sábado, 12 de mayo de 2012

Viajar sin moverse, pero viajar

Casi por casualidad comencé a dedicarme a trabajar enseñando mi idioma a extranjeros.
Parece que fue ayer, pero en verdad empezó hace mucho tiempo y guardo recuerdos de todos y cada uno de mi alumnos.
Casi por casualidad descubrí en esto una vocación, un talento que nunca creí que tuviera y no es simplemente la enseñanza. He trabajado gratuita y remuneradamente y además de las clases curriculares he dado todo de mí para integrar a estas personas en mi medio social, hacerlos conocer mi país, mis amigos, sitios de interés.
De a poco, como es común en esta pequeña ciudad, los círculos se fueron entrelazando, empecé a conocer extranjeros amigos de mis alumnos, amigos de mis amigos, gente a la que nunca di clases, uruguayos a través de extranjeros y así toda suerte de combinaciones.
Hoy en día me junto en reuniones, fiestas, bienvenidas, reencuentros y despedidas en que se mezclan los idiomas, las risas tienen diferentes acentos y las experiencias nunca se agotan.
De a ratos me siento una extranjera en mi propio país... de a ratos me siento cosmopolita sin haber salido del continente.
Siento que he "viajado" más en estos últimos dos años que algunas personas que conozco que se pasan de aquí para allá.
Y si bien me dan muchas ganas de tomarme un avión hacia el viejo continente o cualquier otro sitio, me siento privilegiada al poder ver mi ciudad con otros ojos, al saber, conocer y experimentar sentires de diferentes partes del mundo, experiencias distintas, corazones y cabezas que se entregan con todo en su diversidad.
Sí... pienso en ese maravilloso personaje que es Traveler, en la ironía de su nombre y me siento un poco así, a veces.
La travesía a veces tiene pies de cemento y corazón con alas...

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