viernes, 23 de noviembre de 2007

Tanguería

Vio que la traían medio que arrastrándola desde quién sabe qué punto del local. Quedó petrificada frente a la barra, como esperando un rescate imposible, con la resignación salada de saber que nadie se fijaría en su melena greñuda.
Él apuró su vaso pero contuvo las ganas de acercarse. El miedo quizás viene de viejo, se dijo, mientras sentía cómo las piernas no se le movían al son del tango que sonaba carrasposo y solemne.
Soñó con esas piernas que alguna vez habrían sido de alguien, en la comodidad de un colchón y con justas retribuciones. Soñó con la palidez de esos brazos que ahora se hacían humo, apoyados en la barra, con un vaso a medio sostener y las mejillas transparentes amontonándose sobre las palmas de las manos.
Soñó también con el escote vencido que no podía ni adivinar, pero que aseguraba le había acompañado durante algún tiempo. No la conocía. No necesitaba conocerla. Tiempo atrás se hubiera hasta reído de su esquelética desgracia. Ahora se veía reflejado en los opacos brillitos que apenas dibujaban su vestido. Él también estaba un poco viejo y un poco usado.
Y un poco solo.
Pasaron unos minutos , cambiaron las canciones que soplaban unos roncos parlantes, pero ella seguía igual, casi en la misma posición.
Su vaso había bebido el rojo añejo de sus labios, la sangre seguía demorándose en su atascadero de venas.
Él palpó con desencanto su barba de tres días, su aliento hondo, sus uñas amarillas, los pocos pelos que se aferraban a sus sienes.
Caminó sin disimulo cruzando la pista, casi como cualquiera de las miles de otras veces en que había invitado a alguien a bailar, en sus días de juventud, pero más nervioso que la primera vez.
Pensó que también de viejo había una primera vez.
Con tartamudeo adolescente acercó los labios a su oído, recibiendo a cambio el aroma a ceniza de su pelo. Dijo las palabras indicadas como quien dice una oración, la confesión final antes del juicio, como quien da un último suspiro en su lecho de muerte.

2 comentarios:

meirlauquen dijo...

La vieja vida ,se acurruca en la vida vieja ,abre cofres oxidados , busca aquella carta que nunca respondió , de ella ,que nunca la envió .


Meir 24 /11 /07

Anónimo dijo...

Tangueria, por q sera.. Jaja.. hace rato no entro y ahora q es el primer dia despues de q termine los parciales y la mudanza revivo.. jaja.. Voy a seguir leyendo lo nuevo..