martes, 16 de octubre de 2012

Tres mujeres

I
Cambiamos los mates por cervezas y celebramos la llegada de la primavera entre risas. Su pelo largo resplandece en la tarde, su sonrisa entre los comentarios exaltados de siempre es una bendición entre tanto día gris cargado de humedad y el desgano.
Ese reencuentro esperado, los abrazos y la energía que nos hace bailar a la noche, siendo parte de la música, con los chismes, los amigos y la euforia de estar juntas.
El 117 tiene tu nombre, hacia el norte, con la brújula que inventamos para no perdernos nunca entre esferas imposibles.

II
No me importan los viajes de larga distancia. Menos cuando me llevan a la calidez de tu abrazo, a mirar tus ojos claros contándome las novedades. La tarde más sencilla del mundo, y sin embargo tan perfecta, tan cómoda entre nuestras pieles blancas que le huyen al sol. Nos rodea un arcoiris hecho de retazos de objetos, los colores de una multitud con aroma a nuevo. Y ahí sentadas las dos, compartiendo el mate y viendo a la gente pasar, siento que cada vez me hacen mejor los viajes, que la distancia es un invento para los cobardes.

III
Quererte es poco. Esa lluvia compartida, esas miradas y esos silencios que lo dicen todo, el cadáver exquisito que te leo en voz alta, los mensajes que dibujo en un papel cualquiera, las mil formas de sentirnos como en casa, una en el corazón de la otra...
La vida es eso: tocar timbre a cualquier hora buscando tu abrazo.

2 comentarios:

Habitarás mi ocaso dijo...

Hermoso como siempre. Escribís tan lindo con palabras tan sencillas. Lo simple es aún más bello.

Soledad Di Pasquale dijo...

Llegó hondo...

Y hacía tantos meses y meses que no pasaba por acá. Meses sin volver a escribir, también.
Un placer volver a encontrarme con tus letras, linda. :)