martes, 7 de septiembre de 2010

La escuela de niños simples

Los niños de la vieja escuela solían sentarse en el suelo por Juan Carlos Gómez, con la espalda apoyada al Cabildo, mientras copiaban en sus cuadernos las burbujas de jabón que un mimo hacía de manera increíble y sin parar.
Hacían burbujas de todos los colores y a veces el mimo les prestaba sus artefactos para que ellos pudieran fabricarlas y sus compañeros seguirlas dibujando.
Había burbujas de todos colores, cada uno tenía una destreza especial para captar la imagen de aquellas efímeras y frágiles criaturas con brillo en la mañana soleada.
También contaban los adoquines. Cuántos había en cada fila desde el muro hasta el comienzo de la plaza Constitución. Anotaban los números, hacían la tarea y después podían ir a saltar la cuerda.
A la hora del recreo el profesor ciruela se repartía entre todos porque, de todas maneras, siempre volvía a crecerle una nueva cabeza. Algunos traían pan dulce de maíz para compartir, mientras el profesor miraba los dibujos de las pompas de jabón.
Al caer la tarde, antes de terminar la jornada, el que quería, podía bajar hasta la Rambla Francia y escribir una oración o un pequeño párrafo sobre el mar.
Sin que los niños supieran, el maestro los guardaba todos y un día, cuando fue demasiado mayor para continuar con su escuela de niños sonrientes, armó un libro con todas esas frases y lo lanzó, con cariño, al mar, desde la Rambla sur.
"Fuimos felices", recuerdan algunos de esos niños, ahora ya adultos.
"Comíamos ciruela y pan con maíz y dibujábamos burbujas de jabón, que era lo que más nos gustaba."
No Pueden caminar ya por la calle Sarandí sin sentir unos gramos de nostalgia y mucho menos, ver el cabildo o la Plaza Constitución sin que se les estruje un poco el pecho. Y algunos, al oír las campanadas de la catedral, lloran un poquito, entre sus carpetas de oficinistas, que levantan unos centímetros para ocultar sus rostros.

=)

8 comentarios:

eMiLiA dijo...

Uuff, me pegó de lleno.

Soy ya un engranaje de la maquinaria educativa - deficiente maquinaria - y de a ratos se me duerme la ilusión.

Esos niños (ya jóvenes en mis aulas) no rozan esa esencia que describís.

La realidad es mejor tomarla a cucharadas.

Un abrazo!

Scarlett dijo...

Qué hermoso esto.

Ojalá jamás se cortara esa inocencia de la infancia, esa sencillez, esa facilidad por encontrar la felicidad en una burbuja de jabón. Creo que todos compartimos esa nostalgia por esos tiempos, más allá de los buenos o malos recuerdos, de las buenas o malas infancias, es esa mirada, esa forma de ver las cosas que teníamos lo que se extraña.

Georgia SinClaire dijo...

:)

Tan cierto...

(Uff, un suspiro de nostalgia)

"Allí donde quiero volver,
tantas cosas se quedaron,
dónde han ido a parar,
en qué mar han naufragado..."

Abrazo.

Fd. dijo...

Creo (snif) que se me metió una burbujita en el ojo.

Maca Gómez dijo...

buenísimo.
hace tiempo que no me gustaba algo tanto.
y justo hoy estuve "pensando" más que nunca en los niños...

Doamna care plânge dijo...

Lindo blog :)

Betu dijo...

Con nostalgia y sin ella, bellos reflejos del ayer, sinceros del hoy... creo que hay otros mundos posibles, pero imposibles de imaginar sin estos hermosos presente y pasado.

Bello, muy bello, Eclipse.

A dijo...

Que tan grande la factura que nos llega por haber vendido la idea de la sencilla niñez, ahora solo quedan carpetas de monotonía.
Un microrelato simplemente perfecto.
Saludos

Alejo