sábado, 28 de agosto de 2010

Matter of fact, it's all dark

Le das vueltas al sueño, tratando de arrancarlo, mientras la espalda se enfrenta a la luz de ese cuarto que apenas aclara el día se llena de sol. Te tapás con las frazadas, a tientas buscás cierto aparato y ponés de corrido ese disco que te gusta. El mejor disco de la historia, pensás para adentro, sin importar caer en clichés o redundancias, sabiéndolo cierto aunque haya tantos otros que te gusten.
Empieza en silencio, va llenando de a poco el aire con los sonidos para estrujarte el corazón un par de veces y hacerte sentir nostalgia con las últimas canciones.
La espalda boca arriba, el mejor disco de la historia sonando a tu lado, los pies estirados en la cama enorme. Al sueño le va a costar despedirse, o al menos a la pereza. Y sin embargo no es día para salir del cuerpo, para inventar un nuevo lenguaje o escribir garabatos en los márgenes de un cuaderno. No es día para andar espiando al sol que otros sienten como augurio de la despedida del frío.
Tomás la cama como los griegos las playas de una amurallada Troya, olvidándote de Argos, pensando simplemente en la batalla.
La batalla contra la caja de cristal que alguien se empeñó en fabricar para mantenerte a salvo y nunca quisiste.
Pero ahora se rompe. Y el mejor disco de la historia y reconocerte aún con sueño.
En el final, la última canción, dice tu nombre. Sonreís pensando en tres o cuatro personas que dicen que se acuerdan de vos cuando la escuchan.
Y no pensás en Argos ni en cajas de cristal cuando termina el disco con esa sentencia rotunda. Te das vuelta y seguís durmiendo.

lunes, 23 de agosto de 2010

Monocromo


Los primarios y secundarios nunca fueron lo suyo.
En monocromo.
Cantar, bailar con polleras enormes y cantar con voz de papagayito frágil.
Todo en monocromo. Brillando de blancura y en contraste, con formas que se rebelan contra todo imaginario.
Y ser monocromo le encandiló los pies, detuvo las piernas, puso lastre a las almohadas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Espuma frágil

como un amor inocuo, agua en la orilla,
algo totalmente esperado que sucede siempre
que no lastima, no hiere el equilibrio del universo.
los senos abiertos a un deseo premeditado
y la lengua azul de la mañana
que ya tiene canas de tanto ser agua que corre por la orilla.
como un amor inocuo, va bebiendo
sorbos de leche estancada en cada mano
que resuelve escatimar una caricia.
se me revuelven los ojos
las entrañas dilatan sus pupilas de engullida noche
y destilan un olor fatal.
como si fuera noche
poco a poco los cuerpos se quedan dormidos
siendo eso, nada más, cuerpos. blancos y verdes y grises
y de todos los colores que los tiñó una herida.
como un amor inocuo
la tristeza corre por la orilla y no hace espuma.

Julio, 2010

«M,
Ya no sé si querida M, apreciada, M, o M, letra hermosa mía. Prefiero simplemente decir tu inicial -ya he hablado demasiado sobre mi limitado conocimiento sobre tu nombre- y quedarme en el principio de algo.
La fragilidad golpea el mediterráneo, hay zumbidos que pasan desapercibidos para algunos ojos, pero otros procuramos esquivarlos cada día yendo al trabajo o preparándonos para nuestras horas de sueño.
Y la fragilidad en tus cartas sin ese sueño del que puedo disfrutar, se me hace hasta dulce, letras imborrables en el estandarte de un monitor, pero que parecieran caerse en cualquier  momento de los renglones, quebrarse como se quiebran las hojas secas de los árboles que seguro ves camino a clase, como se quiebran los cristales del barrio que recuerdo de niño, con todos los purretes levantando polvareda con pelotas hechas de lo primero que uno encontrara.
La fragilidad sí que no tine nombre, ni siquiera puedo ponerle una inicial. Quizás rostros, M, como vos le ponés rostros a las canciones, a los libros, a las películas, a las esquinas o a las baldosas del centro.
Pero los rostros, como decías en tu última carta, parecen dibujados en tiza y el viento los vuela, los deforma, la lluvia los decolora. "Ver un rostro no es lo mismo que tocar un rostro", y quizás lo soñé, pero una especie de deja-vu, me llevó a pensar que yo dije exactamente esa misma frase a otra persona.
Estamos llenos de fragilidades. Tu soledad me asusta, pero a vos te llena ese rostro intocable de una pureza que tiene hasta luz -mirá las cosas que digo- y vale mucho más que ponerte un nombre.
Recopilo tus cartas, en archivos a los que asigno nombres aleatorios. Porque quiero conservarlos pero que a la vez tengan tu esencia de Proteo, tu cambiar de forma constante, tu azar, tu necesidad de iniciales en las anécdotas, la fragilidad que implica no poder asignarles fechas, orden o momentos.
Quizás haya algo de mágico en todo y quede algo de la ubicuidad de que hablábamos. Quizás yo me repita en otro universo con archivos ordenados por fecha y alfabéticamente. Y entonces tengas nombre y rostro y una fortaleza que mueva montañas. Y pueda hablar sin mirar una pantalla.»

Miranda no tiene sueño y escribe cartas

viernes, 6 de agosto de 2010

Ubicuidad

"¿Acaso tener una vena más grande que la otra les da el derecho a planificar con dientes el corte de todos los limones? Ah, recuerdo el cuento del ciego que mataba ogros cortando un limón. Van a buscar una fruta en la que tengan trono las hadas, para pelarla y así despellejar despacito sus cuerpitos de muñecas con alas. Mejor si se pela de sólo un tirón.
Aprendan, aprendamos a querer los barriletes como quieren los peces una burbuja cualquiera. Hay que aprovechar el barro, mecerlo en la cuna bien calentito hasta que se duerma entrecerrando las linternas, cabeceando como un iris de domingo. 
Y crecer, eso sí. Vomitar después de una fiesta, mejor si se está bajando una escalera y si la fiesta fue en casa de alguien a quien se deberá pedir disculpas. Después envejecer, que es fácil, porque hay mucho tiempo."

Olivia Parotti
(canalla amiga, que te creés surrealista en estos tiempos)


«M:
Breve será mi anestesia a tus insomnios. Cuando hablabas de alter-egos, hablabas con una ubicuidad ingeniosa, desdoblándote en ese metadiscurso. Tus insomnios a veces te hacen bien. Desdoblate, desdoblá las sábanas y reíte del frío (que veo te está costando enfrentar a pesar de tus infusiones obligatorias). Hoy se me ocurrió un nuevo personaje con quien compararte*.
Yo jamás tendré alter egos. La ubicuidad no fue hecha para mí, mis mentiras se descubren, soy demasiado común y corriente.
Pero vos, letra que me gusta imaginar con serifas, letra del Mal pero que hace tan bien, podés ser quién quieras. De hecho lo sos.
Que descanses, querida M. Siempre son bienvenidas tus cartas.»

Miranda no tiene sueño y escribe cartas





*guiño a quien me dijo personajes a los que se asemejaba Miranda. Si lee esto, pregúnteme, el guiño va para usted.