lunes, 11 de diciembre de 2006

Montevideo

Montevideo es mi patio
y el naranjo, una fuente
sin agua. Es la primavera
rondando sus calles estrechas.
Montevideo es la plaza
de los Bomberos en noviembre
y la del Entrevero en agosto,
es el célebre obelisco y la cruz
y el escozor del invierno
en el túnel.
Montevideo es el gris de dieciocho
y sus colores impuestos;
es el verde del que se jacta
y que asesina en julio.
Montevideo es mi espera,
mis pasos taciturnos, mi ceguera.
Es mi insomnio y mi sueño
y mi odio y mi culpa y mis dudas.
Montevideo me es ajena y propia,
es una referencia en un libro,
el recuerdo de mis mayores
y el ulterior espanto de mi sangre;
es el caso perdido de las armas
y el grito de sus teatros;
es el cine aniquilado,
los rinconcitos coloridos de artesanos.
Montevideo es dolor y frío
y manos en los contenedores,
es el olor a sal en el sur,
es perderme en sus puertos
sin haber zarpado.

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