viernes, 26 de enero de 2007

En dos

Otra orilla sonríe a su regreso
en el amanecer de una espera.
Otra orilla, otro cielo, otro homenaje
a la memoria, ese perdido instinto
de quedarse en tierra firme.
El mar, el subsuelo de un sueño,
el agua turbia del destierro,
sonríen frente a sus ojos dormidos.
El agua, la metáfora cruel
que habla de suicidio,
le sonríe también desde su lecho dividido.
Otra orilla clama paz y concilio.
Otra sonrisa cura una herida
que aún no fue abierta.

miércoles, 24 de enero de 2007

educando con k

Nuevo header. Motivo principal de haberme decidido a hacer click en "nueva entrada".
Nuevos colores, nuevas formas de pensamiento, nueva vida.
Bah, si es la mismísima y monótona vida de siempre, aburrida, además, porque no queda nadie en esta odiosa y bella ciudad para hacerme algo de compañía, para alegrar mis tardes, para compartir cosas originales.
En realidad no soy la única que queda, por eso el otro día me fui a lo de Majo y he aquí otro motivo para esta entrada. Casi de casualidad vimos la película "Los edukadores" (Daniel Bruhl, Stipe Erceg, Julia Jentsch.)
A pesar de que la vimos cortada y de que se nos hizo ( a Majo más que a mí) un tanto extensa, me pareció una muy buena película. En cuanto a lo técnico, bueno, tiene sus carencias, un manejo de la cámara un tanto descuidado, cuadros no muy buenos, una fotografía algo mediocre y en algunos momentos el ambiente no es creado adecuadamente.
La música en general es muy buena, cuando la hay (entre ellas la magnífica "Hallelujah"). Si algo en que difiere de las películas de Hollywood y que me sorprendió gratamente es la ausencia de música en varias escenas en que tal vez hubiera cuadrado, según las exigencias de un público acostumbrado a lo que importamos de yanquilandia.
El argumento: bien sostenido. Obviamente dejó muchas cosas repicando en mi cabeza. Los personajes están bastante bien retratados y transmiten esa ferviente lucha idealista por un mundo mejor. Me pareció emocionante ese idealismo, esa lucha poétcia por lo que creen verdadero y en contra del sistema que oprime... que oprime, pero ¿a quién oprime? Luchan en parte por una causa ajena, que los incluye como miembros de la sociedad en la que viven pero dignifican derechos ajenos, se hacen voz de los más pequeños, de los más pobres, de los que para ellos necesitan ser ayudados.
A mí todo esto me generó sentimientos bastante encontrados. Gracias, gracias, su lucha me parece justa, bien fundamentada y nos ayuda... pero ¿es su lucha? Me da un poco de vergüenza el pensar que otro pelea mi batalla, que otro se pone mi camiseta para intentar arrancarle algo al repudiado capitalismo y tratar de despertar a la gente que no quiere ni necesita ser despertada.
Por otra parte, me dejó esa sensación de querer salir a patear el mundo, contagiada por lo apasionado de cada personaje, de la manera en que manifiestan y se cargan al hombro sus ideales, por la manera en que son radicales. Este radicalismo con mesura, que no descarta la parte humana, todo lo contrario, es lo que los hace más queribles, más frágiles en sus apariencias de llevarse el mundo por delante.
No sé si decir final inesperado... final confuso... final abierto. Diría más bien final distinto, hecho y derecho, bien sostenido y obvio. Sí, obvio, pero que mi ingenuidad (y la que se nos crea al acostumbrarnos a cierto tipo de cine) no nos permite, creo yo, anticipar. Lo mismo sucede con otras cosas, como las relaciones y los lazos que van más allá de ocasionales peleas o desastres, de dramatismo absurdo y se consolidan en pilares distintos, aún idealistas y con un carácter más trascendental y maduro.
Extraña, repito la idea, distinta, pero me ha gustado mucho por todo lo que deja picando si uno se la toma en serio, aunque si se quiere es perfectamente olvidable.

sábado, 13 de enero de 2007

Pasado, presente, futuro

Hace un tiempo atrás no tenía idea de que las cosas serían hoy como son. Obviamente, el futuro nos es siempre gris, incierto y por sobre todo, muy engañoso. Me parece curioso pensar en ese efecto mariposa que hace que tal o cual cosa pueda parecernos insignificante pero que quizá podría haber cambiado el curso de nuestra historia.
Estas semanas he estado rememorando viejas cosas, desempolvando recuerdos que me han conducido una y otra vez a este oscuro pensamiento del "qué sería yo si..." Hace casi un año jugamos a reinventar el poema de Borges "Things that might have been" con Vero, o lo hice yo sola para ella, no recuerdo. Luego de esa vez elaboré algunas otras sentencias que me parecieron pertinentes a momentos que vivía y continúo fascinada por este pensamiento algo pesimista pero trascendental acerca del pasado y futuro.
Hoy también escribía sobre la hermosa seguridad del pasado, porque encierra hechos absolutos. Un momento bueno en el pasado fue bueno y nada va a cambiar eso, pero el fututo... nunca se sabe, es siempre un riesgo que hay que tomar o dejar, siempre una carta boca abajo en el juego más real que existe, la propia vida.
Hoy pienso que así como hace tres años atrás yo estaba correteando con mis ligeros pies por heladas superficies, congelándome en ojos azules, días de San Valentín, patinaje, amaneceres tardíos, bosques nevados, carreteras silenciosas, comidas exóticas y nuevas amistades, despreocupada completamente de lo que encontraría bajo otro cielo, el que me pertenece y me es ajeno, hoy puedo ver todo aquello y lo que vino después como un lejano y oscuro abismo de caóticos sucesos. Todo me parece lejano, todo me parece incierto. Llego incluso a dudar de esa feliz visión del pasado.
Parece que sigo en recopilación de reflexiones anteriores, así que una más no será nada, los que me leen desde hace tiempo, lo recordarán (qué irónico): "recordar quiere decir volver a pasar por el corazón". Y recuerdo ser otra hace no mucho tiempo.
Pero al pensar qué me ha hecho cambiar, qué ha incidido tanto como para que ahora sea esto y no otra cosa, se me hace difícil. Es complicado determinar qué opción trazó el patrón que hoy me define, es complicado verme en el pasado como un germen de esto que soy y no de otra cosa y cada día, a cada momento, sé que voy construyendo con mis opciones y mis actos lo que seré mañana, además de lo externo a mí, las experiencias vividas o las acciones de otros que también dejan huella.
Estas dos últimas semanas fueron extrañas. Extrañas en muchos aspectos, porque, más que otra cosa, no las esperaba. No imaginaba que el fin de la espera que tanto había planeado, de la que tanto había hablado, se convirtiera en lo que fue; en algo que no sé si ahora deseo, en algo que me hace dudar hasta lo más hondo, que me hace cuestionar si lo que viví no fue en vano, si lo que sufrí o sentí no fue más que un absurdo sueño, algo estúpidamente imaginado y que nada tenía que ver con lo que realmente iba a experimentar. El reencuentro con viejos hábitos, con sonrisas conocidas y otras nuevas se fue haciendo una viciosa costumbre durante estos días y ahora los hecho mucho de menos. Asimismo, pienso en el miedo que me da comprender que son parte de ese seguro y siniestro pasado que me hace ser hoy, ser en el futuro...
Dentro de poco me atrapará la odiosa rutina, la masa gris de obligaciones superfluas, de responsabilidades involuntarias, de agendas y cielos prestados. Dentro de poco me devorará el calor de un domingo eterno, en la continua espera de un año más de días consecutivos que intentarán ahogarme.
Dentro de poco seré algo más, quizá gracias a esto que hoy escribo, no sé para quién, no sé para qué.


"Qué importa el tiempo sucesivo / si en él hubo una plenitud / un éxtasis, una tarde..." - J.L.B.

Prefiero quedarme en esos versos.

lunes, 1 de enero de 2007

Elegía a un loco

¿En qué torcido abismo he de buscar su sombra
que se escapa de mis manos temblorosas?
¿En qué podrida ciudad he de llorar sus huesos,
la extraña suerte de haberle tenido
y ya no respirar sus sueños ahora?
¿En qué agujero se empozará mi llanto,
el dolor incomprensible del misterio,
la trágica certeza de tenerle enfrente
y mirar al vacío si miro sus ojos?
Ahógame, tiempo, cruel destino, fiera
incontenible de la memoria.
Ahógame, tierra, que me viste florecer
bajo tus soles y me has dado la esperanza
que a otro le falta.

El loco sigue, como uno más,
en su extraña resignación
de ser la minoría.