domingo, 28 de febrero de 2010

Tormenta

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Quizás todo... tenga un olor dulce. Como a tormenta. Una que no vino, pero está ahí.
Y quizás todo, de repente, se mezcle entre la lluvia y mis manos, en una canción insoportable.
Al fin.



jueves, 18 de febrero de 2010

Darse cuenta



Darse cuenta
encontrando el teléfono entre la ropa
en el piso
darse cuenta de las olas
que multiplicaron un abrazo
y pusieron palabras
donde debiera reinar el silencio.
Darse cuenta
en la hora justa
pero tarde
luego de haber comido espectros
y manzanas.
Darse cuenta
por la mañana
cuando todo es muy temprano
incluso el sol
entre los huesos
y ese sudor ajeno en la mirada.



lunes, 15 de febrero de 2010

Bipolar


Días de lluvia con paraguas de sonrisas / frío entre los huesos a pesar del calor ambiental.
Aroma a vainilla, a té, a niños frescos, gusanitos de recuerdos alegres / horas de música depresiva.
El trabajo consumado / las pocas horas de sueño.
La autosuficiencia, la frente en alto, el yomebasto / la soledad, el miedo, el paraíso perdido.
Las risas de recuerdos cercanos, momentos que pueden durar una eternidad / el recuerdo de esa ternura desterrada de mis días.
La cabeza contra una almohada suave, la proximidad del descanso. / el reloj que no para, que traiciona, que exige.

Así, tan particularmente contradictoria. Somos contradicciones, ramas colgando de árboles secos, anzuelos oxidados, puntos de partida, seguridades de arena, castillitos de naipes, ángeles en la nieve... tantos nombres con los que a través del tiempo nos disfrazamos. Soy todo eso que fui a través del tiempo, cada disfraz que me hizo sonreír por un rato y sin embargo... solo eso, disfraz, pantomima, envase.

El sol se asoma tras las nubes, el viento se lleva la tormenta. "Happyness", pienso. Y estiro los pies hasta el sol.

domingo, 7 de febrero de 2010

Like Sun

You were like water
I was like sun

Todo lo que queda es un enorme espejo. Me miro con ojos inyectados en sangre. No soy quien quiero ver, no soy quien quiero ser. Dejo la capitulación con mi alma para mañana. Pero siempre es mañana. Hay un mañana eterno que me espera en ese espejo enorme que cubre la habitación. No importa que salga con un paraguas enorme a tratar de reconciliarme con la lluvia. No importa que invite a mis amigos a comer galletitas. No importa que llame por teléfono buscando un abrazo y nadie conteste del otro lado porque no tienen espejos en qué mirarse. No importa que salga a cabecear la noche para que me regale las sonrisas de siempre. No importa.
La pared me bloquea el paso con su espejo impenetrable. Mis ojos inyectados en ira, mi cuerpo con su habitual traje de huesos, fealdad y dudas. Todo un grupo de preguntas que escribo sobre el espejo y se empañan con mi respiración.

quiero.volver.a.ser.sol.

viernes, 5 de febrero de 2010

Realizing

Darse cuenta
encontrando el teléfono entre la ropa
en el piso
darse cuenta de las olas
que multiplicaron un abrazo
y pusieron palabras
donde debiera reinar el silencio.
Darse cuenta
en la hora justa
pero tarde
luego de haber comido espectros
y manzanas.
Darse cuenta
por la mañana
cuando todo es muy temprano
incluso el sol
entre los huesos
y ese sudor ajeno en la mirada.

lunes, 1 de febrero de 2010

La ola que despeinaba las ganas

sin saber cómo nace, si del agua o del viento, o de alguna corriente subterránea, así, sin saber de dónde viene, tan humana (o más) es la ola.

ser estratagema absurdo, pieza de rompecabezas del mundo, un asunto de ganar o perder estrellitas de madera en las alfombras.

era para histeriquear en los vidrios, al sur de la calle, de todas las calles, o de algún empedrado amarillo que recorriéramos empinados y sin tocarnos apenas las manos.

como cuando nos abriga la espuma, dijo, calló también (que es una forma de decir), mientras se arrastraba hacia la orilla, con su panza marrón envolviendo dos o tres cabezas que nada sabían de su futura espuma, de las gárgolas de arena en sus sueños.

ser anterior al trueno, besar la noche junto a la luna cúnea, amagar felicidad y tiempo, un sonido que otros buscarán en un caparazón inexistente.

cuando los pies asienten con dedos mojados, cuando se absorben kilómetros perdiendo la cuenta, cuando son cuatro los tobillos que agujerean tiernamente la orilla, cuando un manojo de tardes es nomás una única e irrepetible caminata infinita hacia la nada, entrecerrando los ojos en esa arena íntimamente fina. cuando volvemos, hacia el oeste, cuando es hora y atardecer sin gusto y adiós y nada.

la ola advertía un peligro.
el mar amanecía demasiado espléndido para una ola común. la ola masajeaba sus profundidades, aletargaba sus manos de corales olvidados, de cascos de barco, sabiendo su destino fatal en una playa. aparecía de repente entre dos cuerpos para despeinar las ganas.