Lucy solía pasear con su mamá por la avenida alguna tarde que otra por mes. Eran días en los que mágicamente el sol brillaba y todo se vestía de coloridas marquesinas que invitaban a las oscuras galerías.
El recuerdo de Lucy de aquella época es de entrar en esas enormes construcciones, inconmesurables ante sus pequeños ojos. Oscuras y frías, hasta cierto punto agradables, con los vidrios enseñando los más variados pruductos o las personas que paraban para tomar algo en las cafeterías. Secretamente deseaba convertirse algún día en una de esas señoras de oscuros anteojos y vestidos amplios que conversaban animadamente mientras saboreaban su café de media tarde.
Le apasionaba ver cómo su madre conocía los, para ella, secretos pasadizos que conducían a otro sector y a la cuadra siguiente, al otro lado de la calle. Las pequeñas rampas revestidas de goma, las barandas metálicas, los espejos en las columnas, los banquitos de madera, el ruido amortiguado de la avenida, el techo, que nunca llegó a mirar, pero que percibía alto y sombrío.
Sus paseos por las galerías se teñían de místicos recorridos, sin entender los propósitos, sin comprender la naturaleza de las sensaciones que hoy le causan una increíble nostalgia.
Lucy, al tiempo, sabía reconocer ciertos aromas, se guiaba por los cambios de color del monolítico, por los niveles del piso, por sus locales favoritos. Ignoró siempre a dónde iba, en qué calle se encontraba, para qué estaban allí.
Lucy sueña ahora con rememorar ciertos días de su infancia. Y pasa por el local de ropa con olor a frutilla, pensando siempre el aquella pelota con el mismo aroma. O huele jazmines camino a la escuela y piensa en aquel verano, siente el aroma a las uvas frescas y recuerda su antiguo patio...
Los recuerdos son aromas, piensa hoy, mientras transita las descoloridas calles de la ciudad y soporta el calor.
Sofocada, Lucy pasa frente al municipio, baja y sigue hacia el antiguo mercado que también visitaba en tiempos de las galerías. Piensa en lo perdido, en los locales vacíos, en la punzada que le da al ver el elocuente blanco a través del cristal y un "se alquila" como adiós.
Lucy pasa y visita esquinas y derruidos edificios y sueña que el sueño es la verdadera vida.
Lucy añora su pasado y lo repudia. Lucy quiere que llegue mañana. Lucy no quiere que el día acabe.
Lucy en realidad no se llama Lucy.
Lucy en realidad no tiene nombre.
3 comentarios:
Me gusta mucho!!! Tanto el ttexto como la nueva pagina, n entiendo por que dejaste el space del msn, epro vos sabras, supongo tendras tus motivos...
La pagina esta beuna, aprece q el cambio nomas te inspiro, por lo q veo en tus textos.... Lamento no haberla visitado ante spero estaba con todo el tema de los examenes y eso, vos sabes... bueno, me voy, nos veremos seguido por aqui, besos!!!
Bueno, bueno, gracias, como siempre al pie del cañón eh? ya terminaste con todo no? qué suerte la tuya!
Eclipse: Haces que uno se sienta en la piel de Lucy... Si Lucy sueña que el sueño es la verdadera vida, que es para ella lo de todos los dias?
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