jueves, 14 de enero de 2010

Viernes

Diario de viaje XII

Tan a tiempo y tan inoportuna.
Escribo. Dejo el lápiz, miro lo que me rodea. Robé la frase entonces y la robo ahora. Sé que me quiere decir algo. Se me resbalan los días entre calores que no entiendo, el poco aire que corre en esta gran ciudad, entre toda la gente que quiere mimarme, acompañarme, verme y hacerme reír. Y sin embargo me siento inoportuna, difícil, fuera de lugar, forzando mi entrada en algo que no quiere dejarme entrar del todo.
Tantos planes vueltos espuma, torno a robar.
Aunque para mí todo sea tan, tan a tiempo...

8/1/10



Diario de viaje XIII

No confiaba en mí. Luego de tomar todos los medios de transportes correctos, estar en el lugar que creía correcto y reconocerme en él, me siento bien. Pero luego el desencuetro. Pero luego el sol entrando por la ventanilla del tren, con un poco de aire que nos despeja. Sonreímos y todo se convierte en esa parte linda del verano, cuando no importa la ropa transpirada, los mosquitos acosadores ni la pesadez de la humedad.
Recorremos lugares donde hubiésemos querido estar un siglo atrás, tanteando con los ojos de la imaginación esos rostros vistos sólo en fotografías. Escuchamos y yo anoto cosas en mi libreta; por algún margen creo escribir que la libreta parece una enorme ensalada llena de dibujos, notas, poemas y fragmentos como este.
Afuera hay un parque que nos envuelve en sombras frescas y una pérgola que invita a sentarse. El reposo y de nuevo la imaginación que se transporta a las posibilidades del lugar de hace un siglo.
La vuelta huele a despedida, pero también se carga de promesas. Existe ya una conexión que permite que los silencios sean sólo circunstancias y no esa cosa incómoda de hace unos días. Vuelven las risas y al fin un "hasta el domingo" que me tranquiliza.
De nuevo el corazón se llena de bancos en los que reposar por un rato de la cansada travesía de la vida.

8/1/10



Diario de viaje XIV

Los excesos se curan con té. Al menos eso creí balbucear mientras ponía la caldera en el fuego. No sé si funcionó, pero el té puso sus manos en mis hombros y me invitó a una danza en silencio, a oscuras, entregándome de a poco a su calidez y su aroma sanador.
Bailamos por minutos que parecieron horas, entrando y saliendo de una ingravidez precisa, el aroma a menta llenándome los huecos heridos por la cena. Sonreí mientras la música seguía y apenas quedaba una gota de té en la taza. La dejé de nuevo donde estaba y acaricié con mis dedos la cajita de madera...

8/1/10

3 comentarios:

eMiLiA dijo...

Me gusta.

Sigo viajando con tu diario.

Un abrazo!

:)

María Mácula de Rojo dijo...

muy muy lindo, a mí también hay ciertas frases de Drexler que me gustan para copiarlas. por donde andas? diario de viaje en que país? beso!

Habitarás mi ocaso dijo...

Que lindo! Que lindo! Creo que hay poco de connotación hoy para mí, solo leo denotaciones.

Un beso enorme