miércoles, 26 de marzo de 2008

Tabú

Tabú es el juego donde algunas palabras están prohibidas. Se debe intentar mantener una conversación relativamente normal pero evitando mencionar determinadas expresiones. A su vez, como ganar no basta, hay que intentar hacer perder al otro procurando que este diga las palabras tabú.
No es fácil. Requiere de una habilidad tanto para manipular el inconsciente del opuesto como para controlar el propio, evitando que otros nos hagan caer en involuntarias expresiones.
No es fácil. Menos cuando las palabras tabú constityuen nuestro vocabulario cotidiano y se dicen casi sin pensar.
No es fácil. Menos cuando en algunos casos su significado no parece ser de tanta importancia y se descubre que en el juego toma un rol importantísimo e importante es también evadirlas.
No es fácil. Menos aún cuando deja de ser un juego y es la vida misma y las palabras duelen.

lunes, 24 de marzo de 2008

a prueba de agua


Abrió WATERPROOF, mi nuevo blog.
Lo inauguré con el chaparroncito del otro día ;-)

domingo, 16 de marzo de 2008

"aquí he vivido"

Poco a poco fueron aprendiendo a medir las palabras, a contabilizarlas, a administrarlas en dosis pequeñas y efectivas para que, de alguna forma, no se perdiera la magia.
Fueron aprovechando los medios de comunicación, extendiendo redes pero cuidando cada vez más el anonimato, menguando las extensas declaraciones de idolatría el uno al otro, intoxicándose de temas predefinidos para desarrollar en sus conversaciones.
Y al final todo se convirtió cada vez más en un juego, como si no lo hubiera sido hasta entonces.
El tiempo: un cómplice más en esa tela que se iba tejiendo entre palabras, miradas a distancia, renglones con garabatos, insomnios y elegías a patrias ajenas.
La ciudad caía en el mismo letargo que esa relación cansada. Dormía de a ratos, algunas veces con un ojo medio abierto. Había que cuidarse.
No había tiempo para finales, para sentencias rotundas, para que alguien levantara la mano, pidiera la palabra y se cayeran los años del idilio en un segundo. Nada más los días, los meses, extendiéndose como chicles, desvencijando toda intención de absoluta sinceridad. Quizás la costumbre.
Y por ahí unos gramitos de culpa, de pesadez, de miedo a la traición, siempre enamorándose de versos ajenos, de desconocidos que agujereaban sus sueños con la punta del cigarro, como en aquel poema de Eliseo Diego. "Aquí he vivido"

[nota: sus hermosos comentarios los leeré en una semana. no quería irme sin dejar algo en este rincón de significados]

jueves, 6 de marzo de 2008

Violín

El camino torcía y la lluvia me obligaba a seguirlo para permanecer bajo techo. Los charcos me hacían zigzaguear y mirar hacia abajo, pero algo que llegó a mis oídos llamó mi atención y levanté la vista.
Allí sentado estaba él, con esa inconfundible ropa de desconocido, el pelo cubierto de canitas alegres y apenas una mueca invariable en su rostro. Acomodado bajo el mentón y sobre el hombro sonaba un violín, acariciaba una música extraña que invadía el espacio y que el ruido de los autos no dejaba llegar hasta la plaza.
El nombre de aquella galería calzaba perfecto en la figura del hombre solitario y pasivo, escudriñando la nada con una música particular, quizás pidiendo de la vida nada más que unas monedas, no para saciar hambres y darse lujos, sino más bien para reconciliarse con ese placer de estar en el mundo y tocar el violín.
Quién sabé cuánto tiempo habría pasado desde aquella primera vez, probablemente con manos torpes e infantiles, en que habría de tensar las cuerdas y oler la madera.
Recuerdo que pasé bastante rápido a su lado, apresurada por la lluvia y el fracaso, no reconocí la música pero los sonidos me golpearon el pecho y al fin percibí la tarde derrumbándose, como aquella pequeña gran alma junto al desconchado violín.
Y así siguió la música, marchita y solemne, acompañando el olvido de quienes al fin doblaban la esquina y se perdían entre la gente, al comienzo de la avenida.

martes, 4 de marzo de 2008

Haber sido

Empobrecimos el ruido de la lluvia
con silenciosos pasos en la arena.
El sol ausente hizo las huellas,
entretejió una noche con mis tripas
y mi cansancio y mis pequeños puentes
y mi extravío.
Sin saber qué me gusta
o qué aprendo a tolerar
o qué es mera suerte
o qué es hechizo.
Y sin saber por qué me asusta la casualidad de una mirada
o asumir muy brevemente
que soy cierta,
que anochezco desesperadamente.
Este amasijo de ganas,
de inconclusos,
de tener y no tener el vino en la garganta,
de ser defraudada por mis previsiones
y el alcohol.
Este aventón de esperar lo muerto
y lo prohibido
y lo que probablemente haya sido
sin darme cuenta
y no vuelva
ya no vuelva
a ser.