viernes, 30 de noviembre de 2007

Nonatividad
























¿Qué haré sin mí,
sin los días con mi nombre
pegado al anverso?
Haré que mi piel
te abrigue completa
haré
que me busque una y otra vez en el espejo.
Seré una carta entumecida
en el fondo del buzón,
un borrón azul y peregrino,
una mancha deliciosa para el agua.
Haré que me duerma
el mar con su apogeo de ventrílocuo,
Después de todo,
sin mí
me pensaré por un instante.
A veces el futuro viene solo
sin bóvedas de carne
ni más pares de ojos
que regalar al mundo.


Noviembre 2007

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cambios

Me dejo por un rato de post trascendentales o litearios...
Hace unas semanas me corté el pelo. Me lo corté corto. Bastante corto. Nunca lo había tenido así de corto. Nunca me caractericé por el pelo corto. En fin, soy otra.
Siempre con mis traumas de tener demasiado pelo y mis rulos a media, siempre con el trauma del maldito "frizz" (odio esa palabra) y muchos etcéteras, nunca me había animado al cambio, aunque secretamente lo deseaba. Por probar, nomás.
Descubrí muchas desventajas que antes había anticipado.
Es cierto que se alborota mucho más.
No queda muy bien recogido (es que casi no se puede).
No hay muchas opciones de peinado (con lo que me gusta variar!)
A veces tiendo a creer que el pelo largo otorga cierto "estatus" (aparte de denotar la paciencia que una mujer tiene que tener para bancarlo y cuidarlo)
Pero cierto es que decubrí muchas ventajas, también.
No da tanto calor.
"Me cambia la cara" (cosa que no hace nada mal eh?)
Si antes ya usaba el peinado "de la ducha", ahora con más razón, y también el "de la almohada".
Se definen un poco más mis "rulos", siempre tan inseguros ellos.
Me hace entrar en un clan un poco más especial, el de las "chicas con el pelo corto" (aunque como suele suceder cuando una cambia tan radicalmente su look, aunque no sea por el de moda, descubre que a su alrededor hay quienes han optado por lo mismo y deja de ser tan especial)
Ahora puedo parecer el león de la Metro "y a mucha honra".

En fin. Es un post un tanto (por no decir estupendamente) banal, pero no sé qué hacer con estas ideas que se me ocuren a las 5 am, en vistas a la concreción de un trabajo para mañana, más que escribirlas y librar tensiones. Todavía no sé cuál será mi tema de "Cultura" para la revista de Editorial II, ni la foto que debo llevar mañana. Deséenme suerte.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Tanguería

Vio que la traían medio que arrastrándola desde quién sabe qué punto del local. Quedó petrificada frente a la barra, como esperando un rescate imposible, con la resignación salada de saber que nadie se fijaría en su melena greñuda.
Él apuró su vaso pero contuvo las ganas de acercarse. El miedo quizás viene de viejo, se dijo, mientras sentía cómo las piernas no se le movían al son del tango que sonaba carrasposo y solemne.
Soñó con esas piernas que alguna vez habrían sido de alguien, en la comodidad de un colchón y con justas retribuciones. Soñó con la palidez de esos brazos que ahora se hacían humo, apoyados en la barra, con un vaso a medio sostener y las mejillas transparentes amontonándose sobre las palmas de las manos.
Soñó también con el escote vencido que no podía ni adivinar, pero que aseguraba le había acompañado durante algún tiempo. No la conocía. No necesitaba conocerla. Tiempo atrás se hubiera hasta reído de su esquelética desgracia. Ahora se veía reflejado en los opacos brillitos que apenas dibujaban su vestido. Él también estaba un poco viejo y un poco usado.
Y un poco solo.
Pasaron unos minutos , cambiaron las canciones que soplaban unos roncos parlantes, pero ella seguía igual, casi en la misma posición.
Su vaso había bebido el rojo añejo de sus labios, la sangre seguía demorándose en su atascadero de venas.
Él palpó con desencanto su barba de tres días, su aliento hondo, sus uñas amarillas, los pocos pelos que se aferraban a sus sienes.
Caminó sin disimulo cruzando la pista, casi como cualquiera de las miles de otras veces en que había invitado a alguien a bailar, en sus días de juventud, pero más nervioso que la primera vez.
Pensó que también de viejo había una primera vez.
Con tartamudeo adolescente acercó los labios a su oído, recibiendo a cambio el aroma a ceniza de su pelo. Dijo las palabras indicadas como quien dice una oración, la confesión final antes del juicio, como quien da un último suspiro en su lecho de muerte.

Handwritting2 (frases intercambiables)

martes, 20 de noviembre de 2007

cuaderno de anotaciones II

viernes, 16 de noviembre de 2007

Fiesta [unitario]


Esa no es la tapa definitiva, pero al fin tengo mi segundo unitario, casero, por supuesto... pero me gusta muchísimo cómo quedó. Estaba tan ansiosa que no lo trabajé demasiado (esta vez es tipográfico, no caligráfico), pero bueno, quería armarlo y ya quedó... (luego subo una foto de cómo se ve finalmente de afuera)
Pongo un link a photobucket para ver las imágenes interiores. No están en orden, pero tienen números si se quiere seguir el orden del poema.

Tal vez la próxima ponga las del primero. Si lo requieren...

martes, 6 de noviembre de 2007

Invasión

Mañana me dolerá
el suelo que lamía mis piernas
cuando un color desconocido
me ensangrentaba de otra.
Unas manos susurran
a una piel ajena,
aprovechando el silencio del alcohol,
la noche
y quizás el miedo.
Tengo veinte años incumpliéndose en la esquina,
la madrugada fría
acorralando el trote del desvelo.
Tengo un sabor
a fruta robada
en las mejillas.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Fiesta

Hay que tener cuidado con lo que uno desea, dicen, porque se puede hacer realidad. En este caso con lo que uno escribe, con lo que, de alguna manera, hacemos real en alguna dimensión...
Hace algunos días terminé de darle forma a un poema que venía rondando en mi cabeza y andaba despedazado en distintos papeles. Se trata de algo un tanto distinto a lo que suelo hacer, versos sobre cuestiones meramente anecdóticas e imaginarias, pero posibles.
"Fiesta" es el nombre de aquel poema y lo que tuve ayer: una hermosa fiesta de disfraces, muy divertida. Pero casi se hace realidad el poema, con el yo poético invertido, con un ambiente un tanto distinto... pero a medida que pasaban las horas, a medida que una nube de vicios me tapiaba las salidas, no podía hacer otra cosa sino recordar mis propias palabras.
El "olor a tarde pudriéndose en lo oscuro" fue demasiado tangible. Fue un vaivén de relámpagos acechando mis piernas distintas. Me arrinconé para escapar de aquel final sin sentido, para tirar lejos la porfía del destino que parecía cernirse sobre mis ojos pesados.
No sé si escapé. La verdad no sé cuál fue el desenlace de esa noche. El cuento infantil no terminó como siempre termina. El lobo no se comió a caperucita y no había ninguna abuelita, mucho menos un cazador para rescatarla.
Queda nada más la sensación de garganta a punto de ser estrangulada, de sueños confusos y un vago recuerdo de un olvido.
Apenas unos hombros llenos de escarcha al desvirgar la mañana, el murmullo de dos pequeños pies corrompiendo la acera.