domingo, 26 de diciembre de 2010

De amor y aire acondicionado.

Se acerca el aniversario de ciertos días felices. Mañanas demasiado tardes, ratos de almohadas frescas, gotas en la ventana, mosquitos frente al río, risas en otro idioma, cumpleaños, noches de calor.
Esta vez no hay balances, la balanza se cayó hace rato con el peso de la mediocridad y el desánimo. Hay conmemoraciones, recuerdos, historias privadas, diarios de viaje, fotos mentales.
La ciudad se prepara para convertirse en el típico cementerio de elefantes, con sus oficinistas en días de semana y turistas pergeñando el centro. Hay alguna sombra que me recorre la memoria, como un astro puesto a prueba, regodeándose de sus poderes, inflamando creencias y supersticiones.
La luna pálida me encandila en estos días de festejo y fuegos artificiales, invocando mis ganas de salir hermosamente fría a la hora de la siesta. Apenas puedo celebrar mi abrir de ojos, recordar los pensamientos optimistas que me invadían en otro diciembre tan lejano, rememorar las promesas, el eco antes del disparo de largada.
Pienso en estas nuevas mañanas de café con leche, pastillas y fotocopias, del mediodía regresando en ómnibus repletos para encontrarme en la paz conciliadora del almuerzo y el sueño postergado.
Boca arriba, quizás el techo me lleve a otro techo, a esos ratos de paz temblando en un costado, de amor y aire acondicionado.


Y la madrugada suena así...



How shall I fill
The final places?
How should I complete the wall...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Asistir a los abismos

Inestable - instalación en el CCR - ft. Antonella. Junio 2010

un parentesco olvidado, cien sillas sin nombre, tréboles de tres hojas, álbumes incompletos, naranjos que se despiden de la temporada, uñas sin cortar, almohadas que perdieron su forma, el mate lavado, las seis de la tarde, el minuto antes, arañas que aparecen con el calor, pelusas en los ojos, cuentos para no leer, poemas que se atascan en los dedos, demasiados insomnios, cantautores que no vienen de visita, telones levantados en mi ausencia, pastillas de efectos retardados, rodillas flacas, un beso tirado a la basura, ómnibus repletos de gente, fantasmas en el patio del fondo.
lentas persecuciones, discordias fraternales, sueños ambivalentes, la pesadez del café con leche, la indolencia de la siesta, comparecer ante simples mortales, tener más cien volando que pájaro en mano, un olor a lunes -siemprelunes- pegado en el cuerpo y la ropa.
los relojes que atrasan, las baldosas flojas, el misterio al santo botón, los balances de fin de año, lo que nunca regresó de todo lo que dimos, los idiomas que no aprendí, el maldito olor a lluvia, las clases que terminan tarde, la incertidumbre que se asoma de a poquito, la gotera en la canilla del baño.
los amigos que no llaman, la desilusión contemporánea, mi amnesia repentina, el aniversario de una felicidad perdida, las terapias alternativas, las suelas gastadas de las sandalias, el viento caprichoso, el fin de las noches de películas, la convivencia desastrosa.
vivir lejos de todo, los asientos incómodos del transporte público, la gente que no sabe guardar silencio, la puerta de la habitación que no cierra, el desorden del cuarto, la gente que mastica chicle, los perros de los vecinos, las respuestas que nunca vienen.
la falta de planes para el fin de semana, la ausencia de interés en algo, la postal que debí haber enviado hace días, las personas que valen la pena y no puedo ver, reprimir las ganas de emprender un viaje sin regreso.

Pero hay té de cedrón y, si quiero, la tarde suena así:



Haceme bién
tu árbol estival
es de aquel lugar
donde ayer comenzó el sol.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carolina en tantas mentes




Babilonia empezó. No sé qué fue primero, pero creo que el hecho de tener nuestros nombres signados por canciones lo volvió todo más emocionante. En mi caso, ambos nombres. En su caso, un nombre que detesta.
Así seguimos con lo loco de la cantidad de canciones sobre "Sally" que hay en las canciones de bandas británicas. Babilonia propuso una investigación y cada tanto descubrimos alguna nueva que confirma la teoría de que debe haber algo subyacente en ese hecho.
Por mi parte, no dejo de echarle en cara la cantidad de canciones que se han hecho con mis nombres. Especialmente con el segundo. Claro que la mayoría de las que son en inglés le cantan a un estado americano. (incluso  aquella por la que fui bautizada así).
Más allá de esto, no dejan de ser hermosas. He aquí una recopilación de algunas que me gustan, que me parecen simpáticas o que me causan gracia.


De nueva aparición. No me gusta demasiado. Madre mira de reojo y dice: mirá que en esa estás re loca.



Había olvidado esta canción del grupo español M Clan. La había escuchado varias veces en la radio hacía tiempo, pero nunca le presté demasiada atención.



No me gustan los piojos. Pero bueno, la canción es para alguna Carolina.



No me gusta para mí, pero... es Adam Green! Y tenía que estar! aunque el video sea patético y esa Carolina sea todo lo contrario a mí. Al menos me divierte.



Carolina Drama. Una canción con mucho power, de los Racounters.



Muy pop, pero el video es muy lindo. Y es en inglés y (creo) no habla del estado. bien ahí!



M. Ward, una buena canción, desconocía su existencia, mal yo.



Se acerca a la que me dio mi nombre. Me encanta la voz de Eric Church. Es una hermosa canción.



Otra sobre un estado pero... Ryan Adams. Y una de las más hermosas canciones...


"Carolina/nos seus olhos fundos/guarda tanta dor/a dor de todo esse mundo"
Esta sí es una canción para alguna Carolina como yo. Chico-Caetano... sin palabras.


Y como no podía faltar... una versión del 72, diferente al disco lanzado un año después, con ese James joven, antes de todos los problemas, quizás por la época en que algún beatle le robó el nombre para su canción.


Y la tarde suena como todo esto...

sábado, 4 de diciembre de 2010

Loop - ventilador y días

amanecer en Puerto Madero

Una canción triste respira en el cuarto. Como si le malhiriera el silencio, como si tuviese nostalgia de las pocas veces que rebotó contra esas paredes.
Atenta al cansancio ajeno, la música asciende hasta enredarse en las paletas del ventilador que cantan su propia canción entre vuelta y vuelta.
Olvida toda voz, se queda en la condición muda de repetirse, se si-la-be-a, tiembla un poco.

La calle se despierta con los tacos de alguien que regresa tarde. El barrio se pone ropa de sábado. La casa huele a cumpleaños. El cuarto se despereza, con el sueño apretado. Suena una canción triste que le revienta los tímpanos.

Y la tarde suena así:


"hay cosas que no se dicen
cosas que no se piensan
y todos sabemos igual"