lunes, 23 de abril de 2007

declaración de domicilio

Vivo en el lado lento de la vida.
Amo lo que se gesta en el silencio
"Declaración de domicilio" - Eduardo Meana

He madurado mis formas, o al menos eso creo. Ya no surgen esas febriles declaraciones de frío, de angustia por el acaecer de los días, por la lluvia muda o los días grises. Hoy puedo contar con los dedos muchas cosas. Puedo contar los amigos, puedo contar esas personas que me hacen verdaderamente feliz. Puedo enumerar sin esfuerzo a quienes me quieren de verdad, puedo nombrar las cosas que me gustan.
Hoy puedo saber que las tormentas pasan, incluso a pesar de las frases hechas, incluso a pesar de a veces creer lo contrario. Y sin embargo no puedo dejar atrás las madrugadas apasionadas en que desnudo mis sueños, en que pongo toda mi humanidad, mi fragilidad frente a un espejo que no me devuelve mi cara.
En todo este tiempo, intento vislumbrar qué es lo que me devuelve, qué oculta gracia me regala ese cristal impenetrable.
Mientras, escucho todas esas palabras que una vez me hicieron fuerte y luego pequeña, para seguir creciendo. Pero este crecer también es desde las dificultades nuevas, desde la incertidumbre que me aprieta las muñecas y la garganta, que sube por mis pies helados hasta sumergirme en una oscuridad confusa.
A la vez que consigo aferrarme a nuevas certezas, mis zapatos cruzan aceras nuevas, siembran sus suelas por tierras desconocidas, se aventuran en empresas imposibles. Pero así también muerden el polvo de las desilusiones. Los viejos amigos a veces comienzan a dejar de ser lo que eran, nuestra casa deja de ser nuestra casa, esa casa gigante que uno tiene en el mundo, a donde sabe que siempre puede volver, donde nada le es rechazado.
Es ahora cuando comienzo a necesitar hacer nuevas declaraciones de domicilio. El silencio en su belleza más honda me llama a que le busque y le sea fiel. Lo he adorado por años sin saberlo, pero ahora reconstruyo este culto como lo sagrado de palabras no dichas que dignifican aquellas que salen de nuestros labios. El miedo ya no es miedo, es una sonrisa que me nubla el rostro, es un suspiro de ambigüedad que busca aferrarse a algo, por más que mi cara no logre verse en el espejo.
Me retiro de los lugares donde he nacido tantas veces. Me retiro en ese silencio sanador y abstracto. Me mudo hacia una tierra donde me gobierna el olor a novedad y nostalgia, donde me hace el desayuno la alegría. Tal vez deje de ser yo, "prefiero vulnerable, pero vivo..."

jueves, 12 de abril de 2007

Saul Bass


Me encuentro en Blogdecine con este tipo, Saul Bass, que ha hecho esos conocidísimos openings de películas... Muy disfrutable. Particularmente, me gusta el de "La vuelta al mundo en 80 días".