miércoles, 30 de enero de 2008

Umbral

No vi amor en aquel umbral. Nada más unos gestos apurados y nerviosos, una escena demasiado joven para la joven noche.
Presencié sus manos de a ratos atrevidas y sus ojos cerrados casi por regla y pensé en ellos más allá de ese momento.
Lejos, habrían otros, un mundo al que quizás poco le importara su efervescencia casual, sus ganas de explorarse, sus promesas al viento.
Todo lo que tenían era un ratito en la noche, a los ojos de la plaza amurallada y de todo aquel que pasara o esperara el ómnibus en la parada, para decirse cosas sin palabras.
Y la noche les acariciaba con su humedad sangrienta, regalándoles algo de oscuridad para anestesiar el pecado. Probablemente tuvieran algunas bajas, profesores culpables de su desdicha o quizás ella fuera la mejor de la clase y él planeara raptársela algún día y hacer que le pusiera cuernos a los números. Nada sé.
Sólo que no vi amor en aquel umbral, nada más una inocencia con hambre, unos torpes alumnos de la vida con ganas hormonales de aprender.

6 comentarios:

Jorgelina Mandarina dijo...

Precioso... Un Abrazo Amiga!

Nico dijo...

Muy lindo eclip, te felicito! Ahora me pregunto: ¿en qué te inspirás para escribir ese tipo de cosas? me da intriga jeje Beso, see you

Cicloescenico dijo...

Aquellos viejos buenos tiempos en que todo importaba demasiado y a la vez nada...

Me encanto!!!!

Besos.

Eclipse dijo...

estas nuevas generaciones... diría yo. hay demasiados umbrales albergando pecados casi inocentes.

yo mismo dijo...

me recuerdas a mí. precioso relato. jor me trajo aquí. volveré, seguro.

ven a mi rincón azul. será un placer verte por allí.

Irina, dijo...

Lo bueno de las ganas hormonales de aprender, Eclipse, es que no pasan nunca.