miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ahora sí, balance especial

Siempre hago un resumen del año en frases/palabras/listas de cosas.
Hoy quiero resumirlo con posts.
Uno por mes. Porque fueron significativos, porque me gustan mucho, porque quiero traerlos de nuevo por acá, no sé. No tienen por qué leerlos, obvio, pero quizás los que los conozcan los recuerden y los lleven, de alguna manera, a cada pedacito de nuestro año 2009.

Enero - Viaje, lejanía, amigos y un pedo gigante en la cabeza. Así se fue enero, con amistades y problemas semiológicos.
Febrero - Calor y amigos, el tipo que canta inaugurando el año.
Marzo - Así eran... cada tanto. Las ficciones del sueño y Janis que me enamora de esas palabras y su música. Contarse los dedos en silencio, con calor y sueño.
Abril - Tres escenas de abril. El otoño en puerta y tanto por delante...
Mayo - De nuevo el tipo que canta... en un frío extraño de mayo, lleno de comienzos, frustraciones, pero también sonrisas. (y chococumples!)
Junio - Me sorprende El Loco, viene a la memoria de junio... inexplicablemente, para enterrarlo (o evocarlo?) un poco más.
Julio - La alegría del trabajo reconocido. Compartida.
Agosto - Dicen que aparecieron costados donde una vez tuve nombres... La poesía me sigue visitando en el frío de Agosto.
Setiembre - Setiembre evocado desde la infancia, entre las últimas x-o entregadas y los que corretean en el principio de una primavera engañosa.
Octubre - Octubre, que es mi mes favorito, no se porta bien. Sin embargo trae olor a mandarinas y alguna que otra cosa para renovarse. Le doy una oportunidad.
Noviembre - Insomnio, sí, y muchos proyectos, aniversarios, ganas de hacer cosas pese a las desilusiones de lo que acaba sin empezar.
Diciembre - Es té de menta, promesas y el Eco del disparo de largada. "Ocupando de a poco el espacio de mi abrazo hueco". Sostener el comienzo de algo lleno de posibilidades, las uñas que nos mordemos en la oscuridad. El fin de año que en realidad sólo se continúa en sonrisas.

Por un buen 2010!!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Puntos de partida IV

La tardes cargan con el peso de mi ansiedad, con los papeles vueltos cristal de mis libros, con mis manos que no paran quietas, con mis ojos abriéndose y cerrándose tras cada día sin querer hacerlo más.
El verano viene cargado de promesas y me espera en el viento, al sur, en las mentiras piadosas y las calles goteando la efervescencia cruel de las nostalgias.
Como diapositivas, la ansiedad nos juega sucio y muestra imágenes que aún no son. Temer a las despedidas antes de las llegadas, reclamar un pedazo de cielo que aún no fue nuestro, beber el rocío que aún no cayó en esa calle oscura que jamás he conocido.
De nuevo el eco anticipado del disparo de largada.
La certeza, con gusto a té, de ser puntos de partida.




Post numero 200 en esta víspera de Navidad cargada de corazones acelerados y ganas de que se termine el año. Felices fiestas a todos. Probablemente vuelva a escribir antes de que acabe el 2009, pero por las dudas dejo mis saludos a todos los que pasean cada tanto por acá, me leen, me comentan o simplemente quedan en el silencio (son importantes para mí también).
Lejos de un saludo sentimentaloide, quisiera proponer brindis binarios por aquí y por allá, abrazos cargados de ceros y unos, regalos envueltos en links. Y ya me callo, porque se volvió un saludo más extenso que el post y lo va a dejar en segundo plano.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Hoy


Es época de balances pero aún no quiero. Será que me toca una época en que yo me balanceo tibiamente sobre una hermosa cuerda floja, con millones de posiblidades y pareciera que el año que termina no es un fin de nada, sino que se prolonga esta época de cuerdas flojas y nuevas cosas sin hacerle caso a que llega una nueva decena.
Será. O no. Quizás simplemente se trate de retrasar el volver sobre mis pasos, pensar, discernir, contabilizar, marcar, tachar, contar puntos. Mi memoria prodigiosa se tara en los momentos de balance, se olvida de millones de cosas, no sirve, defintivamente.
Prefiero quedarme acá, en la cuerda floja, en este montón de incertidumbres que alimentan un vértigo extraño y somnoliento, que va despertándose de a poco y con muchas ganas. La inseguridad nunca fue buena compañera, pero ahora la tomo entre las manos como una mascota dócil, invierto mi tiempo en plancharle las arrugas, en alimentar las buenas consecuencias.
Es época de balances pero aún miro hacia mañana, procurando el paso al frente y armar paquetes con los millones de preguntas, clasificarlas, sonreírles, dosificarlas, guardarlas para nuevo uso.
El viejo año se despide con giros esperables, con verdades sospechadas, con la ironía enorme del destiempo. El nuevo se avecina con pruebas de fuego en las que tengo muchas ganas de quemarme, con sonrisas que ya estaba extrañando, con promesas de abrazos y verborragia acumulada.
Será que todo se aproxima nuevo, como los regalos que aún no te compré.

martes, 15 de diciembre de 2009

Puntos de partida III

orbitaba la luna
el pez delicado del silencio
un planeta de sal en las alturas
un dedo índice de paz y de nostalgia.
atesoró las caminatas
que le contaba con voz de nieve
tuvo espejos
pero quería tardes de plazas
y fósforos incendiando el rocío.
orbitaba la luna
en espacios de tela multicolor
en tazas de té
en lagos con nombres indígenas.
nada ocupaba el cielo
más que un rumor incandescente
y todo lo frágil
de un momento feliz.

"(...)me han puesto manos para hablarle
a las cosas de mi."


domingo, 13 de diciembre de 2009

Puntos de partida II

Ponele que me tiré en el pasto, me descalcé y dije eso, como conclusión a todas las palabras que había soltado sin lograr que juntas significaran demasiado. "Somos puntos de partida", dije, acariciando el pasto con los dedos desnudos. Y eso es todo lo que importa ahora, el cero a partir de acá, las ganas de ser tanto después de este cero, una marca, un mojón, una oportunidad que se llena de grillitos alegres.
Ponele que fue en un día de mucho sol, después de leer en voz alta un par de capítulos de ese libro. Vos también hablaste, dijiste "gracias por venir".
Y ponele, imaginate, que el silencio que siguió a tus palabras de espuma, al fin, tuvo ojos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

TO DO list:

- trabajar más
- estresarme menos
- llegar a fin de año sana y salva
- armar valijas, comprar pasajes
- borrar los mensajitos tripleequis que ya no significan nada
- reducir el número de veces por día en que pienso "tengo miedo"
- emparejar el desastre que le hice a mi flequillo
- cortarme el pelo como dios manda
- comprar té, regalar té, oler té, respirar té
- leer "La habitación cerrada"
- sonreír más, extrañar menos, pensar menos, sonreír más
- comprar regalos
- dejar atrás lo que debe ser dejado atrás por fin
- mirar hacia lo que me espera

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Puntos de partida

Un aroma a canela asciende suave y le enreda el pelo. Es hora de limpiar las migas que quedan en la cama, estirar los brazos, recibir al sol en el temporal de un día lleno de señuelos que esquivar. Cada tarde fría es un enjambre de abismos, un encuentro con todo aquello que alguna vez hubo de ser temido.
Pero no. Las manos entre la ropa, entre los platos que lavar, entre los juegos que se inventa al esquivar las rayas de las baldosas, las manos en los ojos, la boca cerrada, la mudez con que descansa después de las fiestas.
Asuntos que improvisar. Ya nada es seguro y el sonido a viento también es un engaño y la nieve por correo es una nota suicida y dulce y las bocas que se ríen en los bares de siempre son enigmas, laberintos, trampas a los escrúpulos.
Pero sonreír, de señal a señal, en un silencio que se parece tanto a la felicidad. Distinguir, con claridad y torpeza, entre la antigua dicha de la piel y esta novedad de sonidos sin contacto.

...en un rincón de mi salvapantallas

viernes, 4 de diciembre de 2009

Eco


El frío se escapa y sin embargo el té. Siempre.
Tacitas con té de menta auguran planes y un viento suave que haga volar la espuma de otros...
Y así quedamos, frágiles en el contacto con mareas de celofán y piedras, desarmándonos las ropas entre los días de un mes que recién comienza pero tiene olor a guardado.
El disparo de largada parece haber tenido un eco como el que señala Cortázar en "Para escuchar con audífonos", ese que antecede a cada pieza cuando se escucha con audífonos y tiene una explicación técnica pero que Julio se niega a creer y cuya consecuencia ve monstruosa.
Se siente el eco de ese disparo de largada segundos antes de que exista, la ansiedad y el milago de más de un día con sol lo traen a rastras y lo clavan en alguna pared cual retrato valioso.
Será cuestión de entrenarse, de entregarse, de armar valijas y cuadernitos de hojas limpias.
Será cuestión de sonreír y hacer sonreír, de gastar con hambre cada minuto, de facilitarle las cosas al azar.
Y así quedamos, amaneciendo en tardes de cosquillas, abrigándonos tras nombres falsos, repitiéndonos las cosas como si cada vez fuera la primera.
Eco, es el eco... (antes o después) pero el eco...



"ocupando de a poco el espacio de mi abrazo hueco"


jueves, 26 de noviembre de 2009

Casualidades hermosas (post medio al pedo)

Sólo hago este post porque acabo de leer una cosa que me sorprendió, me dio gracia... no sé. Más allá de mi conexión, juzguen por uds mismos lo que acá les traigo. Hoy leí esto:

""Voz de zorzal apichonado", definió la Rolling Stone a esta nueva promesa del folk-pop."
(En un artículo sobre Coiffeur, que leí acá)

"Voz de zorzal apichonado"
!! ¿no tiene algo que ver con mi "Voz de papagayito frágil" para definir a uno de los tipos que cantan y cada tanto traigo para retratar en el blog?

Fantástico. Los que me siguen de hace tiempo (y los que no, bueno, pueden leer esos post, también) me dirán... A mí la coincidencia me hizo reir y me pareció maravillosa. Yo qué sé.

Ok, ya retomaré los posts más serios, pero necesitaba decirle esto a alguien y no había otro lugar mejor que el espacio donde han surgido estas cosas.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Insomnio

Justo cuando las nubes parecían acomodarse sin alfileres en el cielo, vino la lluvia que las dejó huérfanas. Un claro de luna soplaba viento con gusto a otros nombres, pero ninguna red había en sus manos que pudieran pescar esas palabras momentáneas.
Entonces el quiebre, el rayo fulminante de la resignación, las noches de soliloquios parecidos a un llanto, el muelle de pescadores lleno de cañas brillantes y a la espera.
En sus manos se retorcía todo el equipaje que había prometido, los cítricos encuentros en plazas, las mañanas que entibiaba con una risa pequeña, las caminatas en soledad con una mínima esperanza de reencuentro.
Y trasnochar por costumbre y volverse ajena, autoenemistarse, babearse de soledad y rabia, de un repentino calambre en los oídos, de pantallas blancas con olor a despedida.
Algo tembló, al fin, entre sus piernas, la llamada del escape, las vendas provisorias de fines de noviembre. Algo permaneció en silencio mientras crecía el olvido.
Hay un huésped sin nombre habitándole el sueño, una pesadilla hermosa bailoteándole en las alas.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Accidentes

Cuando la calle es calle. Eso que está ahí afuera, esperando el vicio ajeno, interponiéndose entre las veredas que sudan con tus dientes. Algo así como romper la calma, tirarse desde un séptimo piso y evitar el quiebre justo a unos centímetros de la baldosa. Así estaba. Así la calle, esa otra cosa que sucede ahí afuera. Lejos de mi abrazo.
Pero entonces la noche y un brazo partido en dos por las marcas del sol, rodeando toda deformación de huesos y de piel blanca. Así el rostro que me recibe en la mañana, despertándose de un sueño con gusto a mandarinas. Así y todo, bostezo. No me quiero quedar entre las sábanas, a destilar fracciones de números que no entiendo.
Todo es natural, nena, dijo el dios del trueno sentado sobre su armario. Ese atípico cartelito que un monstruo de cerámica sostenía entre sus garras. Se parecía a luzbelito, pero no, alrededor le tintineaban restos de otros maquillajes, las plumas gastadas de un atrapasueños, colgajos inútiles que desprendían polvo.
Todo es natural, nena, repitió cuando me vio observar el amorfo ser sobre la repisa. Y en un choque de miradas apareció de nuevo la calle, ahí, en el medio, los hierros doblados de nuestros coches lastimándonos adentro. La señora que paseaba el perro se detuvo y llamó una ambulancia.
Demasiado tarde.
Séptimos pisos y alfileres en los muñecos vudú que agita el viento.




(y Eclipse se decidió a un futurísimo libro de prosa poética)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Fotomemoria

La foto me hizo acordar a esos fines de semana de febrero. Todos juntos por un fin de semana en Guazuvirá.
Uno al año. Nunca suficiente pero con la apariencia de serlo.
La escalera entre la arena, subir y bajar cada mañana y cada tarde, como caracoles felices, como lombrices en un día de lluvia.
Todos tan contentos.
Todos tan soleados.
Todos con la piel tan a la vista.
Todos sin miedo a las estrías o a las pecas o a los quilos de más.
La foto tenía que arrancarme la voz y me arrancó un recuerdo. La foto que no es Guazuvirá ni febrero. Es lo que tienen ciertas imágenes.
Pero vos... pero eso que antes me pasaba, pero lo que quizás me esté pasando en otros ojos y lo que pasa en los veranos en ese balneario desierto...
Pero yo... y esos veranos en Guazuvirá, que nada tienen que ver contigo, pero la foto...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Com.pro.per

Comisión Pro Pérdida. Así se autodenomina un grupo de gente que pone a disposición su hermosa casa una vez por mes para que quienes deseen asistan a un encuentro con el arte. Alguien inicia sesión en la parte literaria y luego el espacio queda abierto a quienes tengan ganas de arrimarse y leer sus cosas. Después de un breve corte, se abre la parte musical con un nuevo invitado y otra vez el espacio de micrófono abierto. Breve descripción de algo super simple pero a la vez lleno de cosas. Gente a la que le interesa perder (dinero, tiempo, etc) para poder encontrarse.
Calidez. Esa es la primera palabra que se me viene a la mente. Calidez desde el abrazo de bienvenida y de cada desconocido que llega a la casa. ¡Comida! ¡sí! Preparan comida casera que comparten entre risas, mientras el que ande por la vuelta ayuda a cortar, arrima platos, vasos, tazas, lo que haya a mano, mientras la perra busca quien le haga mimos.
Así, simple, a la luz de las velas en esa décima edición, la casa se llenó de voces, de idiomas, de charlas espontáneas entre conocidos y desconocidos, entre hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes que ofrecían sus pechos para el estandarte de la calidez.
Claudio nos hace reír y pensar en sus poemas finlandeses con olor a Montevideo (¿o montevideanos con olor a Finlandia?)
Rebeca, con sus enormes ojos azules y su cara rosada enmarcada por el septentrional pelo rubio, nos conquista el estómago con brownies y el corazón con su acento y sus miradas seductoras mientras lee cosas de aparente inocencia. Ventisca.
Brown con sus ojos cerrados y la cara del disfrute a cada segundo de su música.
Rachel con las canciones más hermosas que he escuchado en este último tiempo, nos habla de imaginarse observar a los vecinos, nos explica todo con su perfecto español.
Nicolás contando qué pasa después de la muerte, las velas le hacen un rostro tenebrosamente fantástico, resaltando sus muecas, mientras es acompañado por la simpática perra (y yo pienso en Mademoiselle Nobs)
Laura canta con una voz limpia canciones de una inocencia adolescente.
Fede repite esa canción que escuché hace unas semanas y me gustó, pide disculpas, continúa, llueve calma y puertas entreabiertas.
Patricia nos hipnotiza con su danza de fuego, el sonido de las llamas contra la noche estrellada, el olor a kerosene, la guitarra improvisada que le acompaña en el juego.
Y ganas de volver, caminata eterna entre la soledad de un domingo. Se parece bastante a esa sensación de soledad que me invadió constantemente en la casa. Rodeada de gente, escuchando cientos de conversaciones a la vez, pero escondida detrás de un vaso en algún rincón de la penumbra reinante, esa soledad tan concurrida me daba largos instantes de contemplación. Ganas de salir corriendo mezcladas con ganas de quedarme hasta recuperar algo que creía perdido.
Luego más soledad en la noche fresca de un Montevideo dormido.
Y a dormir con la esperanza de algún día...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Con gusto a x-o II



El viaje en ómnibus casi llegaba a su fin. El cuerpo cansado se sostenía de las sienes que respiraban el frío de la ventanilla y miraba con ojos entrecerrados el paisaje de siempre. Se afirmó al asiento con antelación, previendo la rutinaria curva que da el ómnibus al dejar Magallanes y doblar en Miguelete. La tarde apenas dolía, el frío se hacía más soportable aunque ya debería haberse disipado, Setiembre alumbraba con extrañeza las calles por esos días con olor a fin del mundo.
Entonces la vio, mientras el ómnibus esperaba para doblar, allí, sentada con todo el juicio del mundo, pequeña y hermosa, una nota disonante en la melodía del contexto. En el bar de la esquina, cuyo interior siempre observa a través de las ventanas sucias, ese interior de maquinitas y oscuridad, en el que en tantos viajes pretende adivinar historias, la naturaleza de los dueños o de los clientes, la vio a ella, sentada al lado de una ventana abierta.
La nena de pelo largo, castaño, sin demasiadas particularidades pero hermosa y tan frágil contra la mesa de cármica y el tinte marrón oscuro del recinto. Balanceaba sus piernitas que no llegaban al piso, sus aparentes ocho años se dibujaban en el bolichón de barrio. Sola, en una mesa junto a la ventana, la niña se concentraba en aparentes tareas, frente a la ceibalita verdiblanca, que destellaba más entre el resto de los colores de la escena.
La mesa solitaria, que otras veces sostiene botellas de cerveza o vasos de grapa, sostenía con similar entusiasmo una botella de coca-cola, la ceibalita erguida y los codos de la nena.
La miró, incorporándose en su asiento, le clavó la mirada que no perturbó su áurea calma y delicadeza infantil. Toda la inocencia mezclada en el contexto tan poco inocente, toda esa fragilidad hundida en las heridas que otros han dejado en noches de penas ahogadas. Y el ómnibus que dobla y que se pasea frente al bar en que otros concurren con propósitos tan distintos.
Y la nena, tatuada en su mente por días, por meses, eterna en su ceibalita que le dibuja sonrisas y dilata sus pupilas pequeñas.
La ciudad es un borrón después, una mancha deforme en el ocaso mismo de las cosas.

sábado, 31 de octubre de 2009

Humo sobre el mar




"fui cosas que no soy
en violeta gris y azul"

Soy parte sin fragmentar, aquello que quisiste en el manotazo de ahogado que te trajo hasta la orilla de mis madrugadas.
Son casi las tres y no me fui, espero todavía por mis cuadernos sin renglones y los besos de una cabina telefónica.
al fin, aunque es Humo sobre el mar, así, hipertextual, flota en el lugar...

domingo, 25 de octubre de 2009

Cielos redondos


Le debía tres meses de alquiler a la vida. Se dormía en los portales de cada fin de semana, tapándose con los cartones fríos del miedo y la vergüenza.
Pisó en falso una baldosa y casi bautiza la vereda con los bolsillos traseros del pantalón, tan tambaleante, tan frágil y sin motivos para agitar los brazos y recobrar el equilibrio.
El niño venía con un globo, celeste, hermosamente combinando con el cielo, robándole pedacitos al sol en un costado, haciéndolo bailar sobre su cabeza y su corte taza, su pelo tan lacio y tan brillante.
Pasó a su lado y el globo quiso quedarse en la cabeza de la figura bamboleante que comía migas de otros días en las vértebras del tiempo que la olvidaba de a poco. El niño sonrió, conocía los caprichos del globo celeste, del globo-cielo, del globo-roba-rayitos. Sonrió y decidió quedarse un rato a su lado, de paso darle la mano y poner finalmane sus pies en el suelo.
El niño se quedó ahí, mientras el globo jugaba con esos rulos amarillos y torpes, le enredaba el sol en cada bucle, le perforaba dulcemente el corazón con trozos de cielo.
Le debía tres meses de alquiler a la vida y la felicidad la tenía en el seguro de paro.
Pero un globo celeste la acompañó hasta la puerta de su casa y antes de despedirse le dio un pequeño beso en su nariz llena de pecas.
Después se fue calle abajo hasta la rambla, se perdió confundiéndose con el cielo, entre las manos del niño que buscaba rulos de todos los colores para poder elegir.

jueves, 22 de octubre de 2009

Palabras

No quiero tomar riesgos y por eso me quedo "del lado de acá", peleando con mis fantasmas que necesitan piel pero no soportarían un rechazo.

No quiere dolerte. No quiere que le duelas, tampoco, amigarse con tu historia, con tu necesidad de abrazos tan meticulosa y calculada.
No quiere saber tanto, tener más certezas que se adentren en ese par de ojos o corrompan la frontera de los labios y sin embargo se tira desde todos los barcos para internarse en la mar que vas soltando de a poco, como una represa a todo motor.
No quiere que le conozcas más y cierra las compuertas, mira las olas, hace agua, alimenta las fogatas en el mar, los imposibles de tantas madrugadas de insomnio.
Luego cuenta las paredes en que la humedad besó con voz de techos esa inmensidad que prometió, algún día, al viento.

Dejo letras, palabras, te gustan tanto las palabras y en realidad... es lo único que tengo para ofrecer.

lunes, 19 de octubre de 2009

Octubre-dudas

"Te doy pan, quieres sal,
nena, nunca te voy a dar
lo que me pides."

Octubre tenía que ser ese mes en el que al fin llegaba la primavera y empezaban a pasar esas cosas que siempre pasan en octubre y sólo en octubre. Por algo es mi mes favorito, quizás el azar haya hecho que siempre pasen cosas fantásticas en octubre, me regale momentos que recordar con ternura o añorar desenfrenos memorables.
Tenía que. Y no.
Mientras se escapan los días entre obligaciones que parecen confabularse para quitarme las ganas de cualquier cosa, llega toda la incertidumbre del mundo a anidar en este mes fantástico. Pone sus huevos, se alimenta de mi cobardía, me cincha el pelo mientras yo nada más quiero la paz simple de una certeza en forma de cariño.
Todo bien con octubre, pero me decepcionó.
Ahora a mudar, mudarse, cambiar de color y de casa, como un caracol, como una lagartija, dejar la vieja piel para perderme entre colores nuevos. Certezas, sí, pero alguien, por ahí, me hace cambiar de perspectiva con esto de las certezas... ¿y si le hago caso?

"tan pocas dudas suele ser mala señal.
Las certezas me dan desconfianza.
Quiero un beso que me llene de preguntas.
Dame un beso lleno de preguntas nuevas."

Quizás mi lugar sea un fascinante no-lugar, después de todo.

viernes, 9 de octubre de 2009

Autofagia

No existo
con el sol
ni para adentro.
No tengo las señales
ni semillas
ni sangré nunca
en otra almohada.
No tengo tus dos manos,
tu extensión inútil,
tu lengua invasiva.
No existo con el sol,
me invento
y me trago
a mí misma
con la noche.

domingo, 4 de octubre de 2009

Domingo

No saber nada entre las pelotitas de fieltro y entre las lágrimas de hilo, no saber nada... entre las agujas de coser y el pegamento, entre las sábanas, entre una hermosa mañana de mandarinas.
No saber nada, buscar un libro, sentarme en un escalón a esperar lo absurdo, encontrarme con dos recortes de sombra, reirme entre los gérmenes de un principio, cantar sin música y sin voz.
Pero no saber nada.
Y tener miedo.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Escritura automática

me demoro en lo hondo de lo hueco, en tantas sales que hacen niebla y remolonean, juegan con lo absurdo.


me quedo relampagueando costumbres. el gato pía, mientras yo le maúllo diciendo: no, no dejes que la cuerda silbe las canciones que perdimos.

ato el cordón con que antes jugabas. se desata, firme y blando. como agua escapando de mis manos. se d e s a t a.

otra niebla tapa los rieles del tren de la noche.
hay

como un sonido
ensimismándome la fiebre. recobrando parte de lo hueco.

hay
ese ruidito metamorfoseado y perenne, lo agudito en el oído que no se va
ɐʇsǝ opınɹ lǝ oɹǝd 'ɐpɐu sǝ ou ʎ
que sí
joder.


horas de vuelta y un s o s t é n, la nada
como colcha, cama elástica, me salta, me ayuda a saltar.

y una parada de ómnibus se extiende como un mar de agujas que no puedo c r u z a r. me pongo las máscaras, me subo al avión de primer plano, al territorio de ciencia ficción que se descolgó del libro de mi compañero de asiento.

me subo, nene, me regalo una canción que no dice nada. porque sin palabras puedo, también, tararear canciones. de eso se trata tararear.
te cuento.
al parecer no lo sabías y una pestaña se te cae de repente.
y se te nubla la vista, decís.
la ɐʇıɹnsɐq

basura. la basurita es como un pájaro, qué lindo, un pájaro que yo imagino s i n p l u m a s, todo cubierto de una pielcita suave.
pero hay que enseñarle a volar.
y a volver.



ɹ ǝ ʌ l o ʌ ɐ

jueves, 17 de septiembre de 2009

Niños

ser un niño feroz y pálido
entre los malvones del jardín
feroz y pálido
en la frente ancha
de la tarde.

ser un niño feroz y pálido
abandonado al saber de otros veranos
abandonado a la claustrofobia madre
y hermana
a las tías ocasionales

o ser nomás un niño
errando entre las horas del sueño
gritando después de las pesadillas
acomodando los almohadones de los ocho años
y las sábanas de los trece.

ser un niño feroz y pálido
a los seis, a los ocho y a los trece
o ser un niño
desconsolado y tibio.
siempre.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Con gusto a x-o

El barrio parece haber quedado atrás de los carteles sucios y las manchas de óxido de buscan besar el suelo, en una acción de gravedad que el tiempo demora. La vieja estación, terminal, plaza, ahora se quiere renovar. Las mueblerías siguen siendo amas y señoras del barrio que supo tener auge, ser zona comercial, pasaje, conexión de centro y periferia.
Las casas que dan a la avenida son casas de altos, puertas altísimas y angostas que anticipan manchas de humedad y ecos fantasmales, la clase media extinta, las cuevas de las amas de casa que tuvieron que salir a trabajar.
Son vecinos y van juntos a la escuela, juegan por las tardes a cualquier cosa, acompañan a sus madres a hacer los mandados. Ahora que el calor peina el calendario en mala fecha, se escapan de los pasillos eternos de sus casas, del fondo lindero a otros fondos y hacen la clásica vereda con el nuevo juguete.
No se lo pidieron a los Reyes ni por el día del niño. Resulta que la yapa además les sirve en la escuela, les enseña y los "conecta al mundo".
Se ríen. Escriben palabras que una voz robótica reproduce.
Escriben sus nombres, escriben las pocas e inocentes malas palabras que saben, riéndose sofocadamente de sus picardías. Sentados cada uno en su escalón sacan fotos de la calle, de los ómnibus, de los vecinos de siempre.
Juegan y aprenden, se ríen.
La tarde los envuelve en ese calor intruso y despoblado de magia. La pelota está guardada en alguna habitación y respira pero extraña los golpes y los gritos.
La escuela se mete en la casa, se instala a jugar a las escondidas entre la túnica que se sostiene como puede de la cuerda al sol y las ganas secretas de mamá por tocar el chiche nuevo.



(los no-uruguayos que aprecien lo poético del asunto pero no entiendan de qué hablo: [x] [x])

martes, 25 de agosto de 2009

El tipo que canta VII

"no veo gran cosa afuera
mejor me quiero quedar
imitando a un caracol
protegiéndome del sol"

Les (me) debía este tipo que canta... hace como una semana que devoró con su voz azulsuavedenoche el pequeño bar. Andábamos respirándonos sin ver, buscando alcancías, chanchitas para romper y pelear por un rato la humedad con síntomas de fiebre. Andábamos extrañamente conectados, arrugando las narices ante los mismos olores, desafiándonos casi sin ganas y con un poco de piel, asustándonos tras las sombras que dibujan los ómnibus al amenazar con besos la vereda.
Nos encontramos rozando con las suelas el bar prometido, fuimos infieles por un rato a la espesura de esa tardecasinoche que se untaba de gotitas de lluvia. El borrón viscoso de las ventanillas me auguraba un viaje, una llegada tarde perdonada gracias a un currículum ajeno, una cerveza en el altillo de otro bar, la penumbra de las ganas y la celebración con risas y caras desconocidas de un encuentro atípico y tan, pero tan cómodo.
Al fin bajamos de la nube de madera y Soda Stereo, caminamos resbalándonos en el barro en construcción de esta Montevideo en obras, nos acercamos a la fríofilia estúpida del bar del encuentro.
Llegan más almas con ganas de música, besos que ignoro, un lugar lleno de cabezas que no me dejan ver, música conocida que me hace enterrar la mía hacia abajo para que no vean la transformación de mi cara. De nuevo, su voz de papagayito frágil, sus mimos de canción que enrarecen ese aire caliente y multicolor del recinto, las ganas de ver, de que mis ojos sean una vez más testigo y la impotencia, el desgarrarme con las frases que ya puedo tararear a pesar de ser escuchadas una vez cada tanto en instancias similares. Atino a cantar, a tararear, a sonreir ante mis frases favoritas.
Y luego el chorro de agua fría, la desilusión, los seis pies tranquilos que abandonan la noche, que dejan las contrariedades atrás, el medio que siempre me estuvo destinado, ser la arveja debajo de tantos colchones que le molesta a ella, a la verdadera princesa. Y ser igualmente querida, apretujada en frases de cariño perohastaahí. La desilusión, la vuelta, el tipo que canta allá lejos, sin importarle nada, en su nube de cartón y papel picado, con groupies y pudientes seguidores. La desilusión, nosotros, ellos, yo. Ellos.
La arveja vuelve a casa a dormir. A celebrar la poca paz a la orilla de las frazadas.

"y me dijiste: todos somos niños
cuando el sol se está por ir
y me hiciste sonreir."

ETQC II = ETQC III = ETQC V = ETQC VII

miércoles, 19 de agosto de 2009

Crecí, giles

Ya no tengo diecisiete casidieciocho. No deberían sorprenderte los poemas con gusto a mis veintiuno.
Vacilás ante mis talones mientras doy la vuelta para que me veas completa.
Ya no tengo diecisiete ni escribo cartas. Tengo, sí, las mismas escasas curvas, las mismas pequeñas manos, los mismos bostezos, la misma frente torpe y blanda.
Hubo un quiebre en alguna parte, los pasaportes se vencieron y las lluvias pasaron de aterrorizarme a enternecerme, a hacerme dedicarles un lugar, palabras, amigos nuevos.
Me hice y recompuse, entretuve los olores de unas cuantas primaveras y la sal de más veranos arrugaron mis perfiles.
Algo se fue rompiendo, algo ya había empezado a romperse suavemente hace tanto...
De esos diecisiete que hay bajo los escombros, queda la ternura de lo aprendido, los nombres de tus ídolos, el brillo en ciertos ojos cuando leías en mis letras a esta ciudad. Quedan mis crónicas al viento, acaso... la memoria infantil de El Loco, mis prolongadas siestas en los bancos que ahora saben besar más hermanas y nenitos con flequillos nuevos.
Esto es una sopa de jabón. Un menjunje espeso que revolvemos para encontrarnos dispares en palabras extrañas, para saborearnos distantes y distintos. Queda un cariño aprendido, ensayado, difícil de demudar pero no tan gritón como antaño, una admiración insoslayable pero casi sospechosa, anémica de fuegos, cada vez más solitaria.
Tus versos clásicos han quedado lejos de mis sinestesias principiantes, de la parra, del perro, de las memorias de los peces, de las moscas, de las aliteraciones que evocan un hombre de cicatriz. Lejos.
Atrás las palabras barrocas. Atrás la pequeña novela en que me querías protagonista. Atrás, allá lejos, aunque ahora la evoquemos sin decirnos nada, la historia que quiso encender la luz.

viernes, 7 de agosto de 2009

El tipo que canta VI


De a poco voy desarrollando características del cariño para con los tipos que cantan. Traerlos hasta acá, como llevar a un hombre a la intimidad, se asemeja a un juego de sábanas en el que pretendo esa bilateralidad que no existe.
Pero como de unilateralidades estoy cansada, me pienso la realidad a mi manera: con cada tipo que canta, repetido o no en estas crónicas, se entabla una relación que es aquí y es ahora, a sus espaldas pero tan de frente como quiera, con el nombre impronunciado pero al alcance de la mano, en fechas, guiños, o incluso en respuestas si quieren saber. Pero siempre el misterio. Acá los tipos que cantan tienen eso de misterio y eso de inalcanzable que probablemente ahí afuera no tengan. No es una inocente bulla, una retribución de groupie, sino una forma de divertirnos, en esa bilateralidad imaginada, en ese juego de sábanas que no existe, porque así soy, porque así hay algo ulterior que me hace ser con quienes sin tocarme con las manos me saben abrazar. Así, con eufemismos y con dudas, y con estas palabras de noche (siempre de noche) que si quieren son suyas, las regalo, las ofrezco, las cambio por baratijas.

Otra noche llena de corridas, de apuratequestarde, de correr y reir y llegar cantando a la alegría que promete la noche. Todo es conocido. El olor a muchos se nos mezcla entre el pelo y las ganas, entre el sudor de fiesta y las costumbres de saltos. El dolor, el miedo a los golpes son mantenidos a raya por el espíritu festivo, por la alegría del reencuentro, por las voces que salen de una garganta que ya no parece ser mía.
Cada lado de los lentes hacen las veces de pantallas para ver más música, más gritos, más saltos, más adrenalina donde todo tiene ese gusto picante y sanador del jolgorio. Lado A y Lado B se cruzan miradas cómplices, frases que no necesitan ser puestas en palabras, las gracias de tener de amigos a los hermanos y de hermanos a los amigos.

Afuera el abrazo polar de la calle nos devora con aires libidinosos. Un bar, la fiesta que se continúa en retratos hablados, en breves saciedades con el tono amarillo grasiento de esos lugares de mostrador y mozos con anacrónicas moñas.

Después solo queda saber qué nos depara la noche, de la mano de Babilonia, hasta el fin de la avenida con Babilonia, hasta el fin de la noche con Babilonia sin encontrar jamás a Sèvres.

nota: el tipo que canta VI = el tipo que canta IV

domingo, 2 de agosto de 2009

Nombres


Dicen que aparecieron costados
donde una vez tuve nombres.
Las algas hamacaron toda
la sal de mis arrugas niñas.
En este instante de interés
en este pequeño punto
donde convergen mi Dios
y tu diafragma
y tus venas de metal ardiendo,
escarbo con los dientes,
con las uñas grises
y desentierro nombres
donde una vez tuve alas.

Mayo 2009

viernes, 24 de julio de 2009

Quise pensar que había algo más...

(o el tipo que canta V)

Preámbulo
Tres vasos largos nos miran, atónitos. Una merienda anochecida con gustito a nervios, a esperar palabras de bocas nuevas, a tragar sorbos de historias ajenas. Al fin estamos todas, al fin mi ansiedad hace de las suyas y me muestra tal como soy: sin poder dejar de hablar, de lo que sea, mientras sea algo que llene los espacios, que entregue mi simpatía y manifieste mi alegría por el encuentro. Estamos ahí, las tres, abriendo los ojos bien grandes porque no damos crédito a lo que oímos, las casualidades se hacen tentadoramente festejables, nos reímos. Sí, nos reímos mucho. Buena señal. Me encanta la gente que me hace reír. Pasa el tiempo y ya me siento parte. Ellas se conocen de siempre, yo soy una desconocida, una flaquita de lentes más, una pulguita insignificante a la que entregan toda su simpatía, sus historias, sus logros, sus chistes. No se los digo, pero agradezco cada segundo, cada guiño y cada idea compartida, porque de hacerme parte se trata, de sentirme cómoda y jugar por un rato a que siempre nos conocimos.
Entonces me atrevo a la invitación, me las llevo a parte de mi mundo. Aceptan. Vamos a ver al tipo que canta.

La noche
"Soy un niño ahogándose en el río, por eso te doy la mano"

El viento es un ser con caprichos de invierno, un besador con lengua que se juega a matar o morir en cada esquina. Sus manos de rambla le impulsan el trago, le ponen alas en los pies, le dan hambre de gorros que se esfuerza por llevarse. Pronto encontramos resguardo en la sala pequeñita, me esperan caras conocidas, nos arrinconamos con los ojos brillando de expectativa.
Ruidos que nos transportan a la selva, a un mar de calle, a la infancia, a cualquier lado, ruidos que podrían provocar un trance con una copa de alcohol encima (Nane dixit), ruidos que cansan y aturden, que nos hacen reír, que finalmente aplaudimos.
Nos toman el pelo y nos gusta. Les gusta. La armonía retocida es como el viento que se huracana afuera, con caprichos de improvisación y burlas hacia el público.
Ellas se marchan, yo aún espero.
En el medio me abstraigo mientras alguien recita sus poemas cargados de lugares comunes. La noche huele a viernes, huele a pasos tragándose mis ganas de volver; arde, tan infame, entre las frases que no me atrevo a decir para callar todo el ruido de afuera. La rubia me levanta las cejas ante cualquier mueca que le hago en referencia a los poemas. Nos reímos, cómplicemente, nos acompañamos en silencio y esperamos, espero.
Hay un quiebre en la noche, alguien entra y me reconoce y me abraza; salgo al campo de batalla, los fuegos cruzados del viento y la hoguera improvisada en un tanque me vuelan el pelo, el gorro, la bufanda. Intercambiamos besos polares, el pico de una botella, el calor que no llega y golosinas. Yo estoy despierta en medio de un vagón de siestas, rogando por primaveras (primaveras eran las de antes) para curar como antibióticos mi corazón tan frío.
Adentro arde un comienzo. El tipo que canta ya se ha instalado tras el cristal y nuevamente me arrincono para terminar de escuchar la noche. A centímetros de distancia de mi cara, la música conocida empieza a trazar esquemas mentales en mí. El verano llega como foto mental, en cápsulas de sonrisas y de recuerdos fragmentados. Pienso en amigos lejanos y en que un día nos unió el tipo que canta. Pienso y huelo ese perfume de un desconocido, pienso y observo los dedos en la guitarra. Me río con las ironías y las cosas simples que siempre son ese exquisito valor agregado. Su voz de papagayito frágil se anima un poco más esta vez, le da a la viola con furia, quiere tirar a alguien a las vías cuando pase el tren.
Canto, no puedo evitarlo, se me deslizan las palabras que en unas cuantas listas se amontonan con destinatarios diferentes. Pienso en la llamada ahora imposible al escuchar esa canción en que siempre nos reconocemos con una, el recuerdo de esa otra pendeja adorable que me cambió un tipo que canta por otro.
Hay un jueves más en el calendario; marcadas en rojo las gracias del tipo que canta que, como siempre, parecen ser disculpas, mientras ignora que al otro lado del vidrio se dibujan invisibles gracias por el par y pico de sonrisas que me arrancó pese al frío glacial y los desencantos.
Lo simple... siempre me conquistó la magia de lo simple.

"Vamos a confrontarlos esta noche los dos(...) pero antes decime que me querés, si no, qué sentido tiene..."

lunes, 20 de julio de 2009

Puta inocencia.

Una tarde venía de lo de un amigo en el ómnibus y me encuentro con la siguiente situación:
vacaciones de invierno, madre con tres hijos volviendo de algún evento de divertimento para los pequeños. hijo 1: unos 6 o 7 años. hijo 2: unos 8 o 9. hija3: una beba de un año o menos.
Resulta que venían sentados y yo frente a ellos. La bebé tenía la cara pintada con ojitos, orejitas y bigotes de gato, todo en rosado y negro, probablemente pintura realizada en el sitio que fuera la madre los había llevado a pasear.
Entre las muchas cosas que decían y comentaban, un poco descuidados los niños, el más pequeño de los varones la mira y le empieza a hacer payasadas a la hermanita para que se ría. Le dice: "sos una gatitaaaa..." El mayorcito le pregunta a la madre: ¿la pintaron de qué, mamá? ¿de gatita? La madre responde afirmativamente.
El más chico sigue diciéndole: "hola gatita, holaaa". Y el mayor comienza una temible asociación de ideas que escucho, atónita: Es una gatita... gatitoo... gato. Es un gato. O una puta. Sí, puede llamarse puta.
¡¡Lo juro!! Si no eran exactas palabras (ya pasaron unas semanas de esto) el concepto era exactamente el mismo. Lo triste fue que el niño no lo hizo con maldad o con intención de insultar a su hermana. Había un tono totalmente pasivo en su voz, totalmente "inocente" (la inocencia acá se me presenta como una paradoja terrible).
Ahora ya no me acuerdo qué siguió a eso. No lo dijo muy fuerte, no sé si la madre lo escuchó, pero a mí me quedó grabado en la cabeza por días y días.
Me enferma y entristece esta naturalización de términos y TVconceptos que se esparcen como peste sin discriminación de audiencias. No me voy a extender en el tema, pero estamos asistiendo a una erotización de lo infantil de manera peligrosa y amenazante. Lo peor no es simplemente el hecho en sí, sino ese acostumbramiento al que llegamos, esa falta de crítica constante, esa desescandalización.
¿Cuál es el tope para el escándalo ahora?
Yo estoy conforme, al menos, con haberme asustado del hecho.

jueves, 16 de julio de 2009

Compartir logros perrunos

El siguiente poema fue seleccionado en el festival/concurso Zona Poema, la Casa Invita (organizado por Zona Diseño y cAsa de Escritores del Uruguay), junto con otros 16 poemas o algo así.
La cuestión era esta: durante el festival, en 21 lugares de Zona Diseño (bares, tiendas de muebles antiguos, librerías, centros de enseñanza, etc.) leían 70 poetas a lo largo de todo el día, en diversos horarios. Eran entre tres y cinco poetas por locación. Un jurado, integrado por Melba Guariglia, Elbio Chítario y Enrique Bacci, posteriormente al festival del día 17 de junio, elegía UN poema por locación.
Con cada poema seleccionado harán una gigantografía que se expondrá en paletas publicitarias por Montevideo, quedará además impreso en el sitio donde se dio la lectura y saldrá en libro junto con los otros poemas seleccionados.
Y aquí está, mi hijito perruno.
(puede escucharse una grabación de Perro al final)


Perro

Cada cansancio
te deja cansado
de ser miserable
y tenés
nomás en la vida
ciertas reglas
cabalísticas
verdades que te sirven
no el desayuno en la cama
cosa que no estaría mal
sino esa suerte
de ironía suicida
ese vértigo
en blanco y negro
de la seguridad.
Pero estás cansado
con ese cansancio de perro
doméstico
que duerme todo el día.
Sos un poco perro.
La vida es ser un poco perro
comer dormir morder los mismos huesos
oler la muerte ladrar algo a la mañana a la tarde
y a la noche
cada tanto aullar
despertar al barrio entero.
Y descubrís que ser un perro no está tan mal
salvo porque no te aleja del cansancio
ni de ser miserable.
Pero entonces mostrás los dientes
al tomaconsumo
y terminan atándote en el fondo.


Stephanie Carolina Amaro

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viernes, 10 de julio de 2009

Algo


Una intervención en una hoja Tabaré, de esas en las que escribíamos cuando íbamos a la escuela. Algo anda mal, algo no funciona en estos días, con las personas, con los hechos, con el tiempo, con las bacterias. Algo anda mal, como una yema cuadrada, como una hoja Tabaré oficiando de plato.
Algo anda mal, algo está trancando el alegre fluir de las cosas.
De nuevo, todo tiende al desencanto.

domingo, 28 de junio de 2009

Ni con tiempo

Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después.

"El tiempo está después", rezan los carteles de una calle que se le aparece en sueños. Amarillos por el polvo de la calle, muestran las letras negras, amarronadas, gritándole el código para abrir la puerta a una vigilia feliz. El tiempo está después, el tiempo al fin es persona, se puede dejar a un lado, al fin se seca como las hojas caducas que ensucian las veredas.

Ella corre por diversos tópicos oníricos sin decidirse, con miedo al tiempo. "El tiempo dirá", "el tiempo cura todo", también tópicos, frases que se cansa de oír en recetas del conocido de turno que pretende aconsejar. A veces no hay más que decir, pero no se conforma. El tiempo al fin está después, le dice alguien, lo lee, puede verlo casi tan claro como la grieta que ya se está cerrando, que no la espera. Debe decidir, quedarse a mirar y admirar los carteles, a reconocer los trazos, las marcas de polvo, la periodicidad de las señales... o ser valiente para sacar de la grafía esas palabras y procurar vivirlas. Llevar a la vigilia la certeza de que el tiempo está después.

Duerme, aún duerme sin siquiera sospecharlo. El despertador, una mano conocida, la luz de la ventana, algo la despierta. Sufre el contacto con el día, sufre el tiempo de vuelta. De pronto tiene la certeza de no poder olvidarse jamás de aquello que fue. Ni en sueños, ni con carteles, ni con vigilia, ni con tiempo...
Ni con tiempo.


lunes, 22 de junio de 2009

Cuestión de gustos

- te gustan las vegetarianas, eh?
- es que la carne es débil

sábado, 13 de junio de 2009

foutaises de otoño

descubrí que me gusta:

· ver las hojas secas en la rotonda del Palacio Legislativo correr detrás de los autos.
· el olor a garrapiñada de los puestos de 18 de Julio, que el frío parece volver más dulce y tentador.
· hacer esas cuadras desde la facultad hasta la Plaza Independencia, por la vereda sin sol, solo para llegar detrás de la Puerta de la Ciudadela y preguntarnos qué ir a ver.
· cierta mesa arrinconada del Tasende, que antes me parecía lúgubre y tristísimo, desde la que se puede ver retazos de distintas partes de la ciudad y casi aislarse del resto del bar.
· caminar descalza por la casa, con unas medias gruesas y muchos pantalones uno arriba del otro.
· que sean las cinco de la tarde, llegue Green y se ponga a tocar la guitarra a mi lado para que cante con ella.
· llevar la cuenta de los precios del café en los bares de los alrededores.
· caminar por Dieciocho, hacia arriba, por la vereda del sol, cuando este ya ha bajado, y concentrarme en el frío lastimando mis mejillas, mientras escucho música y el viento me da de lleno en la cara.
· no acostarme antes de las 3 de la mañana.
· que el ómnibus desvíe y me muestre un nuevo paisaje, alejado de lo que ya era rutina.
· que alguien invente una nueva palabra (sobre todo adjetivos) y suene hermosa.
· almorzar a las 6 de la tarde, en casa, y que nadie critique mis horarios.
· saber que el "mate de los martes a la noche" que apronto con cariño, es un gesto de ternura que nos acerca sin decirnos nada.
· descubrir nuevas pequeñas pintadas o tags en los muros que siempre me muestra el recorrido del ómnibus.
· que la más pequeñita de la casa me siga sorprendiendo con palabras demasiado adultas que no sé de dónde saca.
· el olor al pan casero que me recibe un par de veces a la semana en casa.
· comprobar que aún camino por la calle y distraídamente evito pisar las líneas.


(y hay más... este otoño hice racconto de algunas foutaises o insignificancias. abajo, el video de donde saqué la palabra para titular el post y que en parte lo inspiró)


viernes, 5 de junio de 2009

Llenar los espacios

Ahora es solo niebla sacada a tientas de un cajón.
Niebla cristalina que busco materializar desde un sonido, desde esta espera en vano que con los años se fue quedando en otras cosas: el amor a Pink Floyd, cada foto en blanco y negro que pudo ser captada por su obturador, esos versos Dada que siempre tienen su olor y sus síntomas, la boca de un hombre casual que tenía demasiado de la suya, su nombre tan vulgar que se repite devolviéndome rostros muy distintos... y todo lo dispar entre el recuerdo y la construcción, el hecho de que constantemente se confundan.
Muchos han sospechado una relación más allá de la amistad, por mi parte, con El Loco. Nunca lo fue ni lo será, aunque podría reconocerse algo de obsesión. Una obsesión que va más por el personaje que creé para llenar los espacios y las cosas que nunca pude explicar, que por lo que fue El Loco persona en aquellos tiempos de meriendas y huidas, en aquellos tiempos de despojo de una adolescencia malograda.
Cada tanto vuelven las preguntas acerca de su paradero. Ya no encuentro a nadie interesado en darme o seguir sus pistas. De nuevo me cuestiono qué parte de todo realmente fue, qué parte la hicimos, qué parte de todo aquello fui yo.
Hoy releí la primera entrada de este blog. Entrada para El Loco, sobre El Loco, desde la perspectiva de un personaje sobre el que tenía privilegios, que me dejaba, como a nadie, entrar de a poco en su universo de excentricidades y hacía notorio su cariño exponiéndose de a poco, demostrando que costaba, pero que las ganas... y que le importaba un carajo el resto.
Y nunca, nunca pude entender nada. Y quizás por eso me obsesioné. Y quizás por eso la obsesión fue mutando en construcción, fue difuminando los límites de lo real y lo ficticio, lo que hubiera querido, lo que imaginé, lo que completé de los blancos.
Cada tanto algo me devuelve a los meses de El Loco. Y ya no puedo hacer promesas de que será la última vez.

(y sí... yo alguna vez la rulée con el pelo largo y otros lentes. la costumbre de salir patética en las fotos no la he perdido)

domingo, 31 de mayo de 2009

Una vuelta de tuerca más...

(o El tipo que canta IV)

"tener de amigos a mis hermanos

tener de hermanos a mis amigos"


Todo tiende al desencanto, a los malhumores obesos que acompañan los cumpleaños en este corazón que poco sabe de días especiales y tardes solitarias. Todo tiende al desencanto, a las cebras borradas que amenazan con que un auto nos pase por encima, a las noches de regalos tímidos y sorpresas muy a medias. Todo tendía a la amargura de algo que debería ser especialísimo y nunca lo es.
Pero para algunas cosas existe el día después, el mañana que llega tarde y desinhibido, ardiendo en felicescumpleaños atrasados y verdades que se respiran entre cafés de antojos y consultas académicas a toda prisa.
Y hay un nuevo tipo que canta esperando en el antiguo cine, en esa sala antes visitada en la tranqulidad de Zulma y la Canción para dormir a un snake venenoso.
Hay niños y niñas con flequillos perezosos, anacronismos estúpidos, un público demasiado no-a-lugar y señales de locura por todas partes.
La noche de este tipo que canta es descontrol y adrenalina, es reconocerme tibia y fresca al mismo tiempo, yo con los ojos enmarcados, con el miedo a los golpes, yo con la timidez bajita y enrulada.
Es tiempo de puntas de pies, de olvidarse de las pantorrillas y los codos ajenos, de las culpas, de la garganta; tiempo de olvidarse del miedo. Es tiempo de un tipo que canta agradecido y nuevo en este lado del río, gesticulando sus chamuyos de rock con piel y a quemarropa, oxidando este otoño que no sabe de guiños en calles frías de algún barrio parecido a Ciudad Vieja.
Canta, el tipo canta y reconozco esa voz que parece que no llega pero se las ingenia para entrar en los pechos y volar cabezas, el tipo canta y pone caritas sin timidez y baila, y la gente sube a dejar sus saludos y su voz, y la gente se mueve y salta cantando con alegría.
El tipo canta y todo es una fiesta. No faltan los globos, la espuma, el papel picado... la vida es una fiesta en este encuentro de sudor, locura y realidad. Y yo, la chica bajita de lentes, la que espera el disparo de largada para todo, olvido mis miedos y me olvido por un rato de que todo tiende al desencanto... quizás solo sea cuestión de practicar: efímero para mí lo que para otro un sueño...


nota: nuevo tipo que canta, ahora ya los agrupé bajo una etiqueta, así que el resto anda por ahí.

lunes, 25 de mayo de 2009

Yumager

Hoy vi a "Yumager". Conozco la historia desde hace tiempo, un tanto inverosímil, un tanto cómica, un tanto triste.
Hoy justamente pensaba en demasiadas cosas relacionadas con ver al otro, con recuperar cierta sensibilidad que creo he perdido o al menos se ha atenuado en mí y que no quiero perder.
"Yumager" estaba en la parada de Gral. Flores y Propios (sí, aunque esa calle en verdad se llame José Battle y Ordóñez), hablaba al vacío y luego con alguien que se cruzó en su camino.
Con su remera de todos los días y su pelo lleno de canas frágiles, "Yumager" ha adquirido su apodo (y lo escribo mal a propósito) por estar siempre, siempre, con un volante de algún auto quién sabe de qué año y pretendiendo manejar un auto, corriendo o caminando, según el caso, haciendo los ruidos pertinentes y conversando acerca de las cualidades de su vehículo imaginario.
"Yumager" es gracioso y melancólico. Es un tipo inofensivo, ya conocido en el barrio, hasta querido, pero en cierta forma distante...
Su "locura" interpela a conocidos y desconocidos, siempre genera algo en el otro, nunca la pasividad, nunca la asimilación como algo normal y corriente. Aún aquellos acostumbrados a verlo cada día en distintos lugares de la zona, con una nueva sonrisa, siempre con sus ruidos de vehículo y su soliloquio, no pueden evitar sentir ¿compasión? ¿lástima? ¿diversión? frente a la figura constante de "Yumager".
Y es lo que tiene, su constancia, su presencia casi impasible frente a las condiciones climáticas o a los humores tan cambiantes de los cuerdos.
Y a mí la tristeza que me produjo "Yumager" vino de más adentro, de otra cosa... vino de esa sonrisa con que celebra lo que para nosotros puede ser hasta un juego infantil, viene de esa felicidad de convencerse de su tarea, de creerse lo que hace, de estar en coherencia con su mundo y ser tan otro para los de afuera.
Él, en su condición de minoría, no nos juzga, no nos ve como anormales, comparte su formidable máquina y sus triunfos deportivos con una sonrisa.
No dudo que si le pidiéramos una vuelta, nos pasee por todo el Cerrito de la Victoria o quizás nos haga un tour por Montevideo, con la mejor voluntad y siempre, siempre, con una sonrisa al volante.

viernes, 15 de mayo de 2009

episodios inconexos(?)

En una noche de bar conocimos un checo. Humildemente nos pidió para sentarse a nuestro lado en esa mesa pública que ponen en la vereda, al mejor estilo "tablón y caballetes" de un pic-nic familiar. Llevaba una cerveza en la mano y ni reparé en que estaba solo, en que su acento era extranjero ni en su exótica fisonomía, ensarzada en una conversación como creo estaba. Segundos después fuimos presentados todos y se sucedieron horas de una charla animada, curiosa, llena de risas, promesas y buena onda. Terminamos acompañándolo al hostel y fijando encuentro para ir dos días más tarde a la Feria de Tristán Narvaja.
Los episodios del fin de semana me hicieron caer en la cuenta de cuán ignorante soy, de cuánto me falta aprender, saber, conocer, descubrir. Y más allá de la frustración que genera esta certeza, también me hace sentir un poco viva, un poco con ganas de ir más allá de todo lo que me rodea, de tomar el primer tren a cualquier lado, de tener claro que aún falta mucho por hacer y la vida podría depararme cosas geniales.
Y ahora no paro de sonreír ante muchas cosas que me dejó la visita, el intercambio cultural y los chistes internos que se generaron en tan poco.

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Van a paso lento, zarandeados por las ruedas imperfectas en contacto con la calle aún más imperfecta. Van al sol, en un equilibrio inverosímil, arreados por el caballo desnutrido y frágil, primaveral en sus raídos adornos, resignado, mascota y herramienta de trabajo, con nombre y anónimo, inútil, necesario. Y va ella al margen de las riendas, al margen de su marido que dirige al animal, que ayudó a sostener las bolsas a los costados, la carga de todo el carro. Va ella en su universo de cumbia villera, en sus melódicas cumbias ensalzando palabras obscenas. Va ella, la mirada perdida, ajena al tráfico, ajena al mundo, escuchando al barrio en su brand new mp3.

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Mi destino es ser La Mejor Amiga. Y hacerme amiga también de todas las ellas que otros puedan tener. Hacerlo de buena fe, con todo mi cariño y espontaneidad. Sin segundas, sin interés maligno y, por encima de todo, sin salirme de mi etiqueta de la-amiga-que-nunca-será-algo-más


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Anduvo dando vueltas por la casa, incompleta, oscura, entregada al vaivén inocuo de sus dos piernas. Dando vueltas hasta que al fin dejó caer su cuerpo como un pesado objeto y me miró sin gracia. Había encendido el televisor y nada de lo que alrededor ocurriera iba a interrumpirle sus minutos de desconexión voluntaria. Incluso dije que me iba, incluso amenacé con las valijas, metí a prepo todo lo que cabía, delante de sus ojos. Le mostré las cosas más preciadas y cómo las empacaba para obligarle a prestar atención a mi supuesta partida. Cuando no hubo más que demostrar, nada más que hacer, anda más que guardar... seguía con la luz azul del televisor incendiando sus pestañas. Y yo, con todo en las valijas, no tuve más remedio que irme.


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Levanto un libro de Jacques Prevert, usado, hermoso, en español. A los segundos alguien acerca su cara a la mía y comienza a recitármelo en francés.

sábado, 9 de mayo de 2009

Hay un cuerpo tirado en la calle

(o El tipo que canta III)

La noche es un sótano rojo y verde, luces, un puñado de olor a encierro, cables, el aire limpio de cafetería de arriba, la cerveza algo apurada entre libros y risas. La noche, los escalones que me sumergen, ahora ya sabiéndolo de antemano, en un capítulo más de estos tipos que cantan y retrato desde la sencillez de unas palabras anónimas.
Espero la noche con una nueva pollera, invernal esta vez, la plaza y sus nuevos habitantes, el día con remiendos de poesía en dosis de sobriedad que no esperaba.
La noche es temprano, es el recinto vacío que nos recibe con cierta frialdad y esas imágenes que miramos desde la crítica, desde el compendio de las más recientes anécdotas y ese aire de que todo va a estar bien (narana narana naaa).
Y aún tras el cansancio, la pereza o lo que fuera que flotara entre los ladrillos y la gente cual postales de otros reinos, hay lugares libres, hay la hospitalidad de esas canciones tan llenas de simpleza cómplice, tan llenas de la vida de todos los que esperamos ver salir de esa voz de papagayito frágil, las cosas que no nos atreveríamos jamás a calificar de bobas porque son lo que quisimos decir alguna vez y el tipo que canta nos ganó de mano al ponerles música.
Entonces te dejabas caer a ver si alguien iba a sostenerte, a ver si por esas cuestiones de la noche una voz llena de cosas que no entendés te susurraba: 'estoy adivinando lo que pensás'. Y sí, pensás en cada domingo de esos que aparecen tan repetidos en las canciones, en los que se nos permite estar feliz a pesar del día gris, en los que quisiéramos que alguien esté cerca, en el fin de semana.
La noche es noche pero de nuevo se anima, casi como si fueran las tres de la tarde, como cuando tenés una pesadilla y luego despertás feliz, con el absurdo trocado por constelaciones de magma que florecen en los centros, en todos los centros; en la ambigüedad de los nombres, de querer saltar desde un avión y las ganas de cantar tantas canciones, casi una para cada día del mes.
Hay un cuerpo tirado en la calle. Hay un alma rodando en la madrugada. Hay un par de bostezos que nos expulsan de la fascinación de la música hasta la vereda hostil donde el ruido y la gente y los desconocidos nos dan el veneno de la realidad.
Hay un cuerpo tirado en la calle, una foto mental. Y hay preguntas. Y hay tanto miedo, tanta paranoia.
Dando discursos que basé en un libro que leí y asintiendo que es estúpido pensar que alguien tiene dueño, no entiendo cómo las personas se dejan de saludar.
Hay extranjeros que vuelven absurda la palabra xenofobia y se toman una cerveza con los cuerpos, con la calle, con el final de la noche.




nota: El tipo que canta II = El tipo que canta III ≠ El tipo que canta I

miércoles, 6 de mayo de 2009

Cita

quedaron de encontrarse en el quinto peldaño de la escalera. el detalle excéntrico ya no importa. ha llegado tarde a la cita.

jueves, 30 de abril de 2009

Entredichos

Iván no va a explicarle, por enésima vez, que se tiene que dejar ayudar si realmente quiere mejorar en algo. No va a repetírselo y, aunque sea lo único que está dispuesto a decirle cuando al fin alcanza la puerta y toca el timbre, sabe que no lo hará.
Abren. ¿Quién abre? alguien abre, saluda, lo conoce. Se conocen. Intercambian las palabras de siempre.
-Pasá, pasá.
Y traga, en silencio, pero con tristeza. En el trago se le van las fuerzas y las ganas de repetir las explicaciones.
Sube, está oscuro. ¿A quién busca? Fugazmente se le cruza esa pregunta y se ríe con amargura. No lo sabe. No lo sabés, Iván, es cierto, no sabés con quién te encontrarás hoy detrás de la puerta amarilla. Pero lo reciben con el pelo mojado cayendo en la cara y unos acordes de guitarra harto conocidos.
Está algo oscuro todavía, pero alguien detiene al otro antes que encienda el velador. Está bien así, no importa.
Para qué luz, si no hay luz adentro.
- ¿Para qué luz, si no hay luz adentro?
Le leyó la mente. No importa. El silencio hace las veces de respuesta y cada uno parece gesticular o asentir, como si verdaderamente se tratara de una conversación telepática. Pero de telepatía no hay nada. Demasiado ruido.
Y ella está ahí, tarareando sin ganas las melodías de siempre. ¿Por qué no te aprendés una nueva? Y porque no tiene ganas, le dice, no sabe para qué lo llamó, que le hable de cualquier cosa, le dice, que no tiene ganas de pensar, le dice, que no le venga con la perorata de siempre, le dice. Le dice, le dice, le dice, casi como premiándolo con las palabras. Él quiere esas palabras en la lengua, en su lengua. Iván quiere que le pase las palabras como un caramelo o un beso, que le diga, le diga, pero en la oscuridad y sin sonidos.
Hace mucho tienen un juego. Nadie nunca explicitó las reglas, todo se maneja sobre un tablero tácito y en una nube de supuestos. Ambos saben que juegan, pero ninguno puede, en realidad, decir nada sobre el juego, porque en eso está su naturaleza.
En algún momento ella va al baño. Él sabe que sobre su escritorio, siempre, siempre reposa una libreta marrón de hojas finas con márgenes rojos. Las primeras veces fueron tentación, aún no había comenzado el juego. Ella una vez lo notó, no lo sorprendió nunca leyéndola, pero se dio cuenta, de alguna forma, que Iván la leía. Y empezó el juego. Él también notó, en algún punto, que estaban jugando y que no era simplemente un descuido, se necesitaba su participación, tenía que leerla, tenía que enterarse, tenía que jugar para que ella aprendiera a callar, para que fuera más fácil decir sin decir.
Las cosas mutaban según los caprichos de turno. A ella se le antojaba demorar menos en el baño un día, se le antojaba que Iván tuviera una producción descomunal de adrenalina para no ser descubierto, acaso hacía mucho ruido al salir, acaso demoraba uno o dos pasos más de lo esperado. Las reglas principales se mantenían pero había ciertas variantes.
Miradas con sobreentendidos, sonrisas a medias, labios mordidos por no poder poner en palabras lo que ambos sabían.
Era todo silencio, ritual de ir al baño, ritual de leer, tirarse en la cama, tomar algo y a las cuerdas les salía sangre de escuchar siempre los mismos temas, ¿pero para qué quiero más?. Y cómo te fue en clases, che, todo bien, todo tranquilo. Las cosas de siempre, se decían, mientras callaban tanto que detrás de los ojos se acumulaba la pelusa de los meses. Y para qué lo había llamado.
Ese día no. Este día no, Iván, no vas a dejar que cierre la puerta amarilla. Se dijo que no, que esa noche no, que tenía que pedir ayuda. ¿Para qué? ¿para quién? Si todo era un gran absurdo de conversaciones acerca de fútbol con el viejo, asentir con la cabeza ante las noticias barriales de la vieja, sonrisas premeditadas en cada intervalo. Si llegar y ser allí se parecía mucho al cariño desparramado, casi como al descuido, que lo sorprendió una tarde y al que tuvo que resignarse, entre mates y pan con grasa, que ella separaba obsesivamente de la bolsa de bizcochos.
El tiempo pasa, la guitarra sigue gimiendo seguridades, la libreta parece descansar de una larga batalla en el borde del escritorio. Iván vuelve a pensar en esas palabras que estaba dispuesto a decirle ni bien colgó el teléfono aquella noche y se dirigió a su casa. Y también vuelve a sentir que algo se lo impide, que al fin le parece más cómodo escuchar por enésima vez su acotado repertorio en las seis cuerdas, que hablar. Iván no va a decirle por enésima vez lo que tanto debería decirle esta noche. El silencio, único protagonista de todos los juegos y todos los encuentros y todas sus historias, se impone en la habitación de la puerta amarilla.
Interrumpís el paso, Iván, permitile levantarse de la cama y completar el ritual de ir al baño. Ella te sonríe, te acaricia la cara y le da la mano al silencio, que te mira antes de acompañarla y cerrar tras de sí la puerta.
El baño por última vez. La libreta también mira a Iván y exhala.

martes, 28 de abril de 2009

3ella3

1. tiene ganas de bailar una chacarera. pero más ganas siente de tener una pollera larga y pesada y bailar algún paso doble en una habitación bien grande. sentir solo los rasguidos de las guitarras entre su piel, volver a ser esa que fue en un tiempo, cuando todo se apagaba fuera de sí al instante en que comenzaba a mover las manos o los pies. y zapatear bien fuerte. y fruncir el ceño mientras sus manos se mueven solas.

2. recién amarillean las cosas, pero todo le parece tan invierno. cuando, en las madrugadas de los sábados o los domingos, vuelve a casa, mira hacia atrás, paranoica, para descubrir que simplemente la siguen las hojas secas que el viento hace zapatear sobre la calle. amarillea la vida mientras el sueño entra en pantuflas y la muerte se baja de un taxi en una casa cualquiera.

3. extraña no extrañar nada. todo está enfundado en cajas herméticas, en cajones sin espacio. extraña no añorar nada, no sentir impulsos incontenibles para abrir una grieta. tal vez sí extraña pero sabe que las grietas no tienen vuelta atrás. lo extraña. y va a poner como señuelo una taza de café.

jueves, 23 de abril de 2009

Tiempo de desintoxicación

No es producto de la fiebre de estos días, pero después que pasó todo (con droga potente de por medio) , hay cosas que comenzaron a aclararse.
Si hace unos días, decía que era tiempo de trincheras, me puse un poco (solo un poco) más valiente y ahora es tiempo de desintoxicación.
Así es. Desintoxicación.
Me paro entre la multitud, tímidamente, miro al piso y digo mi nombre. Todos me saludan a coro, benevolentes, ansiosos, procurando dibujar en sus caras algún gesto de comprensión para animarme a hablar.
Eso, que necesito comenzar a desintoxicarme de relaciones que no me hacen bien. Aunque suene radical y feo. Sí, es desde un punto de vista egoísta, pero al fin decido escuchar los consejos que les doy a los demás y aplicarlos a mí misma.
Hay algún fulano en la vuelta, claro está, pero no tiene que ver solo con eso (hasta quizás me lea, quién sabe). Estoy cansada, sí, hasta físicamente, mis defensas están bajas (nunca me enfermo y apenas ha empezado el frío este año y ya me agarré gripe) y creo que mucho se debe a esfuerzos por sostener castillos de naipes, por sonreír cuando en realidad me dan ganas de mandar todo al carajo, por decir lo que realmente pienso pero siempre y cuando sea solo con fines constructivos y no para descargarme y, sobre todo, por callar mucho.
Luego viene la gente y me dice: ay, qué tierna que sos. Y aunque no lo considere cierto, yo agradezco este cumplido, que creo nada merecido, pero mi 'ternura' tiene menos valor en estos tiempos que un patacón.
Es tiempo de desintoxicación, de afrontar los períodos de abstinencia, de aprender a decir NO, de ahorrar en mensajes de texto, de dejar de buscar para esperar ser encontrada.
Estoy cansada de procurar ser vista, de ser buena amiga, de 'parecer' inteligente, de ser responsable, de dar 'buenos consejos', de servir de apoyo moral, de poner a un lado mis satisfacciones inmediatas en pos de un futuro que no llega.
Asumir los períodos de abstinencia.
Desintoxicarme.
Quizás hasta pueda sacarme de la sangre esa suerte de compuesto químico que parece repeler a la gente normal...

post un tanto confesional, como nunca. dejo una canción que me gusta cantar bien fuerte cuando tengo ganas de putear...

Varios...

Pequeña entrada para dejar constancia de dos cosas:

1- cambio de look del blog. abandonó ese toque naif que tenía y pasó a algo... igual de personal, pero más duro. no me convence del todo, hay algo que no termina de encajar, pero bueno, al menos quedará provisorio.

2- la gente que me conoce sabe que mi cabeza siempre está maquinando proyectos. aunque a veces suelo ser un tanto vaga para concretarlos, la creatividad, cada tanto, puede más, escapa, y me lleva a generar nuevas cosas.
ahora me agarró por crear otro blog (sí, otro, como si ya no tuviera tantos, dirán).
se llama "Recolectando aire", inspirado en la cita que mi amigo G. puso ayer en su blog. allí hay más info sobre de qué va todo eso...

vuelvo pronto con los posts regulares.
saludos.

lunes, 20 de abril de 2009

Agorafobia II



Un ensayito de este poema que fue publicado en el blog acá y que ahora traigo recitado.
Espero les guste...

(aclaración: el poema tiene dos títulos diferentes. en un principio se llamó 'agorafobia' y luego también se llamó 'permuta')

sábado, 18 de abril de 2009

The best friend

lunes, 13 de abril de 2009

Humor en la escuela I


Ufff, por dónde empezar... Hace mucho que quiero poner algo de esto y por una cosa o por otra lo venía retrasando. Mangacha Pertini era un personaje que aparecía en un sketch en Plop! un programa nacional que daban hace muchos años por Canal 12. Yo era muy chica pero recuerdo con nitidez varios de estos programas. Y Mangacha era algo que me fascinaba. Hoy, de grande, logro comprender muchas más cosas y veo mejor esta parodia, a la genialidad con que representaba un personaje existente en nuestra sociedad (el niño de escuela pública) y cómo con él abarcaba muchos aspectos de la idiosincracia uruguaya.
Laura Sánchez en la piel de Mangacha y la grandiosa Imilce Viñas como la maestra, sumamente estereotipada pero no por esto poco fiel a la realidad (creo que al contrario).

Al final de cada sketch, Mangacha pedía para recitar un poema de su autoría. Sacaba un papel arrugado de su túnica y se disponía a leer sus creaciones literarias, plagadas de humor, inocencia y guiños al público.
El responsable de guiones y poemas era Andrés Tulipano, quien no me parece genial, pero sí correcto, ayudado por las geniales interpretaciones de las actrices antes mencionadas.
Resulta que por aquellas épocas me compraron el libro con los poemas de Mangacha Pertini. Lleno de humor, desde la introducción hasta el sumario (en el que aparecen, con caligrafía de niña, varias sumas al mejor estilo tarea escolar), recuerdo haberlo devorado en ese entonces (yo tendría unos 6 o 7 años) y hace poco mi mamá lo rescató de quién sabe dónde y desde ahí lo atesoro entre mis cosas.
El poema que elegí es uno de los que más me gustan. Me gustaba antes, cuando era pequeña y todavía es el que más me hace sonreír con complicidad por bromas sutiles y por las obvias.
Será el primero de unos cuantos... cuando el blog necesite algo de humor, pasada esta aburrida explicación para quienes no tenían idea de qué se trataba, aquí estará Mangacha con el humor de la escuela.

domingo, 5 de abril de 2009

Tiempo de trincheras

para estar alerta
cada un par de días me pongo a pensar que soy tremendamente egoísta.
porque me pone mal la felicidad ajena.
cada un par de días también hay gente que me hace ver las cosas de distinta manera.
me demuestran que me pone mal la felicidad ajena cuando influye negativamente en mi felicidad.
reformulo: cada un par de días la felicidad de alguien influye negativamente en mi felicidad.
para contrarrestarlo, podría suceder que la infelicidad ajena provocara cierto regocijo en mí, pero no es así, nunca es así.
de todos modos, algo no está bien.

enumeraciones varias
a) es el colmo ser amiguita de una "ella"
b) la gente me extraña de forma rara
c) hay gente que me usa y me lo demuestra con eufemismos
d) a veces, a pesar de descubrir demasiadas diferencias, se llegan a las mismas conclusiones y no somos tan distintos al otro como creemos.
e) nadie es indispensable
f) cada día me gusta más el café
g) me conmoví al ver una hoja "Tabaré" y recordar muchas cosas. (esto va a aparecer en un futuro post)
h) aunque hay gente que se canse de decirlo e intentar demostrarlo, todavía no sé cómo mierda convertir una debilidad en una fortaleza.


me canso de sostener tanto silencio
es tiempo de trincheras... hay que resguardarse.

sábado, 28 de marzo de 2009

The gift

Tenés clavado el virus del adiós. Te duele. El hola, hola de nuevo, trepa por las paredes de tu soledad y se aloja por un rato para desterrar a ese bendito monstruo que la arma. Pero a ella, que no se fue, que no vuelve, que nunca ha ido a ninguna parte, la mirás con ojos bondadosos y le regalás tu incondicionalísima... amistad.




Porque desde hace días o semanas vengo escuchando esta canción, cantándola y recordando la época en que escuchaba mucho esta música. Quizás reconcliándome con esa parte de mi vida. 'The gift' es una canción que siempre me llamó la atención y me produjo muchas cosas. Creo que va bien con el pequeño e insignificante post, que no tiene mucho más que decir.

martes, 24 de marzo de 2009

Count your fingers

- Tenés los brazos tan, tan blancos.
- Convengamos que no he tomado tanto sol, nena.
-¡Pero tan blancos! - decía con una voz de ensoñación que propiciaba el calor, el aire del ventilador de techo amasijando el ambiente.
Eran a medias, tumbados sobre la cama, cabeza con cabeza, en sentidos opuestos. Todavía quedaban resabios de ternura, restos de conversaciones acerca de manías varias, frases por la mitad, interrupciones a medida.
Lo que fuera que tuvieran los encontraba así cada tanto, conversando acerca de la blancura de alguna parte del cuerpo, la canas prematuras o nuevos lunares. La calma era aquello, la seguridad de arena era aquello, cinco o seis minutos, o toda la tarde, o una mañana después de quién sabe cuántas cosas.
Las palabras se arrastraban con sonrisas y la poca trascendencia de las conversaciones era una dulzura que flotaba en el aire enclaustrado del cuarto, como un perfume relajante, como una tregua con el tedio del día que acababa de pincharles los ojos.
Así quedaban, así eran, jugando a contarse los dedos de las manos en cada silencio, mirándose cada tanto y deseando secretamente un beso. Hasta que alguno hablaba de las canas, los lunares o qué tan blanca tenía alguna parte del cuerpo.


sábado, 21 de marzo de 2009

Alergia

Las náuseas a la mañana, la saliva rota que recuerda cierta música y ciertas ganas de bailar lo imbailable. Las náuseas a la mañana con un gusto a oportunidades de decir que se pierden. Náuseas, las noches se revuelven en el estómago de un día a estrenar.
La pantomima del viernes abre un hueco entre una gama de frasecitas armadas. Respuestas rápidas, los "sí" y "no", los planes y las pocas ganas de estar tan expuesta, pero aún así...
Y acaso se pregunta, con su vocecita frágil, con su pijama a cuadros, con todo el cuerpo, qué será de las futuras nostalgias, de las futuras náuseas, de todos y todos los viernes que vendrán a pedirle permiso para quedarse en su almohada.
Las náuseas a la mañana, como luz roja avisando del peligro que quizás implique equivocarse de manos, de voz, de par de ojos.
Y esas ganas de acariciar algo que duerme, siendo tan alérgica a los gatos.

lunes, 16 de marzo de 2009

And isn't it ironic... don't you think

An old man turned ninety-eight
He won the lottery and died the next day
It's a black fly in your Chardonnay
It's a death row pardon two minutes too late
Isn't it ironic ... don't you think

Hay noches donde las casualidades giran en todas direcciones esparciendo esa suerte de rayos luminosos que abarcan todo cuanto hay por el camino. Quizás noches que se repiten en el tiempo aunque en definitiva sucedan en lugares distintos y con personas diferentes, pero en el fondo, es la misma noche.
Una canción suena en la radio. Siempre es mejor escuchar ESA canción en la radio, así nos sea de fácil acceso a través de una pila de discos o la lista de reproducción de la computadora.

It's like rain on your wedding day
It's a free ride when you've already paid
It's the good advice that you just didn't take
Who would've thought ... it figures


Suenan los primeros acordes, suena la música y las imágenes de un video muy divertido se me vienen a la cabeza. Un video on the road, con toda la frescura de esa rara cantante de boca enorme. Suena la música y las primeras palabras se deslizan por mis labios a la vez que son escuchadas desde los parlantes. Alguien sube el volumen. Las mujeres de la casa, todas ellas, aprueban con algún sonidito o el tarareo de la música.

Mr. Play It Safe was afraid to fly
He packed his suitcase and kissed his kids good-bye
He waited his whole damn life to take that flight
And as the plane crashed down he thought
'Well isn't this nice...'
And isn't it ironic ... don't you think


Y de pronto sonrío... una sonrisa muy amplia, al empezar a dibujarse ciertas imágenes en mi cabeza. Los perfiles se van aclarando, de un momento a otro esa canción sólo significa una cosa para mí y sólo hay una persona que podría entenderlo.

Well life has a funny way of sneaking up on you
When you think everything's okay and everything's going right
And life has a funny way of helping you out when
You think everything's gone wrong and everything blows up
In your face


Decido ponerla a prueba, le cuento qué canción suena en la radio. No tarda ni dos segundos en responder, detallando el mismo momento que se dibuja en mi cabeza desde hace un rato.
Una pequeña mesa cuadrada, el nombre vegetal del bar, la noche, lo estrecho del lugar. Un auto, una espera, unas cervezas. El pequeño escenario y aquella chica de gestos humildes que pone música en algún aparato y se sube a hacer temas de la canadiense.

It's a traffic jam when you're already late
It's a no-smoking sign on your cigarette break
It's like ten thousand spoons when all you need is a knife
It's meeting the man of my dreams
And then meeting his beautiful wife
And isn't it ironic... don't you think
A little too ironic... and yeah I really do think...


Y en algún momento, Ironic. Enloquecemos un poco. Todavía no hay mucha gente y somos tres personas que de principio a fin animan la fiesta de aquel recinto. Un hombre que en algún momento tuvo nombre y luego se lo quitamos. Un par de ojos que se entrecierran, seis manos que golpean la mesa al ritmo de la canción. Tres personas que cantan casi a los gritos y entre risas. And yeah, I really do think the whole night was so ironic. Laughing at our faces with that silly walk on the bridge, on that pretty sweet foreign city.

It's like rain on your wedding day
It's a free ride when you've already paid
It's the good advice that you just didn't take
Who would've thought ... it figures


La noche vuelve a su lugar, con los protagonistas separados por cientos de kilómetros y la magia, el milagro de que ambas pensemos que esa canción solo tiene que ver con esa noche y con cada detalle que cada una percibió a su modo, sin haber mencionado nunca la relación explícita entre la canción y el momento.
Isn't it ironic? se puede recordar lo mismo por separado.

Life has a funny way of sneaking up on you
Life has a funny, funny way of helping you out
Helping you out