sábado, 12 de noviembre de 2011

Noches que la vida me debía

Polipoesía. Y el encanto de la tarde que se cubre de hormigas.
Baja el sol, baja la temperatura, las palomas también bajan a comer de una mano, baja el fruto de un árbol azul.
Y cómo la primavera pasa, cómo camina, renga de letras en mi boca, esta primavera lluviosa y con olor a poco.
Polipoesía. Un corazón enorme salpicado de miedos. Aparece la tarde, montaña de traspiés y sombras, aparece detrás de una cortina de humo para darnos vida hasta el fin del mundo. Mañana. 11-11-11. Y reventarnos la boca de palabras para no escupir sangre o desmayos.
Polipoesía de fin del mundo. El eco de cuatro pares de pasos desde la mañana a la noche, la nueva noche, la dulzura verde entre los dientes, inspirando y exhalando a un mismo ritmo.
Qué ganas de ser primavera, qué ganas. Para abrazar el sótano en que se sentó una mujer hermosa a leerse el alma en el espejo del cuaderno, descruzar las piernas, iluminar la noche enceguecida y tibia.
Qué ganas de ser primavera para estirar la brisa nocturna y tocar el cuerpo de los que se aman, volviendo a casa.

2 comentarios:

Carlos dijo...

"Qué ganas de ser primavera para estirar la brisa nocturna y tocar el cuerpo de los que se aman, volviendo a casa."

Me quedo con esa última oración.

Después de todo, por mis lugares, la primavera todavía tiene sabor a otoño...

Me alegro de haber pasado por este blog.

¡Abrazo!

la mar dijo...

como siempre tan bello, querida niña.

el día que internet pueda, además, transmitir la piel de gallina, volveré a este texto y haré el comentario correspondiente.

gracias!! besote desde el Paraná.