martes, 5 de febrero de 2013

Decálogo de la perfecta patética.

1. Caerse en la calle. No una, dos veces en menos de dos meses. Pero claro, para inaugurar el 2013, año de la yeta, caerse bien. Esguinzarse un pie. Además rasparse la rodilla y en lo posible que te baje la presión para tener que arrastrarte cual gusano, usando los antebrazos, hasta una pared cercana y apoyarte para no quedar totalmente despatarrada en medio de la calle.

2. Te esforzás en parecer digna a pesar de lo que te suceda. Pero estás renga y ese tipo macho alfa te ceba mates y te invita cervezas y no tenés más nada que hacer entonces decís que sí a todo, pero no querés nada más que cerveza y winamp para pasar la tarde y un poco de compañía. Sí, aunque sea de la última persona en el mundo con la que creías que ibas a tener una charla interesante y encima hay que cuidarse de ser digna, de que no te malinterpreten y elegiste un mal día para ponerte minifalda y caerte en el medio de la calle.

3. Caminar (renguear) muchas cuadras para que el médico de guardia te mire de lejos el pie y diga que no puede hacer nada más que mandarte al especialista.

4. Paso muy importante: contar la historia infinidad de veces. Se recomienda tener versiones diferentes según la persona que pregunta. La versión autocompasiva, la versión cómica, la versión con lujo de detalles, la versión corta. Gesticule mucho con las manos. Nunca falla.

5. Reflexione durante mucho tiempo frente al monitor de la computadora acerca de qué puede hacer para no aburrirse. Alterne esto con rengueos errantes por toda la casa. Soporte los retos de sus allegados mandándole a hacer reposo y la contradictoria queja de que se pasa el día sin hacer nada. Agréguele algo imprescindible: doble numerosas cantidades de ropa mientras intenta equilibrar una bolsa de hielo sobre el pie lastimado.

6. Darle refresh más de veinte veces por hora al mail, el Facebook y el Google Reader. Jugar jueguitos tontos. Cuando todo esto le aburra insufriblemente, inocentemente creer que pensar le proporcionará un reposo más productivo. Darse cuenta inmediatamente que todo en su vida está desordenado, caótico, sin rumbo.

7. Tenés que hacer algo... tenés que hacer algo... Repetirse esto constantemente mientras hace alguna de las cosas mencionadas al comienzo del punto 6. Odiar a todas las personas que expresan su felicidad en el facebook. Distraerse con una actividad algo productiva (dibujar por trabajo, por ejemplo) para descubrir que no puede completar esa actividad porque el Universo no quiere que algún aparato electrónico funcione apropiadamente. Desistir después de intentarlo por una hora.

8. Mirar compulsivamente una serie. Sentirse inspirada por Lena Dunham y darse cuenta que esa inspiración es el hecho de que escriba sobre lo patético de sus personajes. Que se terminen los capítulos de esa serie y no pueda seguir distrayéndose, además de necesitarla como droga. Pensar que es patético esto. Descartar esa idea inmediatamente, para seguir googleando en vano cuándo suben el próximo capítulo.

9. Llega un punto en que mira cualquier programa de la tele. Mírelo. Bob Espoja. Mírelo. Series adolescentes estúpidas de Disney Channel. Mírelas. Esa película patética con Fran Drescher en un país remoto haciendo de falsa institutriz. Mírela. Llega un punto en que el cerebro se convierte en una verdadera masa patética y le hace darse cuenta que usted vive lejos y siempre va a todos lados para visitar a todo el mundo, pero cuando no puede moverse, nadie viene a ver cómo está. Llore a escondidas, acto muy importante.

10. Descubra que todas las actividades que en otros momentos realiza como procrastinación (ver puntos 6, 7 y 8) se transforman pronto en lo más aburrido y detestable del mundo. Tenga conversaciones superficiales con las personas más allegadas porque ya no sabe de qué hablar. Y no se olvide de seguir contando la historia de su desgracia.