martes, 22 de junio de 2010

Recortes

A veces, en las olas atroces del insomnio, mientras una intenta controlar los músculos, los movimientos involuntarios de la ansiedad, la mente se llena de recortes, de flashbacks a recuerdos que jamás habían tocado antes la memoria.
Abrí la revista que me alcanzaba mientras me comentaba sobre los contenidos, el diseño, las formas de conseguirla. Hicimos algunas bromas, me dijo que la ojeara tranquila, me quedé sola un instante. De pronto, sin previo aviso, entre las páginas apareció una foto. La típica autofoto, brazos extendidos hacia adelante, sonrisas amplias. Supe que habían sido felices, eran buenos tiempos, al parecer. Tomé la foto y la miré más de cerca, intentando encontrar respuestas para las preguntas de otros en esos ojos, cuestionándome mi estar ahí y en ese momento, mi cruce circunstancial con la fotografía, lo irónico de conocer una historia y ser parte de otra. Pensé en la razón de esa foto entre las páginas de la revista, en la razón de conservarla, y miré de nuevo las sonrisas que hablaban de un tiempo verdaderamente bueno. La puse en su lugar y cerré la revista justo a tiempo. Sonreí al verle ingresar de nuevo en la habitación un tanto en penumbras, cambié de tema en seguida, de pronto me interesaba alguna otra cosa sobre la estantería y hacía algún comentario sobre los fideos sin sal que tendríamos como almuerzo.
El insomnio iba a durar largo rato más. El recuerdo vino y se fue, pero en su estela trajo aparejados otros flashbacks de momentos insignificantes, igualmente nuevos, como de vidas distintas, como si volvieran de un sitio remoto por primera vez.

•••

Lo apodamos "Talibán". En su momento tuvimos nuestras razones. La noche tenía tantos epílogos y, sin saberlo en su momento, abría tantas historias que hoy contamos con euforia e incredulidad... Tuvimos nuestras razones, una esquina tuvo su bautismo de pieles foráneas y tantos pares de ojos se buscaban sin encontrarse del todo.
Aún hoy nos miramos a los ojos con complicidad cuando alguien habla de la memoria de un pez. Sabemos que hay algo escrito e inmortal pero que no guarda demasiada relación con la realidad. Son tantas las historias y complicidades que provienen de ese imaginario interno con referencias cruzadas, que el olvido hace de las suyas.
El encuentro amistoso después de largo tiempo nos devuelve -casi casualmente, pero no- al "Talibán". Nos codeamos y decimos susurrando: Memoria de pez. Y nos reímos más, como un par de adolescentes.
Tuvimos nuestras razones. Hoy no hay razones para cruzar palabra alguna y el solo hecho de pensarlo nos causa aún más risa, mientras sorteamos codos ajenos y transpiramos una música que comenzamos a detestar, cómplices y amigas en una selva demasiado lejos de casa.
Yo miro las luces que alientan una diversión que no entiendo, mientras me quedo inmóvil con la mirada perdida y me digo a mí misma que todo puede pasar. Ahí estamos, mirando desde un rincón un poema creado de la nada, bailando en otra vida, en otras latitudes, tragicómicamente ya inalcanzable y absurdo. No nos importa.
Y huimos de la fiesta.

4 comentarios:

eMiLiA dijo...

Las noches de insomnio son abominables.

Un abrazo!

Georgia SinClaire dijo...

el insomnio se lleva bien con los recuerdos, somos nosotros los que no nos llevamos bien con ellos dos.

Saludos Srita. eclipsada.

Lauret dijo...

El diseño de este blog me ENCANTA.

(y lo escrito también, aunque eso lo miré en segunda instancia)

Soraya dijo...

A veces creo que es la necesidad de recordar que provoca el insomnio, no el revés, al menos en mi caso.

Besos.