viernes, 25 de junio de 2010

Nominar

"(...) y cuando lo nombrás se te iluminan las letritas"

Diálogos con un hombre de metal*

«M,
Se me ocurren un par de clichés pero odiaría que los tomaras como burla, aunque la intención es hacerte reír: qué tal... "Pensá en el mar entrando y saliendo, entraaaando y salieeeendooo". Siempre dicen esas cosas en las películas y yo río tontamente.
Fuera de broma, evocar alguna imagen placentera es bueno para lograr cierta calma y conciliar el sueño. Me da un vértigo exquisito intentar imaginarme qué imágenes podrían ser placenteras para vos, M.
Todo se termina en una letra. Pero a la vez todo comienza. No quiero saber más, adentrarme en las limitadas pero vastas posibilidades de un nombre. Prefiero la multiplicidad de palabras que pueden nombrarte mejor que cualquier nombre, la cantidad de imágenes que te describen perfectamente, el sumario de colores que se ajustan al color de tu sonrisa inventada una y otra vez.
Pero donde acaba la letra empieza otro lenguaje, el que armás con tus cartas atropelladas y tiernas, en medio del insomnio, del cansancio de los viajes de rutina, de la paz que lográs en medio de cualquier caos, el ojo del huracán que dedicás a las cosas que realmente querés y hacés con el alma. Sos capaz de inventar un lenguaje detrás de las palabras de tus cartas kilométricas. Cartas que hacen malabarismos con mis humores y fiestas a escondidas de mis ojos.
Y hay algo en ese lenguaje que es indescriptible, algo que lo hace único y transforma a aquel capaz de entenderlo. Me gusta demasiado querer a otras cosas y personas gracias a vos, a tu visión del mundo, a tus ojos-lenguaje que equilibran cierta inocencia con una crítica madura y profunda. No es querer por vos, sino a través de vos.
A través de vos descubrir lo invisible.
Buen sueño, M, buena cosecha de pensamientos fuertes.**»

Miranda no tiene sueño y escribe cartas



* Permiso para citarlo concedido con humildad y sonrisas. Gracias, F.
** "Soñar es pensar fuerte" - idea que se me escapó en alguna conversación y que un docente calificado me copió después ;) (guiño a mi interlocutora Anna O. -ya ves cómo ni revelo tu identidad-)

martes, 22 de junio de 2010

Recortes

A veces, en las olas atroces del insomnio, mientras una intenta controlar los músculos, los movimientos involuntarios de la ansiedad, la mente se llena de recortes, de flashbacks a recuerdos que jamás habían tocado antes la memoria.
Abrí la revista que me alcanzaba mientras me comentaba sobre los contenidos, el diseño, las formas de conseguirla. Hicimos algunas bromas, me dijo que la ojeara tranquila, me quedé sola un instante. De pronto, sin previo aviso, entre las páginas apareció una foto. La típica autofoto, brazos extendidos hacia adelante, sonrisas amplias. Supe que habían sido felices, eran buenos tiempos, al parecer. Tomé la foto y la miré más de cerca, intentando encontrar respuestas para las preguntas de otros en esos ojos, cuestionándome mi estar ahí y en ese momento, mi cruce circunstancial con la fotografía, lo irónico de conocer una historia y ser parte de otra. Pensé en la razón de esa foto entre las páginas de la revista, en la razón de conservarla, y miré de nuevo las sonrisas que hablaban de un tiempo verdaderamente bueno. La puse en su lugar y cerré la revista justo a tiempo. Sonreí al verle ingresar de nuevo en la habitación un tanto en penumbras, cambié de tema en seguida, de pronto me interesaba alguna otra cosa sobre la estantería y hacía algún comentario sobre los fideos sin sal que tendríamos como almuerzo.
El insomnio iba a durar largo rato más. El recuerdo vino y se fue, pero en su estela trajo aparejados otros flashbacks de momentos insignificantes, igualmente nuevos, como de vidas distintas, como si volvieran de un sitio remoto por primera vez.

•••

Lo apodamos "Talibán". En su momento tuvimos nuestras razones. La noche tenía tantos epílogos y, sin saberlo en su momento, abría tantas historias que hoy contamos con euforia e incredulidad... Tuvimos nuestras razones, una esquina tuvo su bautismo de pieles foráneas y tantos pares de ojos se buscaban sin encontrarse del todo.
Aún hoy nos miramos a los ojos con complicidad cuando alguien habla de la memoria de un pez. Sabemos que hay algo escrito e inmortal pero que no guarda demasiada relación con la realidad. Son tantas las historias y complicidades que provienen de ese imaginario interno con referencias cruzadas, que el olvido hace de las suyas.
El encuentro amistoso después de largo tiempo nos devuelve -casi casualmente, pero no- al "Talibán". Nos codeamos y decimos susurrando: Memoria de pez. Y nos reímos más, como un par de adolescentes.
Tuvimos nuestras razones. Hoy no hay razones para cruzar palabra alguna y el solo hecho de pensarlo nos causa aún más risa, mientras sorteamos codos ajenos y transpiramos una música que comenzamos a detestar, cómplices y amigas en una selva demasiado lejos de casa.
Yo miro las luces que alientan una diversión que no entiendo, mientras me quedo inmóvil con la mirada perdida y me digo a mí misma que todo puede pasar. Ahí estamos, mirando desde un rincón un poema creado de la nada, bailando en otra vida, en otras latitudes, tragicómicamente ya inalcanzable y absurdo. No nos importa.
Y huimos de la fiesta.

sábado, 19 de junio de 2010

Pesquisas sobre cuerpo y lenguaje I

toda esa fábrica de lenguaje
no es más que un río caudaloso
demasiado igual a mis sábanas.
arrastra la piel a un abismo ficticio
asusta el espabilo en la inercia del día
y enreda maliciosamente
mis piernas.

marzo 2010



Diciembre me talló las alas,
inundó de peces mis acuarios,
me vistió de lenguaje.
Fui ese lenguaje para otra sed
que continuó mi voz
todo lo caliente que duró el verano.
Fui tu lenguaje en horas secas,
cuando dejábamos de nombrar el calor y nombrábamos la lluvia
como ese día amarillo en que me refugié de la tormenta
en la soledad de mi casa y tu voz me llenó los rincones.
Fui el lenguaje que te enseñó
a creer en las rocas junto a ese río del sur
mientras leías el cuento del paseo en ómnibus
y te acordabas de mi ojos desconocidos.
Jamás seré palabras desde ahora.
El lenguaje es una cosa viva,
un juego material donde nos decidimos
o nos mandamos mudar.

junio 2010

lunes, 14 de junio de 2010

Decepciones y despedidas

"Sos más linda de lo que pensaba"
Diálogos con un hombre de metal.

Diario de viaje VI
6.06.10

El domingo visualmente siempre fue un pozo oscuro. Se puede rellenar de colores como a un osito viejo y rearmado una y otra vez por mero afecto, pero siempre será un pozo oscuro, con monstruos y cosas feas acechando cualquier debilidad.
El banco de madera fue la salvación perfecta. Las puertas abarrotadas de gente habían quitado las ganas y las esperanzas de volver a ingresar.
Mientras tanto, un hombre de metal buscaba decir adiós de varias formas y dos ojos se anegaban con lágrimas por otros motivos.
Ella intercaló sus risas características con un pequeño abrazo. Miró fijamente con sus ojos claros y soltó palabras hermosamente sinceras, con la intención de sanar. Las palabras provocaban más lágrimas porque las sabía ciertas, perfectas, abarcando una realidad inevitable que causaba dolor.
Desde su fragilidad, miró esos ojos claros, se armó de coraje y se secó las lágrimas. Había pasado el tiempo y las puertas estaban descongestionadas.  Juntas intentaron nuevamente el ingreso, como una metáfora de valentía y perseverancia, del ánimo transmitido en los minutos de llanto, procurando engañar el vacío.
El domingo seguía siendo un pozo oscuro. Un hombre de metal se despedía definitivamente por mensajes de texto, con la misma sonrisa y calidez regalada minutos atrás en el breve cruce de palabras y abrazos tímidos.
Tenían las horas contadas y alguien tenía hambre de pizza.
Caminaron, ahora de a tres, cada una con una femineidad distinta, desparejas, desconocidas, insolentes pero perfectas a su modo.
El pozo oscuro se disipó un poco entre una bebida analcohólica, el estómago lleno y la certeza de estar siendo querida. Muy a pesar de los otros, de las terceras partes que la ignoraban, de los que se prestaban a los márgenes y no respondían nunca, habían otros con su sencillez de risas y constancia que eran los que valían la pena.
La última caminata con ese par de ojos claros que ya se advertían distantes. Un último abrazo, monedas, colectivo. Así de rápido, asi de simple.
Y una conversación cualquiera hasta el 109 para tapar la angustia.

viernes, 11 de junio de 2010

Accidentes

Diario de viaje IV
4.06.10  -  00.20 hs
Hospital Velez Sarsfield


Miro hacia arriba. Las paredes no son blancas, el techo no es blanco. Las sábanas no son blancas y el piso definitivamente no es blanco, las enfermeras no visten de blanco. Nada es blanco, excepto la soledad que me invade las venas, en gotas apenas dispensadas de suero,  que caen lentamente, como los minutos, como las esferas de agua que no pueden salir de los ojos pero de todas formas caen y pesan.
Todo es lento. Estoy inmóvil y pienso en el poema de Plath, siento ir y venir personas que no distingo entre enfermeras, parteras, ginecólogas u operarias.
Escucho a Tinelli, me río un poco hacia mis adentros pensando en que es el colmo, como si me faltasen torturas esta noche. Escucho el noticiero, el apagón en el barrio de Flores, a donde tendrá que volver mi amiga en quién sabe cuántas horas. Me preocupo. Les digo a ellas que coman, pienso en sus cuerpos distintos pero iguales al mío, cansados, con necesidades horizontales, con hambre, algo de nervios. Coman, por favor coman que yo tengo para rato.
Y ese líquido transparente en que pongo mi confianza para levantarme y pasar la noche. Cada tanto cierro los ojos y siento la vergüenza, los ojos de muchos otros clavados en mí, en los rastros que fui dejando, en mi cara pálida.
Nada es blanco. Necesito blanco, desinfección visual, asepsia, necesito blanco y sequia, ausencia completa de fluidos.
Estoy boca arriba y solo pienso en el blanco, comparando las vigas del techo con mi ideal de habitación. Trago y vuelvo a tragar nervios, dudas, miedo.
Cada tanto sabemos si calificamos o no para una maratón de fortaleza. Yo creo que sí. Acostada boca arriba con una aguja que ocupa un tercio de  mi antebrazo y sobresale como si fuese un tendón más, creo que sí. Sobrevivo el instante, agradezco mi costumbre de soledad que me ha enseñado a ser sola conmigo.
Sobrevivo el instante, luego vivo.



Diario de viaje V
5.06.10
2:13 am

Lucía:
La buena noticia es que creo que la medicación empezó a hacer algo de efecto. La mala es que al pasar todo el día sola, me bajoneé muchisimo, pero ahora creo estar mejor, al menos ya me voy a dormir. Esperé hasta ahora para tomar la pastilla.
Fui al lavadero e hice algunas compras. Traje papel higiénico, pan, queso, suplementos para mi mal y alguna otra cosa de comer. Así que estamos cubiertas para atrincherarnos este finde.
Me pasó algo muy extraño... ¡creo que se me voló la toalla! fui a buscarla esta noche para bañarme y no estaba, tuve que fijarme si tenías una que pudiera usar. ¡Qué vergüenza!
Espero haya estado genial la noche y estar yo mejor mañana. Dejo la cartita al cuidado de pie grande, me voy a dormir porque no doy más de sueño.
C.


[mail posterior de Lucía:]
Esto me hizo acordar a tu episodio con la toalla, aunque odio al puto de Liniers.


miércoles, 9 de junio de 2010

Antes del miedo

Diario de viaje I
1.06.10
En la misma libreta que inicié el último diario de viaje y que luego albergó mis letras con otros fines, inicio una incierta travesía de páginas en blanco.
A la desaparición de toda euforia ahora se le agrega una víspera llena de corridas, arreglos de último momento y despistes varios.
Y de repente me encuentro sola conmigo misma en una terminal, sin nadie a quien abrazar ni que me regale un "buen viaje", más allá de los deseos fríos y mecánicos de los empleados encargados del check in.
La mayoría de las despedidas fueron por teléfono o con un beso apurado entre otros quehaceres.
Sin embargo, esta soledad de valijas me hace sonreír, se siente como algo casi clandestino, una huida llena de expectativas.
A las corridas ultimamos detalles de locación y encuentros.
Me hace reír una loca linda que me envía mails desde hace tiempo con cada cosa que descubre hay para hacer en la semana. Sabemos de la imposibilidad de abarcar todo y aún así superponemos planes, con un placer legítimo y mutuo.
Última llamada. El mar se abre en esa boca ancha que comparte con la noche.

Diario de viaje II
2.06.10
La mañana llena de contratiempos me deja el nudo extraño en la garganta, pero la tarde, el almuerzo entre amigas, la verborragia, la felicidad de los encuentros, alivia por un rato la mala jugada de la suerte.
De noche todo tiene un sabor extraño, una sala oscura, dos personajes a los que accedemos a través de palabras dichas por otros, un espejo reflejando el espejo del espejo de algo que fue. Y nosotros tan condenados a la nada pero también a la risa, haciendo planes para un otro día que nunca vendría, mirando por última vez en quién sabe cuánto tiempo, sin saber que los miraba por última vez.
El frío no mata, se derrite.


TEXTOS PROFÉTICOS

Diario de viaje III
3.06.10 (horas antes de una desgracia, ignorando el futuro, prediciendo anónimamente)

Detrás de todo _ cuelgo el mundo _ detrás _ de una puerta boca arriba.
Voy a mirar entre la nada _ el color de un frío que tuvo otro nombre _ para qué habitarme _ para qué _ tener que huir _ para qué _ venderme las cenizas.

----

Voy a encontrarme rota y de costado. Con los hombros aletargados en un encuentro infame.
"¿Qué haré con el miedo?"

viernes, 4 de junio de 2010

Paréntesis

Abro un paréntesis en estos días de un viaje planeado. Lo planeado es tan estúpido. No solo nunca sale así, sino que a veces se vuelve en contra de uno mismo. No tengo ganas de escribir, no tengo ganas de ser Eclipse, de Connotaciones, escribir como siempre, contar las cosas de alguna forma especial, usar elipsis, eufemismos y palabritas lindas.
Me siento terriblemente, el viaje se me escapa de las manos y estoy atada a un lugar del que no puedo salir por complicaciones de salud, pasé la noche en una guardia ginecológica, estoy sola y deprimida.
Estoy siendo odiosamente explícita y voy a odiar este post, que probablemente elimine cuando mejoren mis ánimos. Ahora mismo lo único que quiero es dejar de ser yo y vivir todo lo que tenía pensado vivir de alguna forma. Lo único que necesito es un abrazo silencioso (que espero toque el timbre pronto) y pensar en algo más que una felicidad efímera frustrada.
Agradezco infinitamente a mis amigos en este lugar que se han preocupado por mí. A los desconocidos que me ayudaron en horas desfavorables, a quienes me atendieron en un hospital, a quienes se quedaron conmigo el tiempo necesario.
Pensé que podría hacer de esto algún motivo para escribir, pero no, estoy siendo tan coloquial, explícita y burda...
Anoche, boca arriba en la cama del hospital, en la sala desierta y oscura, mientras trataba de no pensar en la vía que me estaba haciendo doler muchísimo el brazo, me acordé de aquel primer poema de Plath que leí: Tulips. Los imaginé ahí, al costado, en la mesa al lado de la cama. Aunque no estaban, entré en una especie de comunión con esas palabras leídas y releídas en la adolescencia y hasta el día de hoy.

"I am learning peacefulness, lying by myself quietly
As the light lies on these white walls, this bed, these hands.
I am nobody; I have nothing to do with explosions.
I have given my name and my day-clothes up to the nurses
(...)
The nurses pass and pass, they are no trouble,
They pass the way gulls pass inland in their white caps,
Doing things with their hands, one just the same as another,
So it is impossible to tell how many there are."

Nada puedo hacer, simplemente ver la ropa que no se seca por la humedad, colgando como seres inertes con lástima de sí mismos. Nada puedo hacer, solo ver cómo se escapan los días que pretendían ser maravillosos en un torbellino de llamadas apuradas, cancelaciones de último momento y una tristeza que se apodera de este monoambiente vacío.
No soy yo, no quiero ser yo. No estoy.

martes, 1 de junio de 2010

Antes de

"¿Por qué verborragia? Ya sé, el sufijo que denota algo incontrolable, excesivo... Pero yo quiero hablar sobre la rapidez. Soy controlable, ahora, pero rapidito, como un ave. Entonces, soy verbodinámico."

Diálogos con un hombre de metal


A veces pienso que es un mal familiar. Todo viaje me mantiene en una expectativa constante y antes de partir las ganas se disipan. Hay un desánimo general y sin razón aparente, una procrastinación de los preparativos y cierta angustia, inevitables en la víspera. A todos nos pasa eso, quizás sea un poco genético.

Una vez se lo comenté a alguien, en vísperas de un viaje. Rato después, en la feria de Tristán Narvaja, tomó el libro de Levrero que yo le había regalado y se repetía en una mesa de venta y lo abrió en determinada página. Me hizo leer la oración que describía perfectamente mi sentimiento. Nos miramos y sonreímos, quizás sintiendo cosas que hace demasiado tiempo no me pasan.

El curso de los días ha cambiado demasiado desde la última vez que partí hacia algún sitio. Partir, partirme en dos, en varios pedazos, muy justo. Partir ciñéndome a pocos planes, rezagando los análisis y las nostalgias, armando agendas.

Con un pie a cada lado y temiéndole a ciertos fantasmas, apuro el paso y trato de no pensar más allá del aquí y ahora. Hago lugar para los regalos que preparé con mucho cariño, hago lugar para papeles y lápices, para sacudones del alma y risas.

Recuerdo las palabras de cierto hombre de metal, quiero mudarme a verbodinámica, quiero estrenar mi cuerpo de arena en otra ciudad. Me visto, entonces, de mujer nueva, limpio las telarañas, soplo el polvo de mis zapatos y me zambullo en la niebla del después.