martes, 30 de abril de 2013

Espera

No tener el control sobre nada, los extremos hirviendo, febriles de tanta espera a la orilla de un mar de días, tejiendo y destejiendo para prevenir la catástrofe.
La Penélope del subdesarrollo enciende las lámparas en la madrugada, sale a desvestir la intemperie cuando las paredes aprietan fuerte el estómago hasta dar náuseas. Aunque sea por un instante los pies descalzos corren impunes entre las piedras labradas por el sol, lastimándose dulcemente en los comienzos, anticipando la fiesta de las sábanas, llenando de dudas ese otoño espeso que viene a engrosarle las alas.
Tuvimos nombres de animales que nos llenaron de miedo, de risa superflua, de nervios esperando la última palabra de la década.
Ahora no se sabe si el naufragio, si la caída final, pero en todo caso Penélope teje la soledad con impaciencia y música, llena de suspiros sus cajas invisibles.