miércoles, 6 de febrero de 2008

A primera vista

Tenía sus opiniones formadas al respecto, sostenía sus argumentos con firmeza. A pesar de eso, había algo que contradecía sus ideas: la sensación que tenía al escuchar las historias que algunos hombres contaban.
No creía en el amor a primera vista. Definitivamente le parecía algo tonto, digno de alguna canción barata, de una mentira para un piropo o simplemente una excusa para elaborar esos textos que alguna que otra vez, no podía negar, la habían cautivado.
Estaba lleno por ahí de historias de chicas y metros, de perfumes que se quedan prendidos por años, de tipos desesperados esperando volver a ver aquellos ojos, de rutinas de paseos y atentos admiradores, de calles inmortalizadas con encuentros casuales. Pero eran solo historias.
El amor a primera vista no existía para ella porque, simplemente, no podría nunca llegar a ser amor. Su cumbre de ideales le soplaba siempre al oído una infinidad de argumentos con que derribar esas farsas. Pero las historias seguían allí, seguían apareciéndosele en las noches de insomnio, seguía envidiando a aquellas mujeres que desprendían misterio, signos de interrogación tras sus rostros y que eran queridas, idolatradas por hombres que decían ser buena gente y les dedicaban canciones y aparatosos escritos. Ella bien sabía que esas cosas no pasaban.
Un buen día tropezó camino a clases con un desconocido y vio en sus ojos mucho más de lo que en años podía haber descubierto en alguna gente que la rodeaba. Entre frases torpes de disculpa y manos apuradas para no llegar tarde y a la vez enlentecer el mundo, se olvidó por un momento de las listas de refutaciones y desengaños. Supo que no podría dejar de envidiar a aquellas mujeres, destinatarias de amores en secreto, pero supo también que ahora estaba del otro lado.
El dueño de aquellos ojos apenas interpuso las típicas frases de cortesía y marchó con sus libros hacia alguna parte.
El primer síntoma no la afectó sino hasta entrada la madrugada, cuando se descubrió a sí misma imaginando qué camino habría seguido, cuál sería su rutina y tomando un pequeño papel para hacer una ilusoria declaración de amor.
Justo antes de dormirse, sonrió sintiéndose un poco patética y recordando aquella frase de Serrano sobre los amores a primera vista: "¿es que acaso hay otros?"

3 comentarios:

Eclipse dijo...

ufff, me puse un tanto cursi. prometo dejar las drogas.

Cicloescenico dijo...

Es dificil salir a la calle y por lo menos no enamorarse a primera vista de al menos tres o cuatro señoritas, junto al pack de imaginarse una vida ahi al ladito de su brazo.

Nico dijo...

Es verdad uno a veces no cree en el amor a primera vista, pero sucede. See you