miércoles, 15 de agosto de 2012

Tiempos difíciles

Home is where the heart is

Hace muchos años, escribía sobre los dos cielos separados por una cuerda donde cuelga la ropa. Ese cielo encuadrado con los palillos en medio, dividiendo las realidades que por ese entonces para mí era ser y ver dos cielos, "el vampiresco espejo de la tierra".

Hoy, bajo el mismo cielo, la misma luna, el corazón se ramifica, se parte y reparte y pareciera que pertenezco a todos lados y a ninguno a la vez.
Una parte de mi corazón se va en cada amigo que se despide, porque esta ciudad y yo estuvimos simplemente de paso en su vida. Una parte de mi corazón se queda en esa ciudad que desde hace años me da magia y amor.

Transitar las esperas con las uñas temblando, dar sorbos a la taza de café mientras el vapor empaña los lentes y se recrea en la boca, por un segundo, todos los cafés que alguna vez fueron probados.

Asustar de a poco el día, sin dejarle tiempo a que nos asuste primero. Y entrar en el círculo tan poco mágico de seguir pie detrás de pie detrás de pie todo el día evadiendo esquinas peligrosas, cruzando con el semáforo en verde o rojo, deseando que el invierno se vaya para siempre.

Y nunca reconciliarse con esa paz de saber que podíamos definir una fotografía con el título del poema, que los dos cielos eran eso dividido que unía palabras e imágenes.

1 comentario:

Santiago dijo...



Nada que ver con las palabras.

Yo tenía un caballo y las violetas.

Mi casa es de ese patio y yo salí a gatear y ya estoy aburrido devuélvanme a mi útero, dije.