domingo, 28 de junio de 2009

Ni con tiempo

Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después.

"El tiempo está después", rezan los carteles de una calle que se le aparece en sueños. Amarillos por el polvo de la calle, muestran las letras negras, amarronadas, gritándole el código para abrir la puerta a una vigilia feliz. El tiempo está después, el tiempo al fin es persona, se puede dejar a un lado, al fin se seca como las hojas caducas que ensucian las veredas.

Ella corre por diversos tópicos oníricos sin decidirse, con miedo al tiempo. "El tiempo dirá", "el tiempo cura todo", también tópicos, frases que se cansa de oír en recetas del conocido de turno que pretende aconsejar. A veces no hay más que decir, pero no se conforma. El tiempo al fin está después, le dice alguien, lo lee, puede verlo casi tan claro como la grieta que ya se está cerrando, que no la espera. Debe decidir, quedarse a mirar y admirar los carteles, a reconocer los trazos, las marcas de polvo, la periodicidad de las señales... o ser valiente para sacar de la grafía esas palabras y procurar vivirlas. Llevar a la vigilia la certeza de que el tiempo está después.

Duerme, aún duerme sin siquiera sospecharlo. El despertador, una mano conocida, la luz de la ventana, algo la despierta. Sufre el contacto con el día, sufre el tiempo de vuelta. De pronto tiene la certeza de no poder olvidarse jamás de aquello que fue. Ni en sueños, ni con carteles, ni con vigilia, ni con tiempo...
Ni con tiempo.


lunes, 22 de junio de 2009

Cuestión de gustos

- te gustan las vegetarianas, eh?
- es que la carne es débil

sábado, 13 de junio de 2009

foutaises de otoño

descubrí que me gusta:

· ver las hojas secas en la rotonda del Palacio Legislativo correr detrás de los autos.
· el olor a garrapiñada de los puestos de 18 de Julio, que el frío parece volver más dulce y tentador.
· hacer esas cuadras desde la facultad hasta la Plaza Independencia, por la vereda sin sol, solo para llegar detrás de la Puerta de la Ciudadela y preguntarnos qué ir a ver.
· cierta mesa arrinconada del Tasende, que antes me parecía lúgubre y tristísimo, desde la que se puede ver retazos de distintas partes de la ciudad y casi aislarse del resto del bar.
· caminar descalza por la casa, con unas medias gruesas y muchos pantalones uno arriba del otro.
· que sean las cinco de la tarde, llegue Green y se ponga a tocar la guitarra a mi lado para que cante con ella.
· llevar la cuenta de los precios del café en los bares de los alrededores.
· caminar por Dieciocho, hacia arriba, por la vereda del sol, cuando este ya ha bajado, y concentrarme en el frío lastimando mis mejillas, mientras escucho música y el viento me da de lleno en la cara.
· no acostarme antes de las 3 de la mañana.
· que el ómnibus desvíe y me muestre un nuevo paisaje, alejado de lo que ya era rutina.
· que alguien invente una nueva palabra (sobre todo adjetivos) y suene hermosa.
· almorzar a las 6 de la tarde, en casa, y que nadie critique mis horarios.
· saber que el "mate de los martes a la noche" que apronto con cariño, es un gesto de ternura que nos acerca sin decirnos nada.
· descubrir nuevas pequeñas pintadas o tags en los muros que siempre me muestra el recorrido del ómnibus.
· que la más pequeñita de la casa me siga sorprendiendo con palabras demasiado adultas que no sé de dónde saca.
· el olor al pan casero que me recibe un par de veces a la semana en casa.
· comprobar que aún camino por la calle y distraídamente evito pisar las líneas.


(y hay más... este otoño hice racconto de algunas foutaises o insignificancias. abajo, el video de donde saqué la palabra para titular el post y que en parte lo inspiró)


viernes, 5 de junio de 2009

Llenar los espacios

Ahora es solo niebla sacada a tientas de un cajón.
Niebla cristalina que busco materializar desde un sonido, desde esta espera en vano que con los años se fue quedando en otras cosas: el amor a Pink Floyd, cada foto en blanco y negro que pudo ser captada por su obturador, esos versos Dada que siempre tienen su olor y sus síntomas, la boca de un hombre casual que tenía demasiado de la suya, su nombre tan vulgar que se repite devolviéndome rostros muy distintos... y todo lo dispar entre el recuerdo y la construcción, el hecho de que constantemente se confundan.
Muchos han sospechado una relación más allá de la amistad, por mi parte, con El Loco. Nunca lo fue ni lo será, aunque podría reconocerse algo de obsesión. Una obsesión que va más por el personaje que creé para llenar los espacios y las cosas que nunca pude explicar, que por lo que fue El Loco persona en aquellos tiempos de meriendas y huidas, en aquellos tiempos de despojo de una adolescencia malograda.
Cada tanto vuelven las preguntas acerca de su paradero. Ya no encuentro a nadie interesado en darme o seguir sus pistas. De nuevo me cuestiono qué parte de todo realmente fue, qué parte la hicimos, qué parte de todo aquello fui yo.
Hoy releí la primera entrada de este blog. Entrada para El Loco, sobre El Loco, desde la perspectiva de un personaje sobre el que tenía privilegios, que me dejaba, como a nadie, entrar de a poco en su universo de excentricidades y hacía notorio su cariño exponiéndose de a poco, demostrando que costaba, pero que las ganas... y que le importaba un carajo el resto.
Y nunca, nunca pude entender nada. Y quizás por eso me obsesioné. Y quizás por eso la obsesión fue mutando en construcción, fue difuminando los límites de lo real y lo ficticio, lo que hubiera querido, lo que imaginé, lo que completé de los blancos.
Cada tanto algo me devuelve a los meses de El Loco. Y ya no puedo hacer promesas de que será la última vez.

(y sí... yo alguna vez la rulée con el pelo largo y otros lentes. la costumbre de salir patética en las fotos no la he perdido)