lunes, 26 de marzo de 2012

Pequeño manifiesto nocturno

No quiero ser literatura. No quiero permitir que me descuarticen sobre una mesa de disección (mucho menos sin la conjunción de un paraguas y una máquina de coser).
No quiero que digan que me conocen aquellos que lean mi nombre en las tapas de libros o lo oigan en boca de otros. No quiero que me lean en las escuelas. No quiero que me encasillen en movimientos, generaciones o alias.
Quiero que me lea el que tenga ganas, quiero que cierren bruscamente un libro o un blog si no les gusta, quiero que copien un fragmento y lo atesoren en cualquier lugar que les convenga.
Quiero que en una conversación cualquiera, un desconocido se acuerde de un verso que me leyó hace tiempo, aunque no recuerde, siquiera, mi nombre.
No quiero ser literatura.

sábado, 17 de marzo de 2012

Mosaico

Cerca de la estación de Floresta, al otro lado de las vías, dos hombres y un niño están subidos a un andamio.
Trabajan desde hace días en un mosaico enorme en una pared.
Las piedritas de colores parecen titilar con el resplandor de la tarde, con ese sol que se duerme entre los vagones.
Alcanzo a ver unas personas en el colorido muro, con fascinación descubro una bandera uruguaya, con fascinación observo al niño alcanzar materiales a los adultos.
El tren arranca y mi sonrisa se convierte en nostalgia.
Me dan ganas de saltar a las vías, cruzar y ensuciarme las manos y el corazón en el trabajo ajeno.