domingo, 4 de febrero de 2007

Evento

Descolgó el teléfono y supo inmediatamente que lo postergado comenzaría poco a poco a resolverse. Era de la florería. Tras una breve conversación con su interlocutor, la tía Sara encargó sus flores favoritas y especificó bien el día y la hora, repitió dos veces la dirección del lugar y finalizó con un innecesario "no se olviden, por favor".
La tarde amenazaba con una tormenta, pero la tía sara prefería eso al sofocante calor que las últimas semanas había afectado su baja presión y la había hecho sumirse en un casi continuo sopor, debilitándola más de lo que estaba e impidiéndole realizar todos los planes que hubiera querido.
Ahora refrescaba, todo volvía a recomponerse y ya se sentía mejor, con más fuerzas para proseguir con los llamados y acuerdos. Hacía un par de días atrás, pese al calor y a su estado físico, había puesto patas para arriba la mitad de su casa en busca de papeles y cuadernos con todas las direcciones o números telefónicos que necesitaba. Había hablado con el muchachito de la otra cuadra, el que finalmente llevaría a cabo la reunión, pero claro, sin darle muchos detalles más que una hora y una fecha concreta.
En sus respectivos hogares, cada quien luchando de la manera que podían contra el calor, los pocos parientes cercanos y todos aquellos que apenas recordaban su rostro o tenían una foto suya sobre la cómoda, se preguntaban sobre las extrañas invitaciones de la anciana.
La tía Sara, con la mayor de sus calmas, sonrió durante largas semanas a cada dependiente, a cada vendedor, a cada eslabón de la cadena que tejía para que su evento saliera a la perfección. No faltaría la comida, de eso se había encargado casi al principio, cuando muchas otras cosas no eran sino vagas ideas en su mente; tampoco algo de música. Las flores, un punto especial y clave para su reunión, se habían concretado esa misma tarde.
El resto del día, como desde hacía unas tres o catro semanas, la pasaría sola, como casi siempre. Margarita no vendría a limpiar. Le telefoneó por la mañana y le pidió que no fuera, que se sentía bastante bien y había cosas que quería acomodar, que quería revolver cosas guardadas desde hacía mucho y prefería estar sola. Insistió en que no se preocupara, en que todo iría bien, ante la voz de desconfianza de su ocasional empleada.
La tía Sara no quería molestar, quería que todos prosiguieran con sus habituales vidas, pero que recordaran la fecha y la hora que había mandado imprimir en las tarjetitas color azul que se había encargado de personalizar y enviar a cada uno de sus parientes.
Todo estaba mucho más organizado ahora, podía tomarse unos minutos para el té de la tarde, podía también, si al levantarse no se mareaba, ir hasta la esquina y jugar a la quiniela. Quizá tuviera suerte, después de todo.
La tía Sara no consultó el reloj. Casi nunca lo hacía. Caminó despacio, con sus cansinos pasos de mujer ya entrada en años. Casi todos en su familia conocían cuentos sobre esta lejana tía casi reclutada en su hogar, un poco lejos de la ciudad. Sus años de juventud poblaban las bocas de los que habían sido sus más cercanos amigos, o parientes, de entrañables anécdotas, por eso siempre se sucedía un entornar los ojos y recordar un rostro sonriente y difuso al nombrar a la tía Sara.
Tía Sara cambió de opinión. No faltaba tanto para su especial evento, así que descansar un poco tal vez fuera lo mejor. No tendría interrupciones y podría comenzarlo por la mañana, cuando se le diera la gana, aún tenía unas cuantas horas por delante. Melanie no llamaría hasta bien entrado enero y para entonces, ya todo habría terminado. Pensar en la única sobrina que se acordaba fielmente de ella y la visitaba cada mes, la hizo sonreír y emocionarse.
La tía Sara se percató entonces de que estaba cansada, aunque no esperaba esa sensación sino para dentro de un tiempo.
Al fin reposaría en paz cuando todos pudieran finalmente recordar su rostro en el programado encuentro. ¡Cómo no iba a estar cansada! Planear un perfecto funeral no era nada fácil.

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Aún necesita correcciones, pero resucitan personajes de "La Pared". Para los que lo leyeron: "Apenas se acordaba de la tía Sara en los cartelitos de los martes pegados en la heladera. " y anda Mel por ahí mencionada también... ^^ (ninguna tuvo mucha suerte en mis manos, como ven...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

wiston su jula
bueno esto e suna cagada jaja