jueves, 28 de enero de 2010

Viento


- ¿Tenés miedo? - le preguntó como si fuera lo más normal del mundo.
- Por supuesto - respondió, en un susurro pero con una amplia sonrisa que iluminaba su boca.
- De algo hay que morirse, ¿qué mejor que de un vértigo por el salto hacia lo desconocido?
- Es cierto, ¿qué mejor?
Entonces, cruzaron los dedos y caminaron sobre el césped, atravesando las sábanas blancas que colgaban en todos y todos los jardines vecinos, que ondeaban sus bordes próximos a las madreselvas, acariciándoles con el perfume del viento.
Caminaron sobre el césped, descalzos, hasta siempre.

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