se decían, mientras callaban tanto que detrás de los ojos se acumulaba la pelusa de los meses. Y para qué lo había llamado.
Ese día no. Este día no, Iván, no vas a dejar que cierre la puerta amarilla. Se dijo que no, que esa noche no, que tenía que pedir ayuda. ¿Para qué? ¿para quién? Si todo era un gran absurdo de conversaciones acerca de fútbol con el viejo, asentir con la cabeza ante las noticias barriales de la vieja, sonrisas premeditadas en cada intervalo. Si llegar y ser allí se parecía mucho al cariño desparramado, casi como al descuido, que lo sorprendió una tarde y al que tuvo que resignarse, entre mates y pan con grasa, que ella separaba obsesivamente de la bolsa de bizcochos.
El tiempo pasa, la guitarra sigue gimiendo seguridades, la libreta parece descansar de una larga batalla en el borde del escritorio. Iván vuelve a pensar en esas palabras que estaba dispuesto a decirle ni bien colgó el teléfono aquella noche y se dirigió a su casa. Y también vuelve a sentir que algo se lo impide, que al fin le parece más cómodo escuchar por enésima vez su acotado repertorio en las seis cuerdas, que hablar. Iván no va a decirle por enésima vez lo que tanto debería decirle esta noche. El silencio, único protagonista de todos los juegos y todos los encuentros y todas sus historias, se impone en la habitación de la puerta amarilla.
Interrumpís el paso, Iván, permitile levantarse de la cama y completar el ritual de ir al baño. Ella te sonríe, te acaricia la cara y le da la mano al silencio, que te mira antes de acompañarla y cerrar tras de sí la puerta. El baño por última vez. La libreta también mira a Iván y exhala.

miércoles, 11 de julio de 2012

Disparidad

A Virginia le parecía secretamente fascinante tener el apellido de un pintor de principios del XX.
Lo llevaba casi con orgullo, pero sin presumir, sin remarcar la casualidad a menos que alguien lo notase y en ese caso sonreía (disfrutaba que alguien se lo preguntara) y descartaba todo parentesco con naturalidad.
Se le había echado a perder la última berenjena, así que aprovechó la mañana libre para hacer compras y al pasar por el puesto de verduras, lo primero que hizo fue buscar con sus ojos el cajón de las berenjenas. Se tranquilizó al verlas allí, con su cáscara oscura brillando bajo el solcito débil de la mañana de invierno.
No recordaba exactamente cuándo había comenzado esa especie de fascinación (porque no llegaba a obsesionarla) con las berenjenas. Sentía que un par de ellas, puestas cual modelo para naturaleza muerta, en su apartamento, era un detalle necesario. Convivían con el resto de colores que decoraban desordenadamente y casi por azar la casa.
Hacía muchos años, en un escenario improvisado del liceo, había participado de la obra Pim-Pam-Pum, de Ionesco, en la que ese libreto absurdo sobre una peste que alcanza una población, había dado la idea a los directores de la obra de poner a dos berenjenas en lugar de niños en un cochecito de bebés. Ahora recordaba ese tipo de cosas y le parecían de lo más simpáticas.
De niña no podía entender cómo esas verduras de un tamaño tan imponente tenían una apariencia tan dispar por dentro y por fuera. Disfrutaba el sabor (sobre todo las milanesas de berenjenas que preparaba su abuela) y admiraba la superficie lisa y brillante de la cáscara, toda su forma la atraía.
Con el tiempo empezó a elaborar una secreta metáfora sobre la berenjena y tener un par de ellas en su casa era una especie de símbolo, de recordatorio para esa creencia personal. A menudo pensaba que estos vegetales se parecían muchísimo a las personas y muchas personas le habían causado el mismo efecto fascinante que le causó descubrir la naturaleza dispar de la berenjena, para bien o para mal. El aspecto exterior es tan disímil al interior que esta incongruencia hace que nos formulemos muchas preguntas acerca de este individuo-berenjena.
Entonces siempre un modelo de naturaleza muerta sobre la mesa, dos berenjenas entrelazadas aprovechando su curvilínea forma.
Se preguntaba si Modigliani alguna vez habría pintado berenjenas...


[otro fragmento, otro personaje de mi experimento de ficción]

lunes, 18 de junio de 2012

Cápsulas de tiempo

"Necesitaba salir, un cigarrillo, una canción que le devolviera ese calor en un lugar remoto del cuerpo, que no era precisamente el alma porque se sentía de manera muy física, pero no podía localizar en un punto certero. Sabía que apenas iba a mantener el entusiasmo de esas cavilaciones durante un par de días, a lo sumo una semana, pero el hecho de no poder bajarlas a tierra, encerrarlas en el papel, lo desconsolaba terriblemente. Se distrajo con el humo del cigarrillo y en la blancura efímera de ese humo que contrastaba con el cielo renegrido, la asociación libre lo sorprendió llevándolo nuevamente al sur. Entonces recordó las promesas de un par de años atrás, el sueño de otra persona a la que quizás amó o de la que introdujo su recuerdo en una cápsula de tiempo. Porque a veces sentía que amar era de vez en cuando eso, el estallido en la panza del enamoramiento, la idealización y de a poco la construcción de una imagen que guardábamos, por diversas razones, en una especie de cápsula de tiempo, ese experimento en que se entierran objetos de distinta índole para recuperarlos tiempo después. Y la cápsula del tiempo mantiene inmutable su contenido, creando una falsa noción de lo que se siente por ese "contenido", confundiendo la cristalización de esa imagen con la inmutabilidad de los sentimientos."

[fragmento de un escrito en proceso, desesperado, íntimo y casi automático. con miles de errores y necesidad de un mentor de ocasión. pero me decidí a compartir algo]

miércoles, 13 de junio de 2012

Enigma

«Me hace falta un poco de coraje para dejar de ignorar tu presencia a cientos de kilómetros, M.
No te conozco casi y es como si siempre te hubiera tenido al lado. Apenas me conocés y es como si pudieras leer mi mente.
Y así, tiempo después que dejé de buscarle un sentido a los malos tragos que tuvimos que pasar, de nuevo tu insomnio te impulsa a buscar mis ojos en estas mañanas que sabés no puedo hacer otra cosa más que estar de este lado. Porque ya se siente el calor pero las vacaciones aún no comienzan, porque tengo una especie de destino de oficina como vos decís que tenés destino de diván.
Sos un enigma.
No entiendo tus sufrimientos, tus vicios, tus jaulas.
Sin embargo doy señales de vida, para que no creas que tengo algún propósito demoníaco en tu contra. Cada momento de conexión invisible con tu insomnio me ha hecho feliz. A este pobre tipo que titubea siempre, que necesita pruebas todo el tiempo, a este ser que has visto desnudándose el alma durante meses a tu favor, lo has hecho feliz.
Pero ahora somos otros, amamos otras cosas, otros rituales han venido a salvarnos la vida y aunque cada tanto damos manotazos de ahogado a través de este océano Atlántico invisible, no somos más que fotografías sin rostro en el álbum de un año que se acabó hace rato.
Y aún así, querida M... aún así te nombro en esos términos, aún así me intrigan las formas de tu rostro tras la inicial de tu nombre, como quien descubre un perfume exquisito y quisiera seguir el rastro hasta su portadora.
Aún así...»

Miranda no tiene sueño y escribe cartas

lunes, 11 de junio de 2012

Nada que agregar

"Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección" 
Ernesto Sábato -  Sobre Héroes y Tumbas, 1961




Iba a escribir algo, pero me ganó el epígrafe.

Qué más elocuente. Quién que no haya sentido eso mismo, esa tendencia siniestra que a veces nos lleva, inconscientemente, a recorrer ciertos lugares cargados de recuerdos. Tendencia suicida, si se quiere, cuando esos recuerdos son de instantes de perfección que nunca jamás volverán.

Volverán otros, quizás camuflados de felicidad, pero esos no, y quizás por eso mismo queden los lugares impregnados de una estela mágica que nos retuerce el alma cuando osamos adentrarnos en su territorio.

Lo perfecto es eso inasequible que quedó en nuestra mente y salvaguardamos de cualquier mancha que acontecimientos posteriores puedan arrojar.

Nada que agregar...

viernes, 8 de junio de 2012

Pasa...

Cuando damos todo, aunque no lo hagamos esperando algo a cambio, se siente una punzada dolorosa en el estómago si el saldo de esas relaciones es la nada misma. O peor: el silencio.
Después de varios años de silencio, alguien te jura muchas cosas que hacen que cambies de opinión acerca de ese saldo nulo. Incluso que recuerda, sin parpadear, la fecha de tu cumpleaños.
Pero pasa el día, los días, las semanas y de nuevo el silencio lo abarca todo.
Vos pensás de nuevo en esa nada y le buscás explicación.
Pero es tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan absurda... que te quedás leyendo diarios viejos con una media sonrisa.

martes, 5 de junio de 2012

:)

Ya lo dije acá alguna vez: colecciono datos inútiles. Pero también recuerdos ínfimos, detalles mínimos que guardo en la memoria como si fuesen tesoros importantes.
Hace tres días que me despierto con uno de estos recuerdos.
Habíamos alborotado todo el aeropuerto de Miami con nuestras risas y comentarios adolescentes. Con el 11-9 las cosas se habían puesto complicadas en la tierra del Tío Sam y migraciones estaba más jodida que nunca.
Papeles y más papeles, cartas de recomendación, certificados, permisos, más papeles, cuatro adolescentes, mujeres, viajando con un adulto, hombre.
Nos hicieron pasar a una sala que pensé que sólo vería en las películas, donde nos interrogaron sobre absolutamente todo. No entendían nuestras explicaciones, nos advertían de los peligros, "¿qué les decimos a papi y mami si a la nena le pasa algo?"
Horas de incomprensión, de malos entendidos, de broncas e interrogatorios. Perdimos el vuelo.
Cuando se hubieron aclarado las cosas (o les ganamos por cansancio, nunca entendí bien), salimos a completar  el siguiente tramo de operaciones burocráticas para seguir viajando.
Al pie de una escalera mecánica que descendía hacia un nuevo piso lleno de empleados latinos que por locatarios creían tener el derecho de tratarnos despectivamente por ser extranjeros, había un hombre cumpliendo sus funciones.
No hablaba, simplemente sostenía un papel idéntico al que debíamos tener para ingresar al área, con una frase escrita a mano sobre el impreso: "show me this" y abajo, garabateada, una cara sonriente :)
Devolverle la sonrisa con una en nuestros rostros era inevitable.
El efecto causado por este hombre en nosotras, luego del tedio de la retención migratoria, fue casi balsámico.
Entre conversaciones nerviosas, apuros por encontrar el papel solicitado y pasos acelerados, sonreímos ampliamente al pasar por su lado.
Casi diez años después, el garabato de la sonrisa, el detalle mudo de aquel funcionario que con buen humor y disposición nos indicaba el camino entre tantas personas en tránsito, reaparece misteriosamente en forma de recuerdo.
Y decido tomarlo como una señal, igual de misteriosa y simple.

lunes, 4 de junio de 2012

Inmóvil

La taza con agua en una mano y la noche que se cae en bostezos.
El humo vibra al ritmo de una canción inventada, de esas que se dibujan en las noches de insomnio en tu cabeza, moviéndote imperceptiblemente los más íntimos rastros de conciencia.
La taza roja sigue sostenida por mero reflejo, con agua de la canilla, esperando que el cigarrillo se sumerja y se extinga el humo que le hace honor a la lluvia.
Tanta mirada ingenua viendo el agua correr y ahora, estancada, el agua tiene un destino de ceniza más gris que los pensamientos de estos últimos días.
Como despertando de un trance místico, la mano aparta la taza de su inmovilidad decidida y deja caer el agua que se pierde entre la rejilla brillante de la pileta.
Es tiempo de viajes oníricos, al fin, pero la canción inventada no se extingue, ni las ganas, ni la mirada puesta en un punto fijo, secretamente moldeado para ser destino.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Último día

La tarde se iba cayendo boca a boca.
Él decía que no dejaba de sentirle gusto a sangre a todo. Me cuenta cosas. Nos miramos en silencio mientras me ilumina el cielo nublado en el balcón.
Me compra un helado.
La tarde no quiere que camine hacia abajo, hacia el calor del subterráneo, hacia la boca de concreto que me escupirá y me volverá a tragar y vuelta a escupir hasta que finalmente abandone la ciudad.
Y esa tarde tiene un sabor indescifrable, quizás, imaginariamente, sea gusto a sangre también lo que yo siento. Sangre en la boca por una batalla perdida más contra el tiempo.

sábado, 12 de mayo de 2012

Viajar sin moverse, pero viajar

Casi por casualidad comencé a dedicarme a trabajar enseñando mi idioma a extranjeros.
Parece que fue ayer, pero en verdad empezó hace mucho tiempo y guardo recuerdos de todos y cada uno de mi alumnos.
Casi por casualidad descubrí en esto una vocación, un talento que nunca creí que tuviera y no es simplemente la enseñanza. He trabajado gratuita y remuneradamente y además de las clases curriculares he dado todo de mí para integrar a estas personas en mi medio social, hacerlos conocer mi país, mis amigos, sitios de interés.
De a poco, como es común en esta pequeña ciudad, los círculos se fueron entrelazando, empecé a conocer extranjeros amigos de mis alumnos, amigos de mis amigos, gente a la que nunca di clases, uruguayos a través de extranjeros y así toda suerte de combinaciones.
Hoy en día me junto en reuniones, fiestas, bienvenidas, reencuentros y despedidas en que se mezclan los idiomas, las risas tienen diferentes acentos y las experiencias nunca se agotan.
De a ratos me siento una extranjera en mi propio país... de a ratos me siento cosmopolita sin haber salido del continente.
Siento que he "viajado" más en estos últimos dos años que algunas personas que conozco que se pasan de aquí para allá.
Y si bien me dan muchas ganas de tomarme un avión hacia el viejo continente o cualquier otro sitio, me siento privilegiada al poder ver mi ciudad con otros ojos, al saber, conocer y experimentar sentires de diferentes partes del mundo, experiencias distintas, corazones y cabezas que se entregan con todo en su diversidad.
Sí... pienso en ese maravilloso personaje que es Traveler, en la ironía de su nombre y me siento un poco así, a veces.
La travesía a veces tiene pies de cemento y corazón con alas...

miércoles, 2 de mayo de 2012

Agonía

Dibujo mujeres inválidas.
Se amontonan en la libreta de bocetos.
No quiero decir nada con las mujeres inválidas. No es un discurso feminista, no quiero decir nada de traumas sobre mi cuerpo, no quiero transmitir dolor, no busco impactar.
Creo que estas mujeres inválidas, mutiladas, con cuerpos deformes, no son más que la personificación de un yo creativo en agonía.

domingo, 29 de abril de 2012

Autorreflexiva y otros autos




Cada vez me cuesta más escribir. Al final no era como andar en bicicleta. Eso que dicen, que nunca se olvida.
Siento que tengo que aprender demasiadas cosas nuevamente para volver a escribir, para autosatisfacerme no sólo por el  mero hecho de realizarlo, sino por los resultados.
Entre las varias lecturas que tengo a medias, para momentos donde el insomnio se vuelve monstruoso, está una escueta biografía de Dalí que me rescató Tintin de una mudanza y trajo en su último viaje a esta orilla. No es un buen texto pero al margen de ello, me he quedado colgada de la historia que el pintor compartía con su antepasado Van Gogh: ambos tenían un hermano muerto al que no conocieron y que llevaba su mismo nombre.
A diferencia del francés postimpresionista, Salvador intenta socavar esta condición haciendo esfuerzos por matar de una vez a ese hermano que parece querer reencarnarse en él una y otra vez, para llenar la desolación de sus padres.
Encuentra en la "paranoia-crítica" una salida, una sublimación (para usar un término psicoanalítico, ya que él mismo está empapado de teoría psicoanalítica) que termina llevándolo a la fama, quizás más por su actitud tendiente al escándalo que por su obra misma.
Y es esta postura egocéntrica lo que me ha llamado la atención. Dalí no torna su condición de artista en la de un mártir y no adopta una pose de artista desinteresado. Otra prueba más de que las circunstancias no nos determinan. Mientras Vincent padece, Salvador disfruta. Mientras Vincent enferma y vive en la miseria, Salvado hace dinero y se siente satisfecho consigo mismo.
Y todo esto me ha generado la idea siguiente: debo abrazarme a mí misma más seguido. Hacerme mimos, poner mi ego por delante.
O no. Pero es una idea tentadora para probar. No ser mártir, trabajar, creérmela un poquito.
Quizás desaprender también ayude a construir caminos nuevos.
Mientras tanto, trataré de regocijarme en las pequeñas alegrías de noches compartidas con amigos. En los perfumes del verano que regresan para sorprenderme, en todos esos acentos que me hacen sentir cosmopolita sin salir de mi ciudad. Disfrutar que podemos jugar al "caño mata" con una tapita de plástico, a las tres de la mañana en medio de una calle de la Ciudad Vieja.
Y reírme de mi misma al darme cuenta que convivir más de un día con Nerea hace que utilice términos y conjugaciones verbales de nuestra Madre Tierra.

Ostia!


----ah, y gracias a una amiga de Cata estoy leyendo esta maravilla----

lunes, 9 de abril de 2012

Noches de esas

La luna nos persigue mirando fijamente dentro del taxi. No ha parado de mirarnos desde que salió, grande y hermosa, asomándose entre los edificios del Parque Rodó.
No lo sabemos en ese momento, pero nos esperan días contradictorios, de reír y llorar a la vez, de cercanía y distancia en palabras, personas y momentos asítodojunto casi sin tiempo para respirar.
Yo creo que algo se puede intuir, mientras la luna claustrofóbica se despereza en un cielo negro casi sin estrellas y nos sigue hasta que cruzamos el umbral.
Y yo te pido que me digas cuál te gusta más, hablándote de las casas sobre la calle Canelones y vos me señalás a mí. Y ahí capaz me acuerdo de la luna de la noche anterior, testigo del amor en el asiento de atrás del taxi, y no digo nada. Ese poder selénico me embriaga y sólo atino a sonreír, descolocada por el comentario, mientras busco un foco blanco por entre los edificios.
Premoniciones cumplidas aparte, el domingo espera a que llore, para irse dejando la carga de una semana a estrenar.

lunes, 26 de marzo de 2012

Pequeño manifiesto nocturno

No quiero ser literatura. No quiero permitir que me descuarticen sobre una mesa de disección (mucho menos sin la conjunción de un paraguas y una máquina de coser).
No quiero que digan que me conocen aquellos que lean mi nombre en las tapas de libros o lo oigan en boca de otros. No quiero que me lean en las escuelas. No quiero que me encasillen en movimientos, generaciones o alias.
Quiero que me lea el que tenga ganas, quiero que cierren bruscamente un libro o un blog si no les gusta, quiero que copien un fragmento y lo atesoren en cualquier lugar que les convenga.
Quiero que en una conversación cualquiera, un desconocido se acuerde de un verso que me leyó hace tiempo, aunque no recuerde, siquiera, mi nombre.
No quiero ser literatura.

sábado, 17 de marzo de 2012

Mosaico

Cerca de la estación de Floresta, al otro lado de las vías, dos hombres y un niño están subidos a un andamio.
Trabajan desde hace días en un mosaico enorme en una pared.
Las piedritas de colores parecen titilar con el resplandor de la tarde, con ese sol que se duerme entre los vagones.
Alcanzo a ver unas personas en el colorido muro, con fascinación descubro una bandera uruguaya, con fascinación observo al niño alcanzar materiales a los adultos.
El tren arranca y mi sonrisa se convierte en nostalgia.
Me dan ganas de saltar a las vías, cruzar y ensuciarme las manos y el corazón en el trabajo ajeno.

sábado, 25 de febrero de 2012

In memoriam

Venías a casa porque sí, tomabas mate con papá y mamá y me traías "pastillitas con varicela", como vos las bautizaste, y yum-yum.
Me sentaba en tu falda, me hacías reír, me hablabas con tu voz afónica, me viste nacer y crecer.
No olvido tu voz llorosa en el teléfono aquel día en que te pedí que fueras mi padrino de hecho, con la niñez revoloteando por mis venas.
La vida te puso a mi lado desde la panza de mamá. Anda por ahí esa foto en que yo, demasiado pequeña para recordarlo, me río en tus brazos mientras me alzás por los aires.
Dejamos de vernos tan seguido y, es raro, pero un amor muy grande hace que ahora que te fuiste para siempre no pase un día sin pensar en vos.
En tu voz particular. En millones de detalles que acarreaban sonrisas.
Incrédula y triste, busco la paz en los recuerdos de tiempos mejores, de familias enteras, de compartir amistades y juegos y charlas porque sí.
Busco alguna forma de que no se me olvide tu cara, tu sonrisa tan linda, tu olor a colonia de afeitar, tu voz rasposa, tu cumpleaños...

domingo, 29 de enero de 2012

Ocasos

Adivino la súplica en los ojos de una mujer: "Salvame de este cuerpo, no quiero habitar más en él."
Retrocedo hasta las lágrimas, desando la memoria un año hacia atrás, recuerdo a esa otra mujer con ansias de liberarse de su cuerpo malsano, su redención del pasado abril, mi ausencia en su último cumpleaños.
El conejo blanco corre frente a mí con sus ojos desorbitados. Estamos llegando tarde.

jueves, 12 de enero de 2012

La Feliz

Le debemos algo al cielo nublado, tras los días que partimos como hormigas en busca de alimento para llevarnos a casa.
Apenas resguardados del frío, nos arrodillamos en una plegaria íntima para sanar los huecos que dejó la sal, un mar de hebras de somníferos, las lecturas voraces de los últimos días.
Las horas pasan con una parsimonia insoportable, sin cambiarnos el corazón ni las neuronas, sin renovarnos con un aire límpido o el olor marino que trajo la lluvia.
Me recuesto hondamente entre una naturaleza imaginada, salvándome con palabras de consuelo del encierro permanente y el ruido acosador del tráfico. El humo se pasea por la cornisa mientras cientos de pares de ojos se olvidan de mirar hacia arriba más que para escudriñar de reojo las marquesinas, en un afán implacable por disfrutar del ocio.
Mi ocio es pegajoso y duele. Atisbo un sol que se desarma ante las embestidas del viento y nos deja rápidamente un camino abierto hacia la noche.
Después no importan las luces artificiales, el ruido, las manadas noctámbulas contaminándolo todo.
Estiramos los brazos en la oscuridad con la espranza de tocarnos y cerramos los ojos al unísono. Sin ver nada, adivino dos sonrisas.

sábado, 7 de enero de 2012

Te caigo en suerte, me caes en suerte

Nos bajamos del cielo desmontándolo sin ganas, presas de un susto ficticio, como si se acabara la vuelta de la montaña rusa.
La tarde consiste en administrar cuidadosamente las sonrisas para que lleguen a la noche, para que nunca falte esa tibieza íntima de las amistades.
Pienso en otros eneros. Ellas fuman codeándose cada tanto en un sopor exquisito de nocturnidad, como si no se hubiesen bajado nunca del cielo.
Se escapa, quizás, el murmullo de un poeta que también supo de nubes.

A una y otra mano...

A una y otra mano, allí
donde me crecían las estrellas, lejos
de todos los cielos, cerca
de todos los cielos:
¡Cómo
se vela allí! ¡Cómo
se nos abre el mundo a través
de nosotros!

Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.

Oh ese centro errante, vacío,
hospitalario. Separados,
te caigo en suerte, me
caes en suerte, uno del otro
caído, vemos
a través:

Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha -

Paul Celan
De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999

martes, 3 de enero de 2012

El agua de los aires acondicionados me hace llorar a gritos,

me agobia su intermitencia, su presencia sobre el suelo calcinante de cada vereda.
Las gotas esporádicas en mi cuerpo despojado, rastros del placer consumado por otros, residuo del fresco anhelado en esas caminatas insomnes por las calles de cualquier ciudad.
Desposeída de magia, transcurro, me deslizo, dejo la mente en blanco secarse de angustias, de la distancia que me separa de otros veranos, de los aniversarios nefastos que se celebran con el comienzo de año.
Cada charco es un funeral vacío. Sin embargo, no logro evitar chocar mi cabeza con las gotas que se suicidan cada pocos minutos. Quizás la añoranza de la lluvia sin el desparpajo del olor a óxido, quizás un motivo de queja insuficiente, vano, para contrarrestar mi feliz pasaje por otros mundos.