jueves, 7 de diciembre de 2006

Viaje

No debería más bien preguntarse... ¿con qué razón esas ansias de muerte? ¿en qué paraíso empozará sus sueños una vez sepultada su oscura identidad?
Navegue, como quiera, lo dejaré solo. Navegue las calles de esta ciudad. Se las sabe de memoria, así que vamos, no me contradiga y por una vez dé la impresión de que me escucha y decide hacerme caso. Navegue los centros burocráticos que sus pies nunca pisaron, recorra con sus punzantes ojos las maravillas de los escombros que me asaltan a cada momento. Usted, mi amigo, no sabe de qué se trata el verlos tras cada esquina, así que piénseselo bien. Recorra, si quiere, con sus alargados dedos las teclas de su alma, la olorosa ventaja de atrincherarse tras las cortinas y esperar... Recorra esa suerte, la de no tener que enfrentar a otro mundo más que el que se propone.
Ahora bien, dígame usted, no debería más bien preguntarse... ¿a qué vine yo con todo esto?, ¿por qué le sigo pareciendo extraña e inalcanzable?, ¿por qué aún siente que no lo entiendo a pesar de mis esfuerzos y mis frases tan cuidadosamente copiadas de su recetario? ¿Es que acaso usted no lo entiende?
Mi querido señor, he venido a rescatarlo de las puertas del infierno, a mostrarle que otro camino es posible. Pero, ¿me quiere decir, qué piesa usted de mis versos y las incoherencias de las que me jacto y todas aquellas pequeñas cosas que sé que recuerda con su prodigiosa y selectiva memoria? ¿Qué hará con esas cosas? ¿las sepultará una vez apurada la última gota del veneno? ¿las entregará como donaciones antes de jalar el gatillo? ¿las apilará y prenderá fuego antes de saltar por el balcón?
Mi estimadísimo pasajero, no se apresure. Convide a otros con su desgracia, invítelos al banquete de esta absurda existencia, pero no se olvide de su queridísima amiga, de su guía hacia un mundo mejor... no se olvide, porque quién sabe, tal vez en mis ojos no encuentre tanta paz después de todo y necesite de aliados para hacerme frente.
¿Ya lo ha pensado? ¿ha reflexionado sobre todo esto? Explíqueme sus dudas, entonces. No, no me cambie de tema, no me ponga excusas. Ahora que he venido no pienso volver atrás por más que me lo implore. Ahora que me ha dejado entrar sólo yo tengo la capacidad de salvarle. Ande, no se asuste, camine un rato más por esas calles olvidadas, por esos mundos que apenas conoce en las direcciones de siempre. Ande, escúrrase un poco más el líquido que le tapa la boca, anímese, sacúdase el polvo de la vergüenza, míreme a los ojos.
Le invito a una última danza antes de salir por esa puerta y perdernos para siempre en un mundo del que, quizás, ni usted ni yo regresemos. Vamos, que yo invito. Pero recuerde, solo haga como que se divierte.

1 comentario:

Maximiliano dijo...

Eclipse: Permiso. Llego a tu blog a través del blog de Pou y me tomo el atrevimiento de empezar desde el 2006. Me encanta como relatás y esa continua interpelación que va cercenando esa huida del estimadísimo pasajero hacia otra huida acompañada. Y el final a lo "hagamos de cuenta" es genial. Beso desde el otro lado del rio...