sábado, 12 de mayo de 2007

Pietari Posti





Recojo de Sección Áurea el link al portfolio de Pietari Posti. Un ilustrador que me ha dejado boba. Cómo me encanta esa estética... es de esas cosas que a una la inspiran... veremos qué sale.
Y he puesto tres imágenes porque no sé con qué quedarme...
(ahhhh... yo quiero una tapa así para mi futurísimo libro)

miércoles, 9 de mayo de 2007

otros ojos

"Lento en mi sombra, con la mano exploro / mis invisibles rasgos. Un destello / me alcanza. He vislumbrado tu cabello / que es de ceniza o es aún de oro."

J.L.Borges - "Un ciego"

No sé si la niebla de otros ojos, pero la eternidad de no ver se me hace recurrente en estos días. Aqueja cada uno de mis pensamientos, por más lejanos de la verdadera ceguera que se encuentren. Es así que escribo algo y me lo sugieren en prosa. Porfiada en mis formas, lo modifico y también lo escribo de esa forma. La esencia se mantiene.

Otros ojos: prosa

Apenas suspiran las yemas de los dedos en la ociosa tarde: el laberinto de la ceguera es a veces predecible. Esconde una rosa en su amalgama oscura y esgrime la espada del invierno. Afronta las caídas de pelo en el otoño y los vientres fértiles del mañana. Pero las yemas de los dedos se escurren tras la vida, una piel, una espera.


Otros ojos: poesía


Suspiran las puntas de los dedos
en la ociosa tarde: el laberinto
de la ceguera es a veces predecible.
Esconde una rosa en su amalgama oscura
y esgrime la espada del miedo.
Alimenta las caidas de pelo en otoño
y algunos gestos de ternura.
Las yemas de los dedos se escurren
tras la vida
y una piel.
Una continua espera.

viernes, 4 de mayo de 2007

seducción de la palabra

"Te administraré las dosis necesarias,
de paso haré recuento de los días.
Las dosis necesarias
serán las cenizas.
Las dosis de los días.
Las cenizas necesarias."

Es curioso haberme desdoblado el otro día en una charla. Haberme desdoblado y luego advertir que todo fue una retórica para irme descubriendo, o más bien, redescubriendo desde mi rol en la palabra.
Hay algo de poesía que seduce. Hay algo de eso que me es menester que silencia bestias y apacigua infiernos, hay algo. Me da cierto pudor que me digan que tengo el don, que me rescaten que tramo y destramo y enamoro y desengaño. Quizás vergüenza.
Al fin, ya no es intención explícita, no es esa voluntad la que me lleva a escribir. Pero muy en el fondo descubro, en esa misma retórica que hoy se ordena un poco más, que la palabra en la poesía cumple esa función también; la de seducir, la de "enganchar", la de prendar al lector y acunarlo en sus brazos traicioneros. Por más dulce o pura que sea, la poesía siempre tendrá para mí eso de perversa y traicionera, eso de embaucadora. Es simplemente un juego, un desafío mutuo que se juega en el silencioso tablero de ese instante entre el poeta y el lector, entre el poema y aquello que lo trasciende. Nada termina de explicarse ni de entenderse. Nada termina de saberse. El poeta ya no es más lo que escribe, ya no es ese alguien.
A mi reflexión hoy se le suma aquello de la legitimación. Ya bastante estamos traumándonos los alumnos de Seminario de las Estéticas I con todo este tema de la legitimación del arte y otras cosas que tienen puntos en común con esto de que hablo. No voy a meterme en el tema, pero no descarto mi búsqueda constante de esos parámetros, no por encontrar uno al que asirme y por el cual guiarme febrilmente, sino por aprender, introducirme, empaparme de todos esos discursos, aún no encuentre las respuestas que busco. Y todo esto me parece tan irónico. Me causa risa.
Si, me da risa. Pero una risa sincera y abierta, de esas carcajadas simples que pocas veces he escuchado pero a cuyos dueños admiro. Así también, manifestaba yo en aquella charla, la risa por lo absurdo de esa seducción de las palabras que siento no me pertenece. Lo acepto, lo aceptaré, no voy a pecar de falsa modestia aunque no lo reconozca. Pero sinceramente me da gracia; y he aquí nuevamente esta sensación de desdoblamiento, de verme a mí misma como parte independiente, conquistando quién sabe qué almas por ahí, escalando quién sabe qué sentimientos ajenos. Y luego yo aquí, terrenal y vacía, resumida y simple.
Es cierto, la palabra puede seducir, la poesía seduce. Aún me queda camino por andar y muchas profundidades que despertar. Seguiré buceando las cosas que no quiero ver, trataré de no escapar de lo que me dicen. Igualmente, creo que tengo un poco de miedo de aceptarlo y darme cuenta de golpe y descubrir que esa inocencia era la que hacía al don, al misterio.
Entonces será tarde.