sábado, 13 de diciembre de 2014

Dis-culpa

Antes del fin hubo la culpa. Pero la culpa son manos ajadas de tanto trabajar una tierra infértil, Yo no tengo metáforas de ciudad, perdón. Te pido perdón por no ser tan urbana y cool, por no leer las noticias cada mañana. Perdón por no haber visto suficientes capítulos de los Simpsons, por no saber nombres de jugadores de fútbol, por tener tan poco rock encima. Perdón por mi baja presión, por mi ansiedad descomunal. Perdón por no estar pensando durante 24 horas la próxima frase inteligente para regalarle a ese mundo banal de seguidores de Onán. Perdón por hablar demasiado, perdón por no ahorrarme ni una vez el comentario de cómo me siento. Perdón por intentar entender todo, conocer todo, preguntar todo. Perdón por tanta libertad.

Me quedan tres o cuatro cosas para hacer antes de emprender la vuelta definitiva a esa otra yo que dejé hace años. Hay caprichos y costumbres del codo con codo que cuestan abandonar, que te hacen zancadillas en un paseo cualquiera por la ciudad tan escenario de pérdidas. Y cada rincón pareciera tener un cartel invisible por el que debo pedir perdón, para exorcizarlo, para que me permitan volver a recorrerlos sin el llanto en el bolsillo.

Sólo espero volver a encontrarme con el mar. Lavar en la espuma de mi río con olas aquellas promesas que no se cumplieron jamás, dejar que se diluya en sal el amor que quedó huérfano. Y llenar con el rumor de esas olas rompiendo, todo el silencio que me habita.


No hay comentarios.: