jueves, 30 de junio de 2011

Mirá hacia arriba

El pájaro doméstico enarbola su vuelo.
El árbol de la calle hace volar sus hojas.
Árbol-vuelo, ramas-jaula, enramada doméstica en la calle sin nombre.
Aprender a volar con todas las letras. Vos que siempre te soñaste tan piloto. Yo que me soñé tan azafata. Y ellos que siempre han sido pasajeros.
Pájaro: planeador con plumas.
Árbol: arterias aéreas.
Pero que valga la pena el vuelo.


 
"hago pájaros de barro y los echo a volar"

lunes, 27 de junio de 2011

Se me escapa



Dije que nunca y la ternura se me escapa. 
Algo se abre en el mes.
Algo se abre entre la ola de frío polar y entre los ojos que despiertan brillando de sueños.
Hay promesas fáciles de romper, sin culpa, hasta con una satisfacción inconfesable.

martes, 21 de junio de 2011

Por eso

Alguien llora. Debe ser el frío. Una mujer tose en la calle bajo las frazadas raídas. El ómnibus no pasa. No queremos que pase. De a poco la madrugada. Nos animamos a la risa. Nos arrimamos a una última espera.
Alguien calla. Ahora es tiempo y siempre fue tiempo. Pero el tiempo parece agua entre las manos.
Un motor se enciende. El corazón tiembla. Hay palabras que se dicen con los ojos.
Alguien llora. El amor se parece a secar las lágrimas en silencio.



"avisame que yo quiero, si pensás venir..."

lunes, 13 de junio de 2011

Blowing light


Motas de polvo que mutan en luz.
Apareciste. Entonces las motas de polvo fueron luz, lucecitas de colores.
Luciérnagas.
Bichitos diminutos que se esparcen y saben alumbrar, recreo visual, fascinante universo de los niños.
Pequeña luciérnaga envuelta en una orilla distinta. Perla de luz, brillante inmensidad de lo minúsculo.
Relámpagos.
Pero en su estallido demasiado color y lo fugaz.
Yo quiero que te quedes, relámpago, que habites mis días y mis noches.
Extraña partícula solar que entibia. Me entibia.
Motas de polvo que se vuelan, despejan mis ojos y mutan en luz.

martes, 7 de junio de 2011

Globos de colores


Me cuesta muy poco enamorarme de las cosas, pero estaba completamente ciega para esta ciudad. De pronto las tardes empezaron a enfríarse y voces de recónditas partes comenzaron a cantar maravillas acerca de este lugar. Entonces caí en la cuenta, en la gracia, en la certeza de poder y querer amar esta ciudad, de caminar por cualquier calle sintiéndola mía, de que cada día fuera una celebración de su existencia.
Las noches ponen más sonrisas en mi cara y de pronto encontrarnos porque sí, en cualquier esquina, intercambiar humos, bebidas, risas, palabras en diferentes idiomas, se vuelve un elixir entrañable.
Y reconocerme en esa naturalidad que otros admiran, poder jugar toda la noche a evitar dejar caer un globo, bailar cualquier música, soportar el frío en pos de los amigos, tener esas ganas locas de gritar que la quiero.
Empiezo a amar esta ciudad como hace tiempo supe amar otras. Quizás sea el desayuno a la inglesa en esa casa fría y el balcón con mates y música, poder guardar un silencio muy cómodo con personas apenas conocidas, querer que llegue la tercera semana de julio y abrigar mis pies en otros pies.
Quién sabe.
Qué importa.

jueves, 2 de junio de 2011

Ay

felices 23 a mí...

Es una pequeña reconciliación con el mundo, aún en vísperas de un aniversario fatal.
Un año más cargado de significados, mientras el reloj sigue haciendo tic-tac, mientras las sonrisas son breves y llenas de despedida.
"De todas partes vienen..." y así es, así llegan uno a uno, de todas las remotas partes para celebrar junto a mi corazón.
No se me ocurre otra cosa que un gracias, pero en vez de decirlo, me dejo llevar por las noches y los días en una ciudad que se robó mi corazón, que puede darme la peor de las tristezas un año y al siguiente la mayor de las alegrías.
Como tantas veces, el agua se agita ahí afuera, esperándome para zarpar. Mi corazón queda pendiendo de un hilo, entre los restos de sueño compartidos, en ese círculo que por fin se cierra y promete el comienzo de algo mejor...